Incómoda en esta nueva etapa

Redondo, Iglesias y Montero: los escollos internos de Carmen Calvo en el Gobierno

Pedro Sánchez y Carmen Calvo
Pedro Sánchez y Carmen Calvo
Europa Press

Carmen Calvo lleva más de año y medio siendo la número 2 del Gobierno de España. La exministra de Cultura con José Luis Rodríguez Zapatero unió su destino al de Pedro Sánchez cuando este regresó por la puerta grande a la secretaría general del PSOE, algo que este le reconoció dándole la única vicepresidencia de su primer Gobierno tras la moción de censura a Mariano Rajoy. Pero la aritmética parlamentaria tras la repetición electoral del 10 de noviembre y la necesidad de contar con Podemos han modificado por completo el entorno en el que se movía Calvo. Una nueva situación en la que la vicepresidenta no está cómoda del todo, como señalan varias fuentes a La Información, ya que considera que ha perdido peso político. Y que se explica con tres nombres: Iván Redondo, Pablo Iglesias e Irene Montero.

Las razones de la incomodidad de Calvo son variadas, pero todas parten de esa sensación en ella misma y en su entorno de que no cuenta con la importancia del primer año y medio de Sánchez en Moncloa. En la propia configuración del Consejo de Ministros se ve que es imposible que pueda tener la misma influencia, ya que ha pasado de ser la única vicepresidenta a tener tres compañeros más que comparten ese cargo con ella. Aun así, su condición de 'número 1' del segundo escalón le permite seguir estando por encima del resto y no solo por graduación. El mejor ejemplo es que sigue liderando la reunión de secretarios y subsecretarios de Estado previa al Consejo de Ministros, que es la que prepara y marca cuáles son los asuntos que se discuten en el Consejo de Ministros. Una función que, a pesar de ser clave, parece no resultar suficiente.

La figura de Iván Redondo es clave en este punto. El cada vez más poderoso jefe de Gabinete del presidente del Gobierno no para de acumular funciones, y es el que diseña en primera persona el día a día de las cuestiones estratégicas y comunicativas de Moncloa. Es decir, se encarga de los asuntos más importantes de carácter interno y externo en las instalaciones en las que trabaja Sánchez. Una labor que, supuestamente, correspondería al Ministerio de Presidencia que detenta Calvo. Pero con Redondo todo ha cambiado. Que tenga bajo su control la Secretaría de Estado de Comunicación y un equipo independiente que solo depende de él, además de su interlocución directa con Sánchez, es algo que no gusta a la vicepresidenta.

Este desencuentro entre ambos no es nuevo. Las negociaciones relámpago para el pacto de coalición entre PSOE y Unidas Podemos tras el 10-N fueron el desencadenante de otro de los choques entre ambos. Tras la primera llamada de Sánchez a Pablo Iglesias, donde según fuentes de Moncloa Iván Redondo fue clave tras asumir la caída de escaños de los socialistas, el jefe de Gabinete asumió el protagonismo de pactar el primer documento junto a Irene Montero. Algo que suponía un cambio de estrategia con respecto a la anterior negociación, ya que Calvo fue la principal interlocutora con los morados, que tenían como representante en las conversaciones a Pablo Echenique.

En este punto, hay dos versiones: una que señala que Redondo se movió más rápido que Calvo para conseguir el acuerdo, algo que no sentó bien a la vicepresidenta; y otra que sostiene que la vicepresidenta había sido 'apartado' por no haber conseguido el acuerdo. A pesar de que ella no daba un paso sin contar con la aquiescencia de Sánchez. Aun así, la desconfianza de la vicepresidenta hacia el 'ministro en la sombra' Redondo viene de lejos. Esos plenos poderes que tiene el principal asesor del jefe del Ejecutivo nunca han gustado a la también dirigente socialista, que es la punta de lanza de esa desconfianza que comparten en la sede del partido en la calle Ferraz y en parte del Grupo Parlamentario socialista.

Iglesias y Montero, los otros 'obstáculos'

El desembarco de Unidas Podemos en una vicepresidencia y cuatro ministerios tampoco ha caído bien para la vicepresidenta. Algunos de los cambios obligados de funciones, competencias y denominaciones dentro del Consejo de Ministros para que todos sus miembros encajaran no han gustado a Calvo, insisten las fuentes consultadas. Lo que está detrás de este descontento es que, al tener el cargo más político de todo el Ejecutivo, esta considera que debería tener mucha más importancia en el día a día interno. Y de ahí vienen ciertos choques con la parte morada del Ejecutivo, especialmente con las polémicas generadas por la reforma de la ley de libertad sexual y la derogación del artículo del Código Penal que prevé penas más duras para quienes participen en un piquete informativo si se producen disturbios durante una huelga. 

Esa cuestión de la conocida como ley del 'solo sí es sí' es un ingrediente de una de las cosas que más molestan a Calvo: haber perdido las competencias de Igualdad. La creación del nuevo ministerio del ramo para Irene Montero ya fue especialmente controvertido cuando se estaba diseñando el nuevo Gobierno, ya que ni el PSOE ni la vicepresidenta querían dejar de estar al frente de unas políticas de las que hacen bandera. Legislar en este sentido y tener una cartera tan simbólica es algo por lo que pelearon ambas formaciones, y finalmente Sánchez decidió premiar a sus socios. La salida de Soledad Murillo de la Secretaría de Estado de Igualdad tras la llegada de Montero fue algo que tampoco sentó bien a Calvo y a las feministas socialistas, que aunque sabían que su cese se podría producir, se quejaron públicamente de la decisión. 

La importancia que está cobrando la figura de Pablo Iglesias es el otro asunto con el que no está conforme para nada la vicepresidenta. Que Sánchez le esté concediendo cada vez más acceso a las interioridades de Moncloa, algo habitual por su rol de vicepresidente segundo, tampoco agrada a Calvo, insisten varias fuentes consultadas. La entrada del líder de Podemos en los 'maitines' de los lunes en Moncloa, en los que hasta ahora solo entraba el círculo más cercano en el Gobierno y el PSOE al presidente, tampoco ha sentado bien a la dirigente andaluza. Su ingreso en la Comisión Delegada de Asuntos de Inteligencia es algo con lo que tampoco está muy de acuerdo. Aunque, en estos últimos casos, sus recelos los comparten otros miembros del Consejo de Ministros. 

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