Referencia, ejemplo... amigo

  • Cuando, con la perspectiva que da el tiempo, se escriba la verdadera historia del periodismo español de los últimos cincuenta años, quien deba realizar esa investigación se encontrará con una referencia inexcusable: Manuel Martín Ferrand. De él sí que cabe decir, sin que sea un tópico, lo de que era "un periodista de raza", un auténtico creador de opinión. Tocó todos los palos, y todos bien; se inventó fórmulas, espacios y modos que hoy se consideran clásicos... Su opinión, siempre meditada, si

Cristino Alvarez

Madrid, 30 ago.- Cuando, con la perspectiva que da el tiempo, se escriba la verdadera historia del periodismo español de los últimos cincuenta años, quien deba realizar esa investigación se encontrará con una referencia inexcusable: Manuel Martín Ferrand. De él sí que cabe decir, sin que sea un tópico, lo de que era "un periodista de raza", un auténtico creador de opinión. Tocó todos los palos, y todos bien; se inventó fórmulas, espacios y modos que hoy se consideran clásicos... Su opinión, siempre meditada, siempre sensata, era valorada y respetada por todos... al menos hasta que las malas mañas de la política empezaron a adueñarse de los medios y convirtieron el periodismo en... otra cosa.

Estos días sobrarán obituarios que den amplia cuenta del largo y exitoso currículo profesional de Martín Ferrand. Yo quiero dedicar un párrafo a mi maestro Manuel, a mi amigo y paisano Manuel. Llevaba años peleándose con sus problemas de salud, todos graves, pero todos llevados con una dignidad y entereza envidiables. Ni sus enfermedades afectaron a su carácter de hombre bueno, conversador brillante, ilustrado e ilustrativo. Seguramente de lo que más hablamos él y yo fue de una de nuestras comunes aficiones: la gastronomía y el periodismo gastronómico, que él también practicaba con maestría. Su actitud ante ella dejaba claro cuál ha de ser la que un hombre adopte ante unas adversidades que, a la larga, acabarán con él: sobreponerse a ellas, mantener el tipo. Y sin por ello amargar la vida a nadie.

Estuvo activo hasta casi el final, con su columna diaria en ABC, sus tertulias de amigos que se reúnen para eso, para charlar de todo, sin cámaras pero con conocimiento de causa. Y puedo decir que en sus últimos días, cuando era muy consciente de que se acercaba el final, mantuvo su talante conversador; la casualidad hizo que esos días estuviese muy cerca de él (en la misma planta de la Clínica de la Concepción) y tuviera la ocasión de hablar más largo de lo que antes habíamos hecho. Me entristece muchísimo su muerte, pero incluso en esos últimos días estar con él alegraba el espíritu. Fue hasta el final generoso elogiando mi trabajo, y un elogio de alguien como él es de los que de verdad compensan cualquier esfuerzo.

Siempre lo tuve como un ejemplo; no niego que influyera nuestra condición de coruñeses militantes aunque -como escribió él- madrileños voluntarios. A veces pensaba "me gustaría ser como él", aun sabiendo que no hay ni habrá nadie como él. Pero he tenido una compensación única: ser su amigo. Por eso el dolor es mayor, y el hueco más grande. En el corazón del amigo... y en lo que pueda quedar de lo que hasta ahora entendíamos por periodismo.

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