¿Reflejan series y películas la realidad del cáncer? No, en la ficción mueren más

    • En series como Perdidos, Breaking Bad, Sexo en Nueva York o FlashForward, Anatomía de Grey y películas como Ahora o Nunca, Mi vida sin mí o Caro diario, el cáncer forma parte de la trama.
    • Los diagnosticados son más jóvenes y padecen cánceres menos habituales a los reales. Un 50% de los hombres y el 59% de las mujeres supera la enfermedad, pero en el cine muere el 59%.
Walter White en una escena de la serie.
Walter White en una escena de la serie.

Walter White (Gryan Cranston), protagonista de la genial Breaking Bad, da un giro radical a su vida cuando le diagnostican un cáncer de pulmón inoperable. De su anodina vida de profesor de química, con un sueldo que no le permite afrontar siquiera el tratamiento de su enfermedad, pasa a convertirse en un cocinero y traficante de metanfetamina. El giro vital le permite, en principio, afrontar la cura de cáncer y garantizar un envidiable futuro económico a su familia.

En Breaking Bad, la enfermedad de White es clave en el argumento de la serie, es el germen de la película, sin la cuál resulta difícil explicar el desarrollo de los acontecimientos. Series y películas han intentando reflejar lo que supone padecer un cáncer, como afrontar el drama y cómo lo viven las personas cercanas. Algunos directores han hecho vivir alguno de los personajes la enfermedad, de forma puntual, en otras ha tenido un papel relevante. El cine traslada un realidad que todos, más tarde o más temprano, tendremos que vivir directa o indirectamente.

Según un estudio realizado por investigadores, más de la mitad de las personas padecerá un cáncer en algún momento de sus vidas. La enfermedad protagonizará nuestra vida o la de nuestros sueños queridos. Es una demoledora conclusión que pese a todo tiene una contrapartida: si los avances científicos continúan, en 2050 todos los cánceres podrán curarse.

En la fantástica Perdidos, Rose Nadler (Laverne Scott Caldwell) ve como su cáncer desapararece, lo que hace que su deseo de regresar a su hogar desaparezca, ante el temor de que todo vuelva a ser como antes, cuando sufría la enfermedad.

El cáncer también aparece de forma más o menos relevante en The Big C, a Catherine Cathy Jamison (Laura Linney) le diagnostican un cáncer terminal, o en Sexo en Nueva York, que muestra la actitud de Samantha Jones (Kim Victoria Cattrall) ante un cáncer de pecho.

También el mafioso Junior Soprano (Dominic Chianese), de Los Soprano, debe enfrentarse a un cáncer de estómago, una enfermedad que también forma parte del argumento de series como FlashForward, Anatomía de Grey y Treme.El cáncer en la pantalla grande

Un excelente trabajo publicado por Viguera Ediciones, titulado El cáncer en el cine. Un recurso para profesionalesanaliza 33 películas producidas entre 1939 y 2008 en las que cáncer aparece de forma relevante, argumental o sólo puntual. El estudio, firmado por M.T. Icart-Isern, M.R. Rozas-García, V. Sanfeliu-Cortes, H. Viñas-Llebot, M.P. Fernández-Ortega y M.C. Icart.

Entre las cintas analizadas, producidas en 11 países, están Ahora o nunca (R.Reiner, 2007), en la que dos enfermos terminales de cáncer, con carácteres y situaciones opuestas, se hacen grandes amigos. Mientras, Edward Cole (Jack Nicholson) es un millonario, su amigo, Carter Chambers (Morgan Freeman), es un humilde trabajador. La enfermedad les une y deciden vivir, lo que les queda juntos y hacer los que siempre habían desado. O Amar la vida (M. Nichols, 201), en la que Vivian Bearing (Emma Thompson), una reconocida profesora universitaria, ve cómo cambia su vida en el momento en el que le diagnostican un cáncer terminal. O El tiempo que queda, una película francesa dirigida por François Ozon en 2005, en la que Romain, un joven fotógrafo de moda, cambia de forma radicalmente su personalidad tras conocer que padece cáncer de higado. De su irascibilidad no se salva ni sus padres, su novio o su hermana.

Otros títulos destacados en los que el cáncer es protagonista o es parte de la trama de una forma más o menos relevante son la sensacional Magnolia (P.T, Anderson, 1999); Planta 4º (Antonio Mercero), 2003; Gritos y susurros (I. Bergman, 1978), Mi vida sin mí (Isabel Coixet, 2002); El doctor (R. Haines, 1991) o La vida, de J. P. Amèris (2001).

Entra las conclusiones del estudio de esta treintena de películas, los autores constatan que en un tercio el cáncer tenía un carácter argumental, en 15 relevante y en el resto puntual.

En la mayoría de las películas, el cáncer afectaba a hombres; a personas de entre 40 y 45 años, aunque había desde niños de entorno a 8 años a ancianos y los diagnosticados con la enfermedad, en dos de cada tres casos, eran de clase media o media-alta.

En el 85% de las películas se menciona alguna prueba diagnóstica, siendo la analítica en sangre la más frecuente (10 título) y la tomografía. En una tercera parte se emplean varios tratamientos y, por ejemplo, en Caro diario se aplican hasta 6 tratamientos (reflexoterapia, baños, acupuntura, relajación...).

Los autores destacan que el intervalo de edad más frecuente de los enfermos que aparecen en las películas es inferior al que se suele diagnosticar el cáncer (entre 55 y 64 años). Asegura que el predominio en la clase media alta y en la juventud podría distorsionar la enfermedad.

Además, apunta que en el cine los cánceres de cerebro y sangre son los más frecuentes, mientras en la vida real lo es el de pulmón, en el hombre, y el de mama, en la mujer. Una conclusión es que los productores parecen tender a un tipo de cáncer con menos impacto visual, "más fotogénico". Por ejemplo, no aparece ningún cáncer colorrectal (muy habitual) o cutáneo.En el cine, hay más dramatismo

Otro aspecto curioso es que en el cine, el 58% de los diagnosticados mueren por la enfermedad, una situación más pesimista que en la vida real, en la que según el estudio, superan el cáncer el 50% de los hombres y el 59% de las mujeres.

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