¿Quitar el cerdo? Integrarse es adaptarse a la situación, no imponerla a los demás

  • Los musulmanes no piden que se quite el cerdo de los comedores escolares, sino que se cumpla la ley que les permite comer otra cosa.

    “Integrarse es asumir lo propio de las sociedades democráticas, que es la pluralidad”, explica el filósofo Fernando Savater.

A woman walks past the fried chicken shop "KFC Hal
A woman walks past the fried chicken shop "KFC Hal

El estado federal de Schaleswig-Holstein, gobernado por una coalición de verdes y socialistas, ha comenzado a retirar la carne de cerdo de los menús de colegios públicos porque creen que así se puede facilitar la integración de los niños musulmanes, cada vez más abundantes en este territorio del norte de lemania, fronterizo con Dinamarca.

La religión islámica prohíbe el consumo de carne de cerdo o de cualquier derivado (jamón, embutidos, salchichas…). Así lo establece el Corán en la Sura 6:145, que dice así: “Di: En lo que se me ha revelado no encuentro nada que se prohíba comer, excepto carne muerta, sangre derramada o carne de cerdo -que es una suciedad-, o aquello sobre lo que, por perversidad, se haya invocado un nombre diferente del de Alá”.

La medida ha levantado un fuerte revuelo y buenas dosis de indignación en la sociedad alemana. Y, sobre todo, en la marca regional en Schaleswig-Holstein del partido de la cancillera Ángela Merkel. Su presidente, Daniel Gunther, ha recordado que “el consumo de cerdo pertenece a nuestra cultura; nadie tiene la obligación de comer carne de cerdo, pero tampoco queremos que la mayoría no pueda elegir esa comida”.Facilitar las cosas dentro de lo razonable

El filósofo Fernando Savater señala una característica de la integración, y es que no pasa por la imposición. “Integrarse es adaptarse a una situación, no imponerla a los demás. Con las religiones no hay que discutir mientras no infrinjan la ley”.

Compara esta polémica alimenticia con el gluten: Se debe tener disponible un menú para quien no puede comerlo, pero no se debe retirar este componente de la dieta. “Todas las religiones son caprichosas, pero si hay un número suficiente de personas, hay que intentar facilitar las cosas dentro de lo razonable”. Según Savater, es una cuestión de cortesía, si no se infringen las leyes.

“Pero la cortesía es algo distinto de la estupidez: una cosa es permitir que puedan alimentarse sin comer cerdo y otra tapar todas las cruces que haya por la calle por si alguien puede sentirse ofendido”, puntualiza Savater.

Según este intelectual de la Universidad Complutense de Madrid, hay que esforzarse en “integrar en el pluralismo” tanto los musulmanes como a los que no lo son. “La identidad democrática es plural, esto significa que conviven una creencias con otras, y que pueden hacer lo que quieran con los límites que establece la ley”, que ordena los derechos de todos.La ley española ya lo prevé

A este respecto, la Junta Islámica Española recuerda que la legislación española reconoce que los alumnos tienen derecho a recibir la alimentación que respete sus costumbres religiosas. Según el artículo 14 del Acuerdo de Cooperación firmado entre el Estado español y la Comisión Islámica, los musulmanes tienen derecho a tomar un menú ‘halal’ (apto para ser consumidos según las ley islámica) en dependencias públicas que sirvan comidas, como colegios u hospitales.

Este mismo derecho asiste a otras confesiones, como la judía, que tampoco comen cerdo, o la católica en miércoles de Ceniza o los viernes de Cuaresma.

Según Isabel Rocío, muchos centros públicos, como colegios u hospitales, no cumplen esta normativa, “que fue aprobada por todos los grupos del Congreso en 1992, y firmada por el Rey” y que implica también la adaptación de horarios en época de Ramadán. En opinión de Rocío, se produce una discriminación a muchas mujeres musulmanas españolas, que "se ven obligadas a sacar a sus hijos del colegio para que coman en casa, lo que les dificulta la integración en el mercado laboral".

“El incumplimiento de esta normativa y de la ley de libertad religiosa, que también reconoce este derecho, fomenta una discriminación real”, asegura. “En estos momentos el cumplimiento de la ley depende de la sensibilidad de la dirección que cada centro tenga a este respecto”.

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