El 10-N rearma al soberanismo y tensa el pulso por el conflicto político en Cataluña

  • La cercanía de la sentencia del procés alimenta el voto independentista y proporciona al soberanismo sus mejores resultados en unas generales.
Fotografía Quim Torra, Laura Borrás, noche electoral / EFE
Fotografía Quim Torra, Laura Borrás, noche electoral / EFE

"No se puede gobernar España sin escuchar a Cataluña", "Con la CUP y ERC, 23 diputados independentistas en el Congreso de los Diputados que defenderán el ejercicio del derecho a la autodeterminación de los catalanes", el presidente de la Generalitat de Cataluña, Quim Torra, utilizó su cuenta de Twitter antes incluso del cierre final del escrutinio electoral en Cataluña para marcar el territorio político que le espera al próximo presidente del Gobierno en relación a la cuestión catalana. Las elecciones generales del 10-N han venido a empoderar el relato soberanista que ha ganado nada menos que seis puntos de respaldo electoral, hasta el 44% de los votos emitidos, y un diputado extra en Madrid, además de abrir la puertas de la Carrera de San Jerónimo a los anticapitalistas de la CUP, el ariete más bravo del frente independentista.

En plena noche electoral, ERC, JxCAT y la CUP salieron en tromba para proclamar la victoria virtual del independentismo en las urnas, por mucho que el bloque constitucionalista -entendido como la suma de los votos del PSC, En Comú-Pode, PP, Ciudadanos y Vox- aún tenga dos diputados más por Cataluña en el Congreso. El vicepresidente del Govern y coordinador nacional de ERC, Pere Aragonés, lo dejó bien claro en su discurso: "El independentismo es más fuerte que nunca, porque hoy ha conseguido el mejor resultado en su conjunto, y por esto quiero felicitar a JxCat, a la CUP, a Bildu y al BNG".

La candidata de Junts x Cataluña, Laura Borrás, también advirtió de que España será ingobernable si "se sigue dando la espalda a Cataluña", en tanto que desde la CUP se auguraba que sus votos serán ingobernables y contra el régimen y que no respaldarán ninguna investidura que "no ponga sobre la mesa el respeto a los derechos y a la dignidad del pueblo catalán". Una línea discursiva que no augura ninguna distensión y que sí parece anunciar el mantenimiento del pulso político que ha bloqueado la situación en Cataluña desde hace un puñado de años.

La cercanía de la convocatoria electoral a la 'sentencia del procés' auguraba curvas. Con las condenas de cárcel a un puñado de eminentes políticos catalanes aún caliente y los disturbios en las calles, la movilización del voto 'indepe' parecía garantizada, como así ha sido tras obtener 100.000 votos más en Cataluña con 300.000 votantes menos. El PSC se ha dejado 180.000 votos por el camino, pero ha salido bien parado porque mantendrá los 12 diputados que obtuvo en abril. Más allá de ahí, el desplome de Ciudadanos ha servido para que PP y Vox ganen otro diputado. La suma de PSOE, Ciudadanos, PP y Vox, los partidos que más abiertamente han abogado en esta campaña por intervenir de manera más o menos decidida en Cataluña, ha perdido cerca de 300.000 votos desde abril. El discurso más conciliador de Podemos ha servido para que En Comú-Podem aguante los siete diputados de abril, cuando las encuestas le auguraban la pérdida de dos de ellos.

Gráfico resultados 10-N en Cataluña

Un campo plagado de minas

El panorama que le espera al próximo presidente del Gobierno es de todo menos confortable. El reparto de escaños que ha deparado el 10-N sitúa a Pedro Sánchez -como más que probable candidato a la investidura- ante un escenario endemoniado en el que si mira a su izquierda tendrá que realizar concesiones al nacionalismo catalán y si mira a la derecha le tendrá que poner la proa con todo lo que ello puede acarrear para la estabilidad política y social en Cataluña y en España. 

La suma de las formaciones nacionalistas más cercanas al independentismo de forma más o menos explícita acapara 36 diputados, una bolsa que resultará clave para sacar adelante cualquier proyecto legislativo en un parlamento aún más fragmentado que el de abril. Su poder en la XIV legislatura no tendrá precedentes: el Bloque Nacionalista Galego ha vuelto al Congreso, Bildu ha pasado de cuatro a cinco escaños, el PNV de seis a siete y ya se ha relatado lo que ha ocurrido en Cataluña. La pinza soberanista en el Congreso tendrá un peso equivalente al de Unidas Podemos y es de prever que intentarán aprovecharlo. 

Nunca antes el soberanismo había tenido tantos diputados y nunca antes la extrema derecha 'antiautonómica' había estado tan representada como con los 52 diputados de Vox, lo que dibuja un panorama extremo y difícil de conciliar si se tiene en cuenta que están pendientes reformas tan críticas como la de la financiación autonómica. La sensación generalizada ayer era que durante los próximos meses se va a seguir hablando y mucho de Cataluña, pero tal vez no solo de Cataluña.

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