Giro político

España, al revés: los andaluces son de derechas y los catalanes de izquierdas

Según cualquier manual de economía política, Cataluña debería ser de derechas y Andalucía de izquierdas pues los ricos son conservadores, y la gente bien situada cree en la libre empresa y critica los impuestos.

Juanma Moreno
España, al revés: los andaluces son de derechas y los catalanes de izquierdas.
CONTACTO vía Europa Press

Cataluña es la comunidad autónoma con más empresas de España: 622.967 empresas, según las más recientes estadísticas del INE en 2022. También es la comunidad con más pequeñas y medianas empresas (hasta 250 trabajadores), pues tiene 359.216 pymes. En cambio, Andalucía ha sido y es una de las comunidades con más desempleo de España: tiene una tasa de paro del 19,43%, casi el doble que Cataluña, según el INE. Tiene un 36% de paro juvenil (la segunda de España), mientras que Cataluña tiene un 25%. Si se comparan ambas comunidades autónomas en términos de poder adquisitivo, Cataluña tiene un salario bruto nominal de 1.725 euros y Andalucía de 1.475 euros, mucho menos. Por decirlo así, los catalanes son los ricos, y los andaluces, menos ricos.

Según cualquier manual de economía política, los catalanes deberían ser de derechas y los andaluces de izquierdas pues sociológicamente hablando, los empresarios son de derechas, los ricos son conservadores, y la gente bien situada cree en la libre empresa y critica los impuestos. En cambio, los asalariados, los parados y los que tienen menos ingresos suelen votar a la izquierda. Pues bien, habría que tirar los manuales a la basura porque en Andalucía y en Cataluña, las cosas se han vuelto del revés. Los andaluces –donde hay más paro y menos pymes que en Cataluña–, son de derechas. Y los catalanes –con más empresas y menos parados– son de izquierdas. La prueba es que en las elecciones de Cataluña en 2021 el voto de izquierdas sumó 1.640.178 votos, y el voto de centro-derechas (PP, Vox, Cs y los independentistas de centro de JxCat) sumó 1.052.855. Es decir, Cataluña votó claramente a la izquierda: casi 600.000 votos más que al centro derecha.

En las elecciones andaluzas que se celebran este fin de semana, todo hace pensar que los andaluces demostrarán que son declaradamente de derechas. El PP, según las encuestas, va a obtener el 48,5% de los votos, cerca de la mayoría absoluta, y mucho más que toda la izquierda junta. A ello se sumaría Vox, y con Cs, con lo cual el centro-derecha convertiría a Andalucía en una de las comunidades más conservadoras de España. Y encima, en Andalucía no hay un voto radical y anticapitalista tan pesado como en Cataluña. La CUP en Cataluña consiguió el 6,67% de los votos. En Andalucía, lo más parecido es Adelante Andalucía de Teresa Rodríguez, y las encuestas le dan entre el 5 y el 5,7%. Son datos que rompen la lógica “economía y votos”.

Desde la Transición, Cataluña ha tenido durante la mayor parte del tiempo a dos partidos de centro-derecha en el poder: Convergencia Democrática y Unio Democrática que formaron CiU. Esta unión estuvo gobernando con cierta holgura de 1980 a 2003. Tras un intermedio de izquierdas (el tripartito formado por PSC, ERC e Iniciativa per Catalunya Verds), el centro derecha volvió a gobernar desde 2010 hasta 2015, aunque en minoría. Desde 2015 gobernó el partido JxCat, que se considera un partido transversal y nacionalista, teóricamente de centro. Desde 2021 hasta hoy gobierna ERC (izquierda) con el apoyo de JxCat. El presidente de gobierno catalán es de Esquerra Republicana de Cataluña, Pere Aragonès.

En cambio los andaluces han tenido desde la Transición un gobierno de izquierdas (PSOE) que ha dominado la política territorial durante la mayor parte del tiempo hasta las elecciones de 2019, cuando ganó el PP. En resumen, las cosas han cambiado en muy pocos años: la izquierda ha ido ganando poder en Cataluña, y la derecha en Andalucía. Cataluña ha sido la comunidad con la burguesía más influyente y activa de España. Fue esta burguesía la que puso en marcha la primera línea de trenes de España, la de Barcelona y Mataró. También fue la misma la que financió el Liceo de Barcelona, y la que con sus donativos levantó la Sagrada Familia, ubicada en el Eixample, que era el barrio de la burguesía barcelonesa. Si de alguna cosa estaba orgullosa Cataluña era de su burguesía: culta, europea, metropolitana, internacionalista, abierta…

También estaban orgullosos los catalanes de que su tierra era como el faro cultural de España. Las grandes editoriales estaban en Cataluña: Planeta, Plaza & Janés (hoy, Random House), Bertelsmann, y los grandes agentes literarios como Carmen Balcells. Autores como García Márquez y Vargas Llosa, los autores más influyentes en el universo escrito en castellano a finales del siglo veinte, vivieron y admiraron Barcelona en los años setenta, y el chileno Roberto Bolaños, en los noventa. Hoy, Cataluña ha perdido gran parte de su imán cultural debido al nacionalismo radical y también porque ha perdido a su vieja burguesía económica. Es la tesis del libro titulado 'La burguesía catalana. Diagnóstico de la élite que perdió su partido' (Península), escrito por Manel Pérez, subdirector de 'La Vanguardia'. En una entrevista publicada en el mismo periódico, Pérez afirma que, a partir del 2012, todo se empezó a derrumbar para la burguesía catalana. En aquellas elecciones, se “liberó el genio de la lámpara, el relevo por fuerzas sociales más radicales. Allí comenzó una larga serie de choques y desencuentros que, in crescendo, llegó hasta la crisis del 1 de octubre del 2017, con el traslado de sedes”. Se refiere a que la sede de las grandes empresas catalana se mudó afuera Cataluña. “La alta burguesía se descubrió sola, sin representación política y sin influencia social”, dice el periodista. El procés, ese movimiento promovido por los independentistas catalanes para alcanzar una Cataluña independiente, al final ha hecho más débil a Cataluña. “El procés era en parte una reacción contra la concentración de poder y riqueza en Madrid, alimentada por el propio Estado y agravada desde la llegada de los gobiernos de Aznar. Y el desenlace final, la marcha de bancos y empresas, le ha dado una vuelta de tuerca más a esa deriva”, afirma Manel Pérez.

A Andalucía se la asociaba con la tierra de los señoritos, los latifundios, los grandes terratenientes, y sobre todo con los jornaleros, los trabajadores del campo, los parados… Durante años, Andalucía ha sido una comunidad asociada al fraude en el cobro del seguro agrario (PER). Era un sistema que permitía a los ayuntamientos contratar a jornaleros en paro, para que completasen un mínimo de jornadas que les daban derecho a ayudas del Estado y al desempleo. A veces no se completaban las jornadas mínimas, y era cuando los ayuntamientos hacían la vista gorda y firmaban jornadas inexistentes. Desde 1986 hasta 2010 se fueron por ese sistema más de 4.000 millones de euros, según cálculos de la Diputación de Jaén.

Aunque cueste creerlo, Andalucía ahora se está convirtiendo en la nueva Cataluña en cuanto polo de atracción empresarial. Google ha decidido instalar su centro de excelencia en Málaga. Lo inaugurará en 2023 en el Paseo de la Farola, en la sede del antiguo Gobierno Militar. Ocupará 2.500 metros cuadrados y ofrecerá “formación, charlas, talleres y mentorías sobre ciberseguridad, además de investigación y desarrollo de producto, uno de los grandes retos asociados a la transformación digital”, según 'Málaga Hoy'. La empresa norteamericana ya compró la empresa malagueña de ciberseguridad VirusTotal, especializada en ciberseguridad, y que es la base del proyecto.

Desde hace años se está desarrollando en esta provincia y ecosistema tecnológico creciente. Dekra, Oracle, TDK se han instalado allí, y Vodafone, está instalando en Málaga su centro europeo de I+D con una inversión de 225 millones de euros. Los anuncios de Google y de Vodafone se hicieron entre 2021 y 2022, cuando el PP gobernaba en la comunidad autónoma. “Málaga hace tiempo que despunta como capital económica de Andalucía: turismo y empresas tecnológicas”, decía hace poco Enric Juliana, director adjunto de 'La Vanguardia' en su columna semanal.

El Parque Tecnológico de Andalucía (PTA), autodenominado el Silicon Valley de Europa, se ha ido llenando de multinacionales. “Málaga alberga 60 empresas internacionales, la mayoría de las cuales tienen su sede en el PTA y emplean a profesionales internacionales de más de 30 países. En total, 630 empresas, más de 150 'startups' y algo más de 20.300 personas”, dice su propia página web.

Desde el punto de vista de los impuestos, Andalucía ha emprendido una notable rebaja fiscal. El gobierno del PP redujo los tramos del IRPF de ocho a cinco. También redujo el tipo mínimo autonómico del IRPF del 10% al 9,5%, y el máximo de 24% a 22,5%. Cataluña, en cambio, sigue siendo una de las comunidades con los tipos del IRPF más elevados en el tramo autonómico: están entre el 12% (el mínimo) y el 25% (el máximo). Según un informe del Registro de Economistas y Asesores Fiscales titulado “Panorama de la Fiscalidad Autonómica y Foral” (2022), en 2021 Cataluña continuó siendo la comunidad con impuestos más elevados para contribuyentes con salarios brutos de entre 20.000 y 30.000 euros al año.

En Andalucía, además, han sido magnánimos con los impuestos de sucesiones, los cuales, tras la reforma del PP y Ciudadanos, se bonificarán en un 99%, poniéndose a la altura de comunidades como Madrid. Según el presidente de la Federación Nacional de Asociaciones de Trabajadores Autónomos (ATA), Lorenzo Amor, la medida supondrá un ahorro fiscal de 323 millones de euros: beneficiará a más de cuatro millones de andaluces. El impuesto al Patrimonio, típicamente a los ricos, se ha suavizado en Andalucía pues aumentó el mínimo exento de 700.000 euros hasta 1,5 millones de euros, pero solo a contribuyentes con discapacidad. En Cataluña, se empieza a pagar impuesto al Patrimonio cuando se tiene un patrimonio desde 500.000 euros. Es como decir que alguien es rico a partir de medio millón de euros, mientras que en Andalucía es a partir de 700.000 o más.

En Cataluña, una comunidad con enormes patrimonios familiares, el impuesto de sucesiones varía entre un 7% y un 32%, aunque tiene muchas bonificaciones. En 2019, el gobierno de Cataluña (centristas e izquierda), suprimió las bonificaciones, lo cual causó un revuelo en las empresas familiares catalanas. El Cercle Català de Negocis se quejaba en sus redes sociales de que en Dinamarca “se grava con un 15% el impuesto de Sucesiones, mientras que en Cataluña es de un 32%”.

Un reportaje realizado por 'El Periódico de Cataluña' en junio de este año y titulado 'Qué te ahorrarías en la renta si ni fueras de Catalunya' indicaba que los contribuyentes medios en esa comunidad autónoma eran los que más pagaban de toda España. El IRPF tiene una parte estatal; pero la parte autonómica la fijan los gobiernos locales, dentro de ciertos límites. La catalana es la máxima. De seguir estas tendencias político económicas no sería de extrañar que, en un futuro próximo, los andaluces se empezaran a quejar de que sus impuestos “van a parar a Cataluña”, que “los catalanes están viviendo del cuento” y que “Cataluña nos roba”. España, al revés.

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