Rivera planea su vuelta al sector privado lejos de Barcelona y pendiente de Caixa

Albert Rivera, Ciudadanos, dimite
Albert Rivera, Ciudadanos, dimite
EFE

Albert Rivera ya mira a su futuro. Este viernes cumple 40 años, su primer cumpleaños en los últimos trece fuera de la política. Y lo hace pensando en el sector privado. El ya expresidente de Ciudadanos es consciente de que le queda por delante una larga vida laboral y, según sus colaboradores, mira a la empresa como su destino en los próximos meses. Según fuentes de su entorno, su futuro se orienta hacia Madrid, donde ha fijado su lugar de residencia y donde tiene buena parte de su nueva vida tras la dimisión.

El entorno de Rivera descarta así que pueda incorporarse a su puesto de abogado en La Caixa en Barcelona. Al menos, de momento. Se va a tomar unos días de descanso y luego decidirá. El catalán era uno de los abogados del equipo jurídico de Caixabank en 2006, cuando pidió la excedencia, sin que conste que tuviera en ese momento un cargo de mayor responsabilidad. En el seno de la entidad no consta que haya pedido su reincorporación a ese puesto, si bien la ley puede obligar a que, de hacerlo, se tenga que estudiar su vuelta en un cargo de similar categoría y sueldo.

Fuentes oficiales de la entidad financiera rechazan hacer comentarios sobre la situación personal de uno de sus exempleados, sobre todo ahora que se va a dedicar de lleno a la empresa privada y ha salido del partido y de la política.

¿Un despacho de abogados?

Con su experiencia de abogado dentro del área de derecho bancario y el añadido de la agenda que ha ido acumulando en los últimos años al frente de Ciudadanos, Rivera es un buen candidato para entrar en un bufete de abogados que se dedique al derecho de los negocios, tal y como hizo la exvicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría (ahora en Cuatrecasas) y algunos otros políticos como Rafael Catalá, Ángel Acebes, José María Michavila o Francisco Caamaño.

Algunos de los grandes despachos de este país son reacios a fichar a expolíticos que hayan estado demasiado significados en algún Gobierno, a pesar de la jugosa agenda de contactos que puedan llevar consigo. Una de las claves de este tipo de despachos es la reputación y la calidad técnica de sus profesionales, y cuando se ficha a un expolítico hay que estar muy seguro de que, a medio y largo plazo, no pueda saltar algún suceso inapropiado o contrario al código ético del despacho en el que pudiera haber estado implicado en el pasado.

En el caso de Albert Rivera, sus responsabilidades de Gobierno no han sido tan amplias como puedan ser las de exministros o exaltos cargos de algún Ejecutivo, a lo que se añade que ha presidido un partido en el que no ha habido que lamentar casos de corrupción en los últimos diez años, como él mismo ha recalcado al anunciar su salida de la política este lunes. Ese hecho, unido a que se trata de una persona joven y con mucha experiencia en las relaciones institucionales, pueden ser un valor a la hora de que opte a algún despacho.

No obstante, fuentes consultadas en el sector de la abogacía de los negocios aseguran que, en estos momentos, la mejor opción que podría tener es la de montar su propio despacho o consultoría legal, o incorporarse a alguna ‘boutique legal’ especializada en las áreas en las que ha trabajado o que más controla (bancario, constitucional, etc…), que tienen menos exigencias y complejidad que el trabajo que se realiza en los grandes bufetes de abogados españoles.

Albert Rivera se queda sin sueldo. No obstante, sí que puede cobrar la llamada indemnización por cese del Congreso. Es el equivalente a una mensualidad de la asignación constitucional por cada año que el parlamentario ha estado en el Congreso con un límite de 24 mensualidades. Rivera ha estado cuatro años. Esta indemnización debe solicitarse de forma expresa y no la podrán percibir los diputados que ya tengan otra actividad remunerada.

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