Rivera y Casado quedan fuera de juego en su lucha por liderar la oposición al PSOE

  • Los dos líderes de la derecha repiten sus reproches electorales y acusan al presidente por enésima vez de preferir al separatismo y romper España.
Albert Rivera, en la sesión de investidura
Albert Rivera, en la sesión de investidura

Pablo Casado y Albert Rivera, los líderes de los dos partidos mayoritarios de la derecha, quedaron ayer fuera de juego en un debate de investidura en el que todo se jugaba al posible acuerdo del PSOE y Unidas Podemos. Los respsonsables de PP y Cs se enzarzaron con dos intervenciones muy repetitivas que recordaban más la campaña electoral y su propia pugna por liderar la oposición,  que a un discurso sobre la formación de un futuro Gobierno. Ambos partidos se enrocaron en el 'no' a Sánchez a pesar de la insistente petición del presidente en funciones para que se abstuvieran, Rivera con una intervención que volvió a rozar el insulto y la descalificación sin orden y Casado en un papel más institucional. Ninguno de los dos llegó a inquietar a Sánchez en el inicio del debate, que fue incluso duro en sus replicas en ambos casos.  

Las dos formaciones políticas se jugaban este lunes algo más que una mera votación en el debate de investidura de Pedro Sánchez. De su actuación y sus discursos contra el candidato socialista se pretendía vislumbrar también quien de los dos principales responsables de la derecha en España puede ejercer con más fuerza el papel de líder de la oposición en el Congreso de los Diputados. Por número de escaños, le corresponde ese papel al PP (66 frente a 57 de Cs), pese a que Rivera lo detenta desde la misma noche electoral. Al final, el debate no dejó nada claro, salvo una mayor beligerancia en la tribuna entre Sánchez y Rivera, frente a un discurso de Casado más moderado y centrado en negar la mayor a Sánchez en todo lo que propone, sin entrar en demasiados detalles. 

Después de dos horas de intervención inicial de Pedro Sánchez y seis ejes de propuestas, si hay algo que no se le podía reprochar este lunes al candidato socialista a presidente del gobierno es que llegaba sin un programa ni un plan. Tal vez en ese detalle ha estado el acierto de Rivera a la hora de centrar su discurso contra "el plan de Sánchez y su banda de independentistas, pactado en la habitación del pánico y que hay que controlar, vigilar y desmontar", frente a la insistencia de Casado en negar la mayor y acusar al presidente en funciones de no tener un nada definido, para cargar de nuevo contra él por "cumplir con la radicales y romper con España". 

El presidente del PP se limitó a plantear cinco preguntas fáciles para contestarse a sí mismo con los grandes reproches políticos contra el PSOE que se han oído durante la campaña electoral pasada, mientras que el líder de Ciudadanos cargaba contra el "sectarismo" que, a su juicio, ha resurgido en las filas socialistas "donde el que no tiene carné, es un fascista". Hasta una docena de ejemplos de ser "socialista o fascista" dentro del 'plan Sánchez' hizo Rivera, cargando sobre todo contra las actuaciones de la vicepresidenta Calvo y el ministro de Justicia, Grande Marlaska, durante la celebración de las fiestas del Orgullo Gay en Madrid.

"Cuando usted forme su gobierno, desde el minuto uno va a tener una oposición -le advirtió Rivera a Sánchez-, que será firme contra su plan y leal con todos los españoles". El líder de Cs salió a la tribuna tras la intervención de Casado y aprovechó incluso para criticar al líder del PP al recomendar al presidente en funciones que le llame para llegar a acuerdos sobre el nombramiento de jueces o el consejo de RTVE, "que yo le llamaré para hablar de España, de pactos de Estado contra la despoblación, contra el terrorismo, contra el cambio climático o por la ciencia".

Rivera y Sánchez llegaron a hacer dos turnos de contrarréplica cada uno, en el momento más álgido del debate de la tarde de este lunes, antes de que llegara la intervención del líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias. Rivera insistió entre reproches de la bancada socialista en que "nos van a escuchar cada día, con 4,3 millones de votantes detrás, así que sean pacientes; si piensa que esto iba a ser un paseo, lo lleva claro, y cuando Marlaska o Calvo nos echen la bulla otra vez, saldremos de nuevo a la calle, no nos vamos a cortar". Al final, las soflamas de Rivera llegaron a inquietar incluso a algunos miembros de su partido, que no son partidarios de llevar las cosas a un nivel tan bajo. 

Réplicas duras contra la derecha

El líder del PSOE tampoco escatimó sus recursos en los turnos de réplica que utilizó contra Casado o Rivera, a quienes pidió la abstención para no bloquear su proyecto de gobierno y llegó a responsabilizar de la convocatoria de unas nuevas elecciones si no se consigue. El presidente en funciones reprochó a ambas formaciones sus acuerdos con Vox, pero cargó con especial beligerancia contra Ciudadanos, por negarlos y "pelearse con la realidad en todo momento", con el "coste insoportable que están sufriendo entre el colectivo LGTBI que les apoyaba en Murcia o Andalucía". "No me gusta poner etiquetas, pero no me resisto -criticó Sánchez a Rivera-, su etiqueta es reversible, como las chaquetas".

En el caso de Pablo Casado, tras el discurso recurrente lleno de metáforas sobre el "elefante morado con lazo amarillo" que no ven en su acuerdo con Podemos, Sánchez fue incluso cruel al reprochar al líder del PP su "hipocresía colosal por no haber reconocido nada de la culpa de su partido en el conflicto de Cataluña", para llamarle después a mirar a su bancada y preguntarle "cuántos diputados vascos hay, que levante la mano alguno", a sabiendas de que no tienen representación de esa autonomía y solo un escaño de Cataluña. "No solo le están dando la espalda los nacionalistas en Cataluña y el País Vasco, también lo están haciendo los constitucionalistas", apuntilló Sánchez.

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