Escenario institucional

Rosas blancas para las víctimas del virus en el año más duro para la Familia Real

La foto del homenaje de Estado a las víctimas de la Covid no podía faltar este año junto al Rey como ejemplo del compromiso de la Casa Real con la sociedad en sus peores momentos.

rosas pebetero rey
Rosas blancas para las víctimas del virus en el año más duro para la Familia Real
Casa Real

Apenas cuatro horas después de que la UE alcanzara un acuerdo sobre el Brexit, el rey Felipe VI aparecía ante todos los españoles respaldado por la bandera nacional y por la europea, en un mensaje que no se ha olvidado de recordarnos a todos que el entorno europeo es la base sobre la que progresar desde nuestro acervo histórico. La Sala de Audiencias del Palacio de La Zarzuela era el escenario solemne para uno de los discursos más esperados del monarca desde dentro y fuera de nuestras fronteras, y el simbolismo elegido en el escenario también estaba pensado para ser una reafirmación más del compromiso de la Casa Real con la sociedad en general, en sus propias palabras, “en la vida cotidiana que da forma al carácter de una sociedad como la nuestra”.

La calculada escenografía del discurso del Rey no podía fallar en el año más duro de los que se recuerdan en las últimas décadas y ante su aparición más esperada desde uno y otro lado del espectro político y social. Las dos fotos enmarcadas a la derecha del monarca recogían uno de los momentos más importantes del compromiso de la Casa Real con los afectados por la pandemia: el homenaje de Estado a las víctimas de la Covid del mes de julio en el Palacio Real, con el Rey y la Princesa de Asturias en el momento de depositar rosas blancas ante el pebetero.

En ese lado institucional de la foto buscada para el momento también se encontraba como cada año, un ejemplar de la Constitución Española, nexo común de todos los discursos del Rey desde que tomara posesión hace seis años y una de las claves de bóveda de la monarquía constitucional que rige en nuestro país. Una Carta Magna en la que se basa la pluralidad y la diversidad del país, que cuenta con un reflejo cada Navidad al final de los mensajes reales, cuando se despide de todos los españoles en tres lenguas además del castellano: el euskera, el catalán y el gallego.

En este marcado ejercicio, tras pasar un 2020 para olvidar, Felipe VI ha elegido una imagen sobria y seria, como el momento que vive el país: traje gris marengo, camisa blanca y corbata azul, clásico e institucional, una actitud que ha marcado los trece minutos y medio de su intervención, grabada un día antes y medida hasta el más mínimo detalle en las 1.697  palabras y en todas las imágenes.

Todos los escenarios

Junto a las fotos institucionales que todos los años marcan el día de Navidad en los medios de comunicación, la Casa Real se ha encarado en este ejercicio en destacar también con fotos toda la actividad que la Familia Real al completo ha realizado en uno de los peores años desde su proclamación. El compromiso con la gente de la calle, de los pueblos y de los barrios, se puede ver en esas imágenes al lado de las reuniones en La Zarzuela, en el mismo escenario en el que el Rey hace su discurso, para entender y hacerse eco de las necesidades de los diferentes colectivos que han luchado con todo contra el maldito virus. 

El lado izquierdo de la composición lo ocupan, como suele ocurrir, los símbolos navideños. Era la única concesión a la alegría de estas fiestas, pero con un nacimiento del Niño Jesús también austero, con la Virgen María y San José, en tallas que pertenecen a la colección privada de la Casa Real. Como es lógico, el aderezo lógico del árbol de Navidad no podía faltar. 

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