Rousseff y Lula rinden el último homenaje al fallecido exvicepresidente Alencar

Río de Janeiro.- La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, y su antecesor, Luiz Inácio Lula da Silva, rindieron hoy un último homenaje al exvicepresidente José Alencar, fallecido este martes víctima del cáncer contra el que llevaba una década de lucha.

Rousseff y Lula asistieron en la ciudad de Belo Horizonte a una misa de cuerpo presente en su honor, celebrada en el Palacio de la Libertad, antigua sede del Gobierno regional del estado de Minas Gerais, de donde era oriundo el exvicepresidente.

Durante la ceremonia religiosa, ambos políticos volvieron a dar muestras visibles de su conmoción, aunque Lula, más sereno, no lloró en público como hizo este miércoles en los funerales de Estado realizados en el palacio presidencial de Planalto de Brasilia.

El ataúd de Alencar fue velado por su familia, la clase política y empresarial de la región y miles de personas que se congregaron frente al palacio para despedirse del único vicepresidente que acompañó a Lula durante sus ocho años de gobierno, entre enero de 2003 y enero pasado.

Los restos mortales del político fueron trasladados hoy desde la capital brasileña en un avión de la Fuerza Aérea y después fue transportado por las calles de Belo Horizonte en un camión histórico del cuerpo de bomberos, que data de 1959.

Está previsto que el cuerpo de Alencar sea incinerado hoy en el cementerio de Contagem, ciudad vecina a Belo Horizonte.

Alencar, que dejó el cargo el pasado 1 de enero, ha sido el único vicepresidente de Brasil que ha recibido honores de jefe de Estado al ser velado en el palacio de Planalto.

Tras su fallecimiento, han dado sus condolencias los Gobiernos de diversos países como Argentina, Colombia, Paraguay y Francia, además de la clase política brasileña en pleno.

El Gobierno brasileño decretó este martes siete días de luto por la "pérdida irreparable para el país", en palabras de su sucesor en la vicepresidencia, Michel Temer.

El político falleció este martes en Sao Paulo a los 79 años por un cáncer intestinal del que estuvo aquejado en la última década y que le obligó a pasar por el quirófano cada vez con más frecuencia, hasta en 17 ocasiones.