Rumbo a sus raíces en el ferry desde Alicante a Argelia

  • Alba Blanco.

Alba Blanco.

Alicante, 27 ago.- Fatimatu regresa de pasar sus vacaciones en Vitoria con algunos familiares, Amrouch celebrará la fiesta del fin de Ramadán con los suyos y Krimo vuelve a su Argelia natal para recuperarse de una operación de rodilla.

Tres personas diferentes con un denominador común: estar entre los 52.500 que han viajado desde Alicante a los puertos de Orán o Argel desde que el pasado junio se iniciara la "Operación Paso del Estrecho".

Fatimatu Mohamed espera sentada junto a su madre y su tía en los bancos de la terminal marítima, que explota TMS, para embarcar rumbo al puerto de Argel, después de haber pasado un mes de vacaciones junto algunos familiares que viven en Vitoria.

A sus 22 años, esta saharaui tiene las cosas muy claras y explica a Efe que estudia tercero de periodismo en Argelia para "dar a conocer al mundo entero la situación de opresión marroquí", que viven sus compatriotas en los campamentos de refugiados.

Tiene los pies en la tierra, es consciente que para hacerse un hueco en el periodismo le queda un largo camino por recorrer, en el que su principal obstáculo radica en el hecho de "ser mujer".

En la fila para sacar el pasaje también aguarda Amrouch Hamza, argelino de 48 años afincado en París, que reconoce que viaja ilusionado con su mujer y su hijo a Argelia donde, además de reencontrarse con su familia después de tres años, podrá celebrar la fiesta del fin del Ramadán.

Mientras, en un rincón de la terminal, Krimo Guellaoui ameniza la larga espera con versículos del Corán y cuenta que viaja al país magrebí para recuperarse junto a los suyos de una intervención de rodilla.

Guellaoui, que desde hace siete años vive con su hermano en la región francesa de La Vendée, ha explicado que, cuando el viaje coincide con el Ramadán, como es el caso, su religión les permite ingerir alimentos durante el día del viaje "para poder sobrellevar mejor el traqueteo del barco", aunque personalmente él ha decidido no saltarse el ayuno.

Precisamente para que personas como Guellaoui puedan cenar antes de embarcar, durante el mes que dura el Ramadán se ha retrasado el horario de embarque, normalmente previsto para las 20.00 horas, hasta las 23.00 horas, posponiendo hasta cerca de la una de madrugada la salida del ferry.

Además del retraso en los horarios, la celebración del Ramadán se percibe en el ambiente en la terminal, especialmente en la mezquita situada en la primera planta, donde una quincena de hombres rezan en dirección a La Meca.

Mohamed Reda pasea por la terminal a la espera de que su mujer embarque. Aunque este hombre de 48 años acostumbra a tomar al menos una vez el año el ferry desde que dejara su Argelia natal en 1991, esta vez tiene que quedarse en Castellón sin poder visitar a sus dos hijos, de 9 y 12 años, que desde hace un par de años viven con sus abuelos maternos en Argelia.

Reda reconoce entristecido que le gustaría acompañar a su mujer para poder ver a sus hijos, pero esto tendrá que esperar. Mientras, seguirá buscando un trabajo estable que le permita conseguir su sueño: poder volver a reunir a su familia en poco tiempo.

Para Otsman Yahia, el precio de los billetes, que puede oscilar desde los 400 hasta los 1.000 euros, en caso de embarcar el coche, es excesivamente caro: "Algunas familias no pueden bajar en dos o tres años por la crisis", lamenta Yahia, que asegura que pagar 900 euros por viajar en ferry es "una ruina".

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