Pesar en la City: "Tenemos un Brexit que no vale y una fecha de salida. Nadie gana"

  • Los expertos advierten que si el sustituto de May reabre lo ya comprometido, no se puede pactar en cuatro meses lo que ha costado hacer año y medio. 
Theresa May anuncia su dimisión
Theresa May anuncia su dimisión
EFE/ Neil Hall

Cuando el Consejo Europeo del mes de abril decidió una prórroga hasta el 1 de octubre para alcanzar un acuerdo sobre el Brexit con Reino Unido, no se tenía descontado del todo todavía que Theresa May podía tirar la toalla antes de esa fecha. En aquella ocasión se establecía que “durante el período de prórroga, el Reino Unido deberá actuar de manera constructiva y responsable, de acuerdo con la obligación de cooperación leal que establecen los tratados y teniendo en cuenta su condición de Estado miembro saliente”, algo que ahora ha quedado más que en duda.

Sin May y con la previsible toma de control del país por parte de la derecha más conservadora del partido ‘tory’, la sombra de un Brexit duro y sin acuerdo con la UE ha vuelto a tomar peso y ha levantado de nuevo todas las alarmas en las empresas españolas con intereses en Reino Unido, que no deja de ser uno d ellos principales destinos comerciales de España y de los inversores más importantes en nuestra economía. Con ese escenario “tenemos sobre la mesa un acuerdo que no vale y una fecha de salida; así no se puede hacer nada”, señalaba un este viernes un asesor español de alto nivel.

Esa visión pesimista que ha sobrevolado en la mañana de este viernes por toda la City y el sector privado, era corroborada por el Gobierno español, que admite sin ambages que estamos ante el peor de los escenarios posibles, con “un nuevo líder conservador duro, un Brexit duro y un tiempo duro”. A dos días de las elecciones europeas, el Ejecutivo reconoce que “un Brexit sin acuerdo es una realidad casi imposible de frenar”, algo que va a imposibilitar que haya un periodo de transición para adaptar a la nueva situación el funcionamiento de empresas y ciudadanos comunitarios en suelo británico, y viceversa. Aún así, desde Moncloa se advierte que el Real Decreto Ley aprobado en el mes de abril "(al que se opuso el PP) ya lo deja todo preparado para un Brexit duro".  

En el mundo de los negocios la visión se ha tornado a negativo después de que los grandes gestores de empresas y fondos de inversión confiaban en un periodo tranquilo hasta el mes de octubre. “Ahora hay que esperar, al menos, seis semanas para que haya un nuevo líder conservador británico y negociar con ellos en apenas cuatro meses las mismas medidas que hemos tardado en pactar más de un año y medio”, advierte José Miguel Alcolea, socio de litigación y arbitraje de Garrigues, que asesora a grandes empresas con presencia en Reino Unido. Ante el escenario más duro de ruptura sin acuerdo con la UE, una de las claves pendientes de resolver sería la frontera entre Irlanda y Reino Unido, que debería cerrarse. “El problema es que sin acuerdo, todos perdemos, y nadie sabe en este momento si es sensato ponerse a empezar de nuevo con la negociación, con tan escaso margen de tiempo”, advierte Alcolea.

En esa misma línea, Antonio Pastor, consultor en Herbert Smith Freehills Spain y profesor de Derecho Internacional Público y Derecho de la Unión Europea, recuerda como la propia Theresa May ha subrayado en su discurso de dimisión la importancia de los compromisos, pero advierte que “su dimisión no aporta certidumbre a la gestión del Brexit si su sustituto pretende reabrir lo hasta ahora comprometido, teniendo en cuenta que la UE considera que el acuerdo de retirada fue adoptado en noviembre de 2018, el tiempo apremia”.

Los deberes hechos a falta de imprevistos

Tanto desde el Gobierno como por parte de los principales despachos que asesoran a empresas con intereses en España y Reino Unido se advierte que, pese a la mala situación a la que se ha llegado, la mayor parte de las grandes empresas españolas ha hecho bien los deberes y, a falta de los imprevistos que puedan surgir”, tiene ya descontados los efectos del Brexit. “El problema es que se salde todo en octubre con una mera declaración de ruptura, un ‘delivery’ sin más, porque entonces habrá que estar preparados para los inconvenientes que surjan”, advierte Alcolea.

Por un lado, la mayor parte de los inversores y las compañías españolas con intereses comerciales en suelo británico ya se han cubierto ante el impacto que un cierre de fronteras y mercados pueda tener en la relación del euro con la libra esterlina. Los analistas han advertido que el efecto divisa puede trastocar algunas de las contabilidades en las que las ventas en Reino Unido tengan un gran peso, como los grandes grupos españoles de distribución o el sector de la automoción. Además, los costes para colocar el producto allí se elevarán si no se cierra un acuerdo aduanero que suavice su gestión y se instalan los costes arancelarios que en la UE se manejan para terceros países, algo que perjudica tanto al retail español como a la industria transformadora o de bienes de equipo.

Para solventar estos impactos, hace tiempo que muchos de los grupos españoles que operan con Londres o desde la capital británica hacia el resto del mundo han creado sus propias empresas locales, de forma que su funcionamiento en ese mercado no sufra los inconvenientes de ser foráneo, y quede salvaguardada la estructura de origen de la compañía de los vaivenes que puede sufrir un país que quiere ir solo en el mundo.

A pesar de esa preparación que lleva tiempo fraguándose, Pastor advierte desde Herbert que “los ciudadanos y las empresas españolas con intereses en el Reino Unido necesitan imperiosamente que las instituciones británicas alcancen una solución política y jurídica que resulte satisfactoria para la UE. Lo más juicioso es que esos ciudadanos y empresas se preparen convenientemente para lo que pueda venir". Es lo mismo que decía este viernes el ministro español de Exteriores, Josep Borrell, la necesidad de que el próximo primer ministro británico "valore todos los costes y los inconvenientes" que tendría un Brexit que no se base en el acuerdo negociado entre Bruselas y Londres. “Pero si ya no están los conservadores moderados y los que mandan son los más duros, la cosa pinta mal”, advierten los expertos consultados.

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