Sánchez aprovecha el Foro de Davos para vender su modelo de transición ecológica

  • Asegura que en España se movilizarán 200.000 millones de inversión en una década, siempre que se cuente con el apoyo del sector financiero. 
Pedro Sánchez en Davos
Pedro Sánchez en Davos
EFE

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se ha desmarcado este miércoles en el Foro de Davos con una recomendación a todos los países europeos para que apliquen una transición ecológica como la española, como motor para la creación de empleo y la generación de inversiones. El presidente ha hecho un balance de los retos que conlleva la cuarta revolución tecnológica en marcha y ha hecho hincapié en que el aspecto clave de todo a nivel global va a estar en lograr una buena coordinación europea en la lucha contra el cambio climático, “porque es algo que va a afectar a todos los sectores”.

Como ejemplo, ha asegurado que en España, por cada puesto de trabajo que desparezca en ese vuelco hacia la ecología, se van a crear otros cuatro, fruto de la movilización de unos 200.000 millones en inversiones en toda la década, el 80% de ellos procedentes del sector privado. Eso sí, para completar el proceso, el presidente ha advertido que se necesita la colaboración de las empresas, los ciudadanos y, sobre todo, el sector financiero.

La gran amenaza que el líder socialista español ve para esa apuesta global por la economía ‘verde’, el feminismo y el desarrollo tecnológico es la visión pesimista y negra que en todo ese proceso ven los movimientos populistas. “La ecología a veces se ve como una actividad sin ganancias; la globalización se percibe como reto a la identidad nacional, y no como fuente de riqueza; el feminismo como oposición y no como igualdad de oportunidades; y los cambios demográficos se presentan como lucha entre mayores y jóvenes y no como equidad intergeneracional”, ha advertido el presidente español. Y a su entender, el riesgo de todo ello no es contra uno u otro país, sino un peligro para la democracia. La solución: “Poner a la política y la economía a trabajar juntas y revertir el modelo negativo de la globalización”.

Ante las preguntas del moderador, Sánchez se ha mostrado convencido de poder influir en las políticas europeas con este planteamiento progresista y ecológico, incluso para luchar contra los males que pueda traer el Brexit. Para el presidente español, la ruptura con el Reino Unido genera retos y oportunidades, confiado en que el resto de socios europeos lo podrán aprovechar para ultimar la unión económica y monetaria pendiente. Junto con la apuesta por el cambio climático, Sánchez cree que Europa podría apostar ahora por regular de forma coordinada en el área financiera y fiscal, poner un seguro de paro en toda la UE o fijar de una vez por todas una política común sobre los flujos migratorios.

Aprender de la crisis y proteger a Europa

En un plano más como estadista internacional que como líder de un Estado, Sánchez ha resaltado la necesidad que tiene Europa de adelantarse a China y a Estados Unidos, para no quedarse como un mero acompañante de su desarrollo comercial y económico, sin voz ni voto. A su entender, es necesario reformar la Organización Mundial del Comercio (OMC) para dar más peso a las economías del Viejo Continente, que ha salido a duras penas de una de las crisis más duras de su historia.

“Corremos peligro de olvidarlo todo, lo que hemos sufrido y nuestros errores, si una vez que ha pasado bajamos la guardia”, ha advertido en su discurso. Para no perder el compás que lleva la revolución tecnológica en marcha, el líder español ha advertido que es necesario aprovechar sus ventajas en mejorar la vida de la gente, para no acrecentar la brecha tecnológica, porque “las desigualdades nos destruyen a todos, y eso es una aberración ética”. “En el siglo XXI es irresponsable ignorar el impacto de la economía; las decisiones van más allá que un mero resultado financiero”, ha aseverado.

Como era de esperar, el presidente ha aprovechado su intervención en Davos para presumir de que España es el país que más crece de la UE, a pesar de haber perdido “los vientos de cola” y de los riesgos que plantean las fuerzas populistas.

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