La reforma del mercado energético a la vista

Sánchez busca ser el interlocutor válido de gas con la UE tras la caída de Draghi

Lo que le permitiría erigirse como una voz autorizada en Bruselas en la toma de decisiones. Las elecciones
italianas de otoño despiertan dudas ante el temor de que la favorita, Giorgia Meloni, se alce con el poder. 

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Sánchez busca ser el interlocutor válido de gas con la UE tras la caída de Draghi.
EDUARDO PARRA

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, deslizó en su aparición ante los medios el pasado viernes de la importancia que va a tener la energía y, en concreto, el gas para la Unión Europea (UE) el próximo curso. Una crisis que, por primera vez, afecta de forma más intensa a los países del norte de Europa en lugar de los del sur. Precisamente esto último generó una competencia entre los líderes de los países del Mediterráneo por erigirse como esa gran voz autorizada ante Bruselas. Sin embargo, la caída del expresidente del Banco central Europeo (BCE), Mario Draghi, da vía libre a Sánchez para alzarse como una figura crucial en los posibles recortes de gas de invierno o en la futura reforma del mercado energético. 

Para Sánchez, el próximo año es clave para su devenir político. La mayoría de las encuestas coinciden en una victoria de la derecha. Un escenario que ha activado todas las alarmas en Moncloa: no hay tiempo que perder... ni tampoco nada que perder. Sánchez va a ir con todo y así lo demostró el pasado viernes durante la presentación del informe de rendición de cuentas del Gobierno, anunciando no solo la aprobación de un plan de eficiencia de ahorro energético este próximo lunes, sino, además, su propuesta de desacoplar el gas del mercado energético europeo y topar las emisiones de CO2. Es decir, ni más ni menos que liderar el cambio en las reglas de juego de la política energética de la UE.

Hace dos semanas, en pleno huracán político en Italia, la continuidad del primer ministro italiano, Mario Draghi, aún pendía sobre un hilo. En medio de esas tensas horas que se vivían en Roma, el político italiano apuntaló con un viaje exprés al norte de África uno de los legados que deja para su país: ser el principal cliente de gas de Argelia. Una realidad que lanza a Italia en la carrera por convertirse en un actor indiscutible en la crisis energética que, con toda seguridad, sufrirá Europa el próximo invierno. Sin embargo, la caída del exmandatario del Banco Central Europeo cambia el escenario por completo: las nuevas elecciones de otoño despiertan incertidumbre en Bruselas ante el temor de que la favorita en las encuestas, la nacionalista Giorgia Meloni, se alce con el poder.

Un nuevo tablero político que abre una oportunidad para España. Así, si se materializan las encuestas en Italia, el Ejecutivo de Sánchez se apreciará desde Bruselas como un gobierno relativamente estable con el que, además, se puede dialogar y negociar. De esta forma, nuestro país gana capacidad y margen de maniobra en las futuras decisiones que tome Europa. Un país -el nuestro- que hasta hace no mucho escenificó una ruptura en sus relaciones con Argelia que le alejó del dominio del gas en el Mediterráneo. Sin embargo, la fuerte apuesta de gobiernos predecesores por conseguir autonomía en el suministro del hidrocarburo a través de hasta seis regasificadoras (que permiten estacionar gas líquido de cualquier parte del mundo) permite a España transmitir una imagen de solvencia durante esta crisis.

Una independencia del gas que se puede observar a través del último informe de importación de gas de nuestro país. Así, en el acumulado de todo el año, el 34,4% del hidrocarburo desembarca a través de los metaneros procedentes de EEUU, mientras que el 24,7% por medio, principalmente, del gasoducto argelino de Medgaz. No obstante, el tercer país al que más importa España, con el 10,1%, es la Rusia de Vladimir Putin, el hombre que amenaza con poner en jaque el sistema energético de Europa. Un porcentaje que, aunque es menor que el de otros países europeos (que se aproximan al 100%), no es nada desdeñable.

Los expertos energéticos coinciden en que esta apuesta por el GNL tiene sus efectos perversos: la inestabilidad y los precios. En aquellas importaciones que no se rigen por contratos a largo plazo, los metaneros siguen eligiendo su destino según el mejor postor, lo que convierte esta vía en una encrucijada en momentos de urgencia. En cambio, el gasoducto se guía por unos precios fijos y bajo la estabilidad que ofrece el tubo.

Sánchez, cuya imagen en el exterior es sensiblemente superior a la que tiene dentro de su país, ya ha conseguido varias victorias en Bruselas en el ámbito energético. En primer lugar, consiguió que España -junto con Portugal- pudiera topar el precio del gas en el 'pool' por su baja interconexión eléctrica con Europa. Por otro lado, y de forma más reciente, ha conseguido reducir el ahorro de gas del 15% que pedía la UE a los países miembros hasta un 8%. Ahora, y tras el caos político desatado en Italia, confía en erigirse como el interlocutor válido de gas con la Unión Europea.

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