Los problemas se acumulan

Pedro Sánchez se ve acorralado y apunta a un anticipo de las elecciones generales

Se masca en el ambiente un gran malestar que roza la tragedia y que exige cortar alguna cabeza -léase ministra o directora del CNI- y que provoca a su vez mucho nerviosismo en Moncloa.

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Pedro Sánchez se ve acorralado y apunta a un anticipo de las elecciones generales.
POOL MONCLOA / BORJA PUIG DE LA BELLACASA

Esta semana la tormenta perfecta se ha posado sobre la cabeza del presidente del Gobierno y le ha entregado en bandeja de plata la mayor crisis institucional de los últimos meses en formato espionaje, teléfonos pinchados y falsas verdades. Se masca en el ambiente un gran malestar que roza la tragedia y que exige cortar alguna cabeza -léase ministra o directora del CNI- y que provoca a su vez mucho nerviosismo en Moncloa, principalmente en la zona de presidencia. Este marrón coyuntural no estaba previsto en los planes del Gobierno y han tenido que improvisar de mala manera, como se ha podido ver por los nefastos resultados, y ponerse ellos mismos en el papel de víctimas para desactivar a los verdaderos “ofendidos” que son los separatistas.

Los problemas se acumulan para un Pedro Sánchez desnortado por los acontecimientos y sin grandes recursos para enderezar la nave de su enfrentado y caótico gabinete. A sus broncas habituales con Unidas Podemos, que sigue practicando su esquizofrenia particular sin saber si forma parte o no del Ejecutivo, hay que sumarle los movimientos desacompasados del PSOE que busca su espacio pero no lo encuentra porque sus siglas y su doctrina responden más al “sanchismo” que al socialismo. Además, tenemos un nuevo enfrentamiento motivado por los espías de Pegasus, como si las navajas no brillaran lo suficiente en Moncloa, entre la ministra de Defensa y el ministro de moda de Presidencia, es decir, entre Margarita Robles y Félix Bolaños. 

Todo este embrollo político surge por las mentiras y falsas verdades del propio Gobierno, es decir, del propio Pedro Sánchez, que en la figura del todopoderoso Bolaños apareció este lunes pasado contando la milonga de que el presidente y la ministra de Defensa habían sido espiados hace un año y que ahora se enteraban de la circunstancia. Hecho patético que ningún Gobierno del mundo por tonto que sea reconoce públicamente ya que le desacredita y pone en jaque a su servicio secreto. Pero el Ejecutivo español prefiere mentir (el CNI sabía hace meses que Sánchez y Robles habían sido espiados) y no le importa dejar mal a su servicio de inteligencia aunque ello ponga en peligro importantes cuestiones de terrorismo o de crimen organizado; cualquier cosa antes que aceptar con honradez e inteligencia que han sido ellos los que han espiado (con razón justificada y aprobado por un juez) a sus socios independentistas..

Falsedades que continuaron el jueves pasado cuando Sánchez dijo que él se había enterado ese mismo día de que los servicios de información bajo su mando solicitaron y obtuvieron autorización del Tribunal Supremo para intervenir 20 teléfonos de dirigentes políticos, entre ellos el del president Pere Aragonés. Y lo sorprendente, es que según Sánchez él se enteró de estas escuchas gracias a la comisión de secretos oficiales. Incluso una ministra llegó a decir el viernes que el Gobierno no sabía nada y que existe separación de poderes entre estas dos instituciones. Algo totalmente falso y que además contradice la ley que asegura que los servicios secretos los marca y controla el Ejecutivo. Pero el Gobierno prefiere mentir para disimular sus propios errores, y “sacrificar” a sus servicios secretos para salvarse él.

Los motivos de los socios de Gobierno

La situación política es tan dramática y se está complicando tanto cada día que se puede convertir en insostenible y empujar a Pedro Sánchez a preparar (y convocar) para este otoño las elecciones generales previstas para finales de 2023. Los socios del Gobierno como ERC siguen empeñados en recibir alguna explicación cabal, algo difícil en esta materia de espías, y en que les ofrezcan la cabeza de algún chivo expiatorio, que de momento no llega. Lo que en principio parece mucho tiempo, un año y medio de legislatura por delante, puede convertirse en un infierno si la situación política y económica no remiten, se complica la caída de los salarios, el gasto de las pensiones se dispara, y la inflación sigue siendo muy alta (8,4) aunque ha remitido 1,4 puntos respecto del mes anterior.

Es cierto que ERC ni los otros socios del Gobierno -Bildu, Podemos, PNV, Más Madrid, …- tienen todavía gran interés en propiciar el ahorcamiento presidencial de Pedro Sánchez, él lo sabe y juega con ello y con ellos. Existe la tendencia de creer que a los socios de extrema izquierda -si excluimos al PNV que es de centro derecha y socio rentista del Ejecutivo- les conviene que siga Sánchez aunque perviva el caos del Gobierno, el espionaje siga coleando y no haya respuestas creíbles, consideran todos ellos que vivirán mejor con los engaños del actual Gobierno que con un Ejecutivo de centro derecha del PP y de la derecha dura de Vox.

Es cierto que ERC ni los otros socios del Gobierno tienen todavía gran interés en propiciar el ahorcamiento presidencial de Sánchez

Pero a veces las circunstancias, y el presidente del Gobierno lo sabe, son superiores a tus proyectos y planes, y la presión ambiental puede forzarte a hacer un cambio brusco previendo que dentro de 20 meses la situación puede ser peor, ya que en mayo de 2023 también hay elecciones autonómicas, municipales y europeas, y quizá el balance de las mismas no favorezca en nada al PSOE y eso sea una desgracia más en su cuenta de resultados. Cierto que ahora están también las elecciones andaluzas, y que tampoco pintan bien para los socialistas, pero solo son unas y por delante hay tiempo de recomponer la maquinaria sin mayores destrozos de futuro.

Sin embargo, existen para Sánchez otros graves problemas. Los republicanos no pueden vender barata la piel del oso después de montar el gran escándalo que han organizado, y de momento no han recibido nada nuevo ni bueno que les compense ante la opinión pública, y eso les puede ahorcar a ellos si los catalanes no entiendan ni aceptan una bajada de pantalones tan evidente de su Govern. Por otro parte, ERC no está dispuesta a tanto sacrificio por Sánchez y además tiene la sombra alargada de Puigdemont, que puede recuperar el peso perdido en estos meses y sacar mayores réditos de la debilidad de ERC. En la Generalitat da más miedo un electorado cabreado y desmotivado de ver a los republicanos al servicio del PSOE y doblegados a la voluntad de Madrid, que un Gobierno del PP y de Vox al que se les puede exprimir adecuadamente, sobre todo en la serena y dialogante figura de Núñez Feijóo.

Incluso Unidas Podemos puede llegar a necesitar una salida airosa del Gobierno cuando la situación política empiece a ser insostenible, para que el derribo no les pille dentro; y por las actuaciones de estos días de Pablo Echenique con Margarita Robles, no sería extraño un cambio de registro por mucho que amen y deseen estar en el poder. Antes está la necesidad de salvar los muebles y no hundirse más por culpa de las políticas en contra de sus intereses que plantea Sánchez, sabiendo que además los tiene humillados a su correa política. Cabe la posibilidad de que Podemos y todos los demás socios empiecen a echar sus cuentas y vean que es más rentable maldecir a la derecha que tragar sapos en un Gobierno descompuesto. El pensamiento recurrente de contra el PP y Vox viviremos mejor y sacaremos más rentabilidad política, se puede instalar en cualquier momento en el cerebro indignado de los socios de este Frankenstein venido a menos y cada día con los estertores a flor de piel.

Será más pronto que tarde cuando los socios de Gobierno sopesen el interés de cambiar de planes y decidan abrir una nueva huida hacia adelante buscando mejores y nuevos aires políticos. De ahí que Sánchez no tenga una fácil salida para este lío revuelto, ni una solución cómoda para elegir la fecha electoral. Cuanto más tarde peor irán las cosas, ya que los socios han empezado a sentirse incómodos y no creen que puedan sacar mucho más de este Gobierno sin soluciones claras.

Sánchez, en un error de cálculo propiciado por su soberbia, piensa que controla a sus socios por la necesidad que tienen de seguir en un Gobierno de extrema izquierda, pero se equivoca en buena medida por las razones antes mencionadas y que hacen que su encrucijada política sea cada día más compleja. Salvo que lo haga pronto y por sorpresa, no será él quien decida el momento del óbito de esta legislatura. Tampoco lo marcará la oposición, serán sus “infieles” aliados -Junqueras, Iglesias, Díaz, Otegi- los que decidan que este viaje a ninguna parte se acabó. Y conociendo el estilo inconfundible del señor presidente, al que no le gusta que nadie le tosa ni se le anticipe, lo más probable es que se incline por adelantar sus pronósticos electorales para el próximo otoño, con la esperanza de que el dios de la fortuna le reparta tanta suerte a él como le dio al Real Madrid; lo malo es que Sánchez tiene más cara de Pep Guardiola que de Ancelotti. 

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