Pegasus condiciona la legislatura

Sánchez deshoja la margarita de una nueva crisis de Gobierno tras Andalucía

La hoja de ruta se ha ido al traste por el escenario de economía de guerra y el ascenso de Feijóo. El PSOE admite problemas para comunicar y barones empiezan a impacientarse ante el día D: 28 de mayo de 2023.

Pedro Sánchez
Pedro Sánchez en una recepción en el Palacio de la Moncloa.
EFE

Pedro Sánchez atraviesa el que es, probablemente, el momento de mayor debilidad de la legislatura. El Gobierno de coalición estuvo a punto de irse por el sumidero en la votación de la reforma laboral -si Alberto Casero no se hubiera equivocado Yolanda Díaz hubiera dimitido- y sufrió más de la cuenta con la del decreto anticrisis. Luego estalló el caso Pegasus, en dos tiempos, primero con el espionaje a los independentistas y luego con el "gravísimo" hackeo al móvil del presidente que "al 99%", aseguran en Moncloa, no se sabrá desde dónde se ordenó. Al cóctel explosivo se le suma un escenario de economía de guerra, con una desaceleración del crecimiento significativo y un horizonte de subida de los tipos de interés. Sin olvidar que el rival por La Moncloa, el PP, se ha sabido rearmar. Sánchez prepara el contragolpe. Hay quien en su entorno recuerda el título de su libro: 'Manual de Resistencia'.

Moncloa dispone de un completo equipo de análisis demoscópico. El veterano Jaime Miquel está al frente. Las sensaciones no son buenas. El sondeo que publicaba el Grupo Prisa, elaborado por Belén Barreiro, hace unos días se podría aproximar al escenario que manejan en el gabinete presidencial. El sondeo del CIS de mayo será decisivo para ellos; no la cocina de José Félix Tezanos, sino los datos en bruto, destripados y analizados para ofrecer al presidente del Gobierno el escenario y la tendencia y, a partir de ahí, tomar decisiones. El olfato de muchos en el entorno presidencial en este momento de "máxima incertidumbre" económica, como dijo Nadia Calviño, y política tienden al pesimismo.

El calendario aprieta y el primer examen está a la vuelta de la esquina. Se llama 19-J. Andalucía, el histórico granero de votos del socialismo, el territorio donde se han sustentado las victorias electorales de Felipe González, José Luis Rodríguez Zapatero y Pedro Sánchez, celebra unas elecciones clave que en Moncloa y en Génova van a ser leídas en clave nacional. El primer duelo entre Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, donde el PP parte con ventaja en los sondeos a falta de poco más de un mes de abrirse las urnas. Ferraz ya ha activado el modo electoral, con Santos Cerdán, secretario de Organización, y Javier Izquierdo, secretario de Estrategia y Acción Electoral, dirigiendo las operaciones. Ha habido ya algún roce con Juan Espadas, que reclama su autonomía y está echando mano de otros barones autonómicos, con los que ha contactado personalmente, para que se dejen ver por las provincias andaluzas. Las sensaciones tampoco son buenas en el feudo socialista por antonomasia.

¿Y después de Andalucía, qué? Sánchez recibirá apenas diez días después de la noche electoral a Joe Biden, Emmanuel Macron y Olaf Scholz, entre otros, en una Cumbre de la OTAN histórica para la alianza atlántica. Moncloa asegura que el protagonismo no se lo llevará Pegasus sino Putin y los candidatos Finlandia y Suecia. Pero el espionaje no es baladí. Lo cierto es que, como ya ha reconocido algún embajador, los gobiernos de media Europa están monitorizando las conversaciones que tuvieron sus presidentes o primeros ministros con Sánchez durante los días anteriores a las dos intrusiones. ¿Se ha robado información sensible de esos intercambios telefónicos? Es una gran duda que hay en este momento entre los socios.

“¿Quo vadis, Pedro?”

A nivel político, julio se presenta como un mes, de nuevo, marcado en rojo. En el Ejecutivo, informan diferentes fuentes, comienza a circular la idea de que Sánchez prepara una nueva crisis de Gobierno, profunda, como la del verano de 2021, para recuperar la iniciativa perdida y preparar al PSOE para el maratón electoral de 2023. La decisión se encuentra siempre en manos del presidente, que ha solido sorprender, de la noche a la mañana, con estos movimientos. Lo hizo ya en 2021 prescindiendo de buena parte de la columna vertebral del Gobierno: Iván Redondo, Carmen Calvo y José Luis Ábalos, entre otros. De cara a las semanas posteriores ya hay dirigentes del PSOE preparados en ese contragolpe sanchista.

El socialismo asume en estos momentos serios problemas para remontar el vuelo con el actual diseño del Gobierno y se pregunta "¿Quo vadis, Pedro?". Sánchez configuró en la crisis de Gobierno del 10-J un Consejo de Ministros pensado para otro tipo de coyuntura. Diseñado para tiempos de recuperación y de reparto de los fondos europeos, para impulsar perfiles a nivel autonómico y municipal y recoser el PSOE que se fracturó en el fatídico Comité Federal del 1-O. Pero la realidad ahora es muy diferente. La guerra en Ucrania ha alterado todo y ha cambiado el escenario económico y político. En Moncloa son conscientes de ello y no descartan nada. Se niegan a citar perfiles concretos pero asumen que la tendencia no es buena. Distintas fuentes aseguran que la continuidad de Margarita Robles no está en duda.

A todo ello hay que sumar, y así lo reconocen cargos destacados de ambos lados del Gobierno, problemas para comunicar los éxitos, que los hay, del Gobierno. Por ejemplo, la reforma laboral ha conseguido que uno de cada dos empleos creados en abril sean temporales. El hito, sin embargo, pasó a un segundo plano por el espionaje con Pegasus. Hay críticas internas por esta y otras cuestiones. Lo mismo ocurre con el tope al gas, un hito a nivel europeo que no ha generado la sensación que se esperaba. O con la polémica acusación de llamar ultraderechistas a los transportistas que pusieron en jaque al Gobierno hace unas semanas, catalogación no compartida por otros ministros. Moncloa, mientras, continúa con su estrategia de que Sánchez siga recorriendo España en actos concretos para "humanizar al presidente".

“Y a qué espera Yolanda Díaz?”

En el PSOE miran con interés los movimientos Yolanda Díaz a quien, según ha reconocido el propio presidente, necesitan para poder volver a gobernar. Pero la vicepresidenta segunda sigue sin comenzar con su proceso de escucha y eso impacienta a sus socios en el Gobierno. "¿A qué espera?", se pregunta. Lo ocurrido para conformar el primer frente amplio tampoco genera tranquilidad. Y es que Díaz y Podemos salen aún más distanciados de la confluencia, aún no registrada ante la Junta Electoral, que se negoció para Andalucía. Las elecciones a la Junta, estas sí, serán el primer gran examen de la gallega, ya que ella misma, a través de su equipo de colaboradores, movió hilos para impulsar a última hora el perfil de Inma Nieto como candidata.

Yolanda Díaz y Inmaculada Nieto
Yolanda Díaz e Inma Nieto en la Feria de Abril

Twitter de Inmaculada Nieto

La semana pasada se ha producido, además, un posicionamiento por parte de Díaz que no ha pasado desapercibido ni en el PSOE ni en Podemos. La vicepresidenta segunda sugirió una posible alianza con los socialistas y habló de "sumar". La opinión de un colaborador de Sánchez es que esta alianza, parecida a la que ha configurado Melènchon y el Partido Socialista en Francia, sería "imbatible desde el punto de vista demoscópico", aunque complicada. Los morados huyen de esta posibilidad. El paso al frente de Yolanda Díaz, dicen en su equipo, es inminente.

El CNI y el diálogo con ERC

Tras el escándalo Pegasus, la directora del CNI continúa sin contar con la total confianza de Moncloa. Sánchez considera que hubo alguna "negligencia" y apuntan en su entorno a los servicios de Inteligencia. No se descarta el cese de Paz Esteban, pese a que Margarita Robles la defendiera con vehemencia. El presidente ya puso orden entre sus ministros de Presidencia y Defensa y no quiere más fuego cruzado. El objetivo ahora es recuperar el diálogo dañado con ERC.

La directora del CNI continúa sin contar con la total confianza de Moncloa

Un diálogo que se va a sustentar en una próxima reunión entre Sánchez y Pere Aragonès. Moncloa está, además, estudiando desclasificar los documentos que acreditan la monitorización por parte del CNI al entonces vicepresidente de la Generalitat y otros líderes, lo que sería un paso histórico. La decisión está en manos de Sánchez. Pero no existe gran preocupación por la deriva de ERC y la posible falta de apoyos en lo que quede de legislatura. Los republicanos aprietan pero no ahogan, concluyen, y, salvo cuando provocaron el adelanto electoral de 2019 al no apoyar los primeros Presupuestos de Sánchez, han solido posicionarse en contra del Gobierno cuando veían salvadas por otra vía los apoyos. A los republicanos no les interesa que caiga el Ejecutivo de coalición, comenta algún diputado. 

El momento dulce del PP

La llegada de Alberto Núñez Feijóo a la séptima planta de Génova también ha afectado a la estrategia monclovita. El presidente del PP está consiguiendo asentarse y los sondeos pintan para los populares de una forma muy diferente a lo que lo hacían con Pablo Casado. El discurso del gallego, además, está haciendo daño al Gobierno al centrarse en la clave económica, con un discurso, además, simple y concreto. El pasado viernes, en el Cercle, Feijóo quiso hacer también un guiño a un territorio donde el PP sigue sufriendo y habló de la "la nacionalidad catalana" que, dijo, "debe recuperar su liderazgo". Si quiere llegar a Moncloa es consciente de que debe impulsar el partido tanto en Cataluña como en País Vasco.

El entorno de Sánchez mantiene que la legislatura se le va a hacer larga al PP

Feijóo es para Moncloa el rival a batir. La pieza número uno. Pero en el entorno de Sánchez siguen manteniendo que la legislatura va a ser y se le va a hacer larga al PP. Apretar el botón está en manos del presidente y tiene Presupuestos Generales en el bolsillo para hacerlo cuando desee. Andalucía marcará un antes y un después.

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