Sánchez prepara ya guiños económicos a Rivera para una alianza después del 10-N

Rivera y Sánchez Moncloa bolo
Rivera y Sánchez Moncloa bolo
EFE

Pedro Sánchez ya ha activado el modo electoral. El líder del PSOE está dispuesto a introducir algunas mejoras en su programa económico para lanzar guiños a Ciudadanos en materia fiscal y laboral para empezar a tender puentes con Albert Rivera después del 10 de noviembre. Ayer se confirmó que los españoles tendrán que volver a las urnas en esa fecha y, a partir de entonces, los socialistas son conscientes de que su estrategia deberá ser diferente para desplegar una verdadera política de alianzas. El cuerpo del programa electoral será el documento de las 370 medidas que ofreció Ferraz a Pablo Iglesias para lograr un pacto de investidura, un documento que también fue diseñado para, en un momento dado, poder encontrar puntos en común con el otro lado del arco parlamentario.

Fuentes del PSOE explican que el documento que Sánchez dio a conocer hace apenas dos semanas no constituye un programa electoral en sí mismo, sino más bien un catálogo de medidas a desplegar durante los próximos años. Se trata, afirman, de una declaración de intenciones abierta a aportaciones de otros grupos, según dejó claro el líder de los socialistas. En este escenario más amplio matizan que la base sobre la que está construida esa hoja de ruta para los próximos cuatro años permitiría buscar acuerdos tanto hacia la derecha como a la izquierda, inclusive en materia económica.

En este nuevo planteamiento de septiembre ya se han abandonado algunas iniciativas –por cierto, que fueron rechazadas tanto por el PP como por Cs– como el polémico impuesto a la banca, y hay otros muchos aspectos en los que el PSOE podría llegar a ceder, estando de acuerdo en no subir los impuestos a la clase media y trabajadora. Es, en definitiva, una estrategia que ha marcado distancias con Unidas Podemos, que sigue pidiendo medidas más radicales y rechazadas abiertamente por los poderes económicos.

El propio Sánchez se lo transmitió ayer a Rivera por carta antes de confirmarse la repetición de los comicios, los cuartos en cuatro años. El líder socialista contestó de forma muy clara al planteamiento del presidente de Cs. El líder naranja le ofreció su abstención (junto al PP) en un ya descartado debate de investidura a cambio de una serie de condiciones, entre las que exigía un compromiso firme con las clases medias y trabajadoras, en particular con los autónomos, colectivos a los que pedía que no subiera los impuestos. En su misiva, el presidente en funciones aseguró que el propósito del PSOE es "aliviar la carga fiscal de los trabajadores y de las clases medias, entre ellos del colectivo del trabajo autónomo". 

No convenció a los 'naranjas', que replicaron en un comunicado que "el programa económico de Sánchez recoge una subida del gasto de 30.000 millones de euros y subidas de impuestos a las familias y a los autónomos que supondrían un obús contra el bolsillo de millones de españoles y para la economía de la nación en un momento crítico. Exigimos que renuncie a dichas subidas de impuestos y del gasto".

En oposición, las fuentes socialistas consultadas por La Información  sostienen que ninguna de sus 370 medidas castiga a las clases medias ni a los autónomos y, aunque mantienen la premisa de "distribuir con mayor justicia la carga fiscal" (así se recoge en la misiva de Sánchez), no reducirla, se abren a buscar consenso con todos los partidos en el ámbito económico. Algunas fuentes recuerdan que negociar implica ceder, también en materia de impuestos y en otros campos como puede ser el laboral.

Respecto a la elaboración de un nuevo modelo de relaciones laborales en España, de nuevo, en aras de abrir el abanico de los acuerdos tras el 10-N, los socialistas ya han evolucionado bastante desde su planteamiento inicial. Y es que Sánchez llegó a La Moncloa con el compromiso de derogar totalmente la reforma laboral del PP y, poco después, viró hacia un desmantelamiento parcial de los aspectos "más lesivos" de la legislación de 2012.

El acuerdo de 2016

No hay que olvidar que un eventual idilio entre Sanchez y Rivera no sería nada nuevo. El 'Acuerdo para un Gobierno reformista y de progreso' que firmaron en 2016 incluía, precisamente, la modificación de parte de la reforma laboral del PP, con la supresión de la prioridad absoluta del convenio de empresa sobre el sectorial o el mantenimiento de la ultraactividad de los convenios durante el periodo de renegociación. También se abordaba una reforma del Impuesto de Sociedades para acercar los tipos efectivos a los nominales y aproximar la recaudación por este tributo en España a la media de la zona euro, así como una reforma del IRPF con el objetivo de reducir la tributación de las rentas del trabajo y la creación de un impuesto sobre las grandes fortunas.

Sánchez y Rivera, en la firma del acuerdo entre PSOE y Ciudadanos.
Sánchez y Rivera, en la firma del acuerdo entre PSOE y Ciudadanos en 2016. / EFE

Fue un acuerdo que se trabajó el antiguo equipo económico de Cs, que ahora está fuera del partido o con el que no se cuenta en estos momentos. Luis Garicano, Toni Roldán o Francisco de la Torre participaron activamente en unas negociaciones hace tres años y medio que fructificaron en un pacto que luego quedó en papel mojado. Hoy Garicano es eurodiputado y apenas pasa por Madrid y los otros dos prohombres económicos del partido están fuera.

"¡Con Rivera, no!"

De cualquier manera, un pacto más amplio de Sánchez con Rivera tampoco sería fácil de explicar a la militancia socialista. Sánchez no olvida que asomado al balcón de Ferraz para celebrar la amplia victoria en el 28-A escuchó a sus afiliados y simpatizantes corear "¡Con Rivera, no!". "Creo que ha quedado bastante claro", respondió el líder socialista.

Hoy, tras meses de bloqueo y una investidura fallida, en el PSOE ya han puesto en marcha la maquinaria para la repetición de elecciones. A partir de ese momento tienen claro que habrá que revisar su estrategia y apostar, ahora sí, por acuerdos concretos. Cosa distinta será la campaña electoral, donde, a diferencia de la anterior, se espera una mayor confrontación con Unidas Podemos tras el fracaso de las negociaciones en los últimos meses en los que Sánchez ha rechazado, una tras otra, todas las propuestas de Iglesias. Y como quedó meridianamente claro en la comparecencia de ayer del presidente en funciones. La batalla por el relato ya lleva unos días en marcha.

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