Consecuencias de la Cumbre de la OTAN

Sánchez prepara una lluvia de millones para el sector militar tras tomar Indra

Compañías como Navantia, Airbus o Santa Bárbara son prioritarias en la nueva estrategia económica en tiempos de guerra. Moncloa y Defensa tienen identificadas las prioridades de las futuras Fuerzas Armadas.

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Pedro Sánchez durante la última jornada de la Cumbre de la OTAN en Madrid
Europa Press

La decisión está tomada. Sánchez impondrá en el próximo proyecto de ley de Presupuestos Generales del Estado un incremento del gasto en Defensa de dos décimas del PIB. Alrededor de 2.500 millones de euros más en 2023 que se sumarán a los algo más de 10.000 en las cuentas públicas en vigor. En 2024 la intención es añadir una décima más y en 2025, otra (unos 1.250 millones cada ejercicio). De esta forma, el horizonte que dibuja Moncloa pasa por alcanzar el 1,4% del PIB en inversión militar en 2025 para llegar progresivamente al 2% en 2029. Las prioridades están diseñadas en documentos oficiales y en todas ellas hay incluida un tratamiento especial hacia las empresas de Defensa españolas, explican fuentes del Gobierno.

El objetivo del Ejecutivo es impulsar la industria militar nacional en esta época de guerra. Aprovechar el compromiso inversor sellado en la Cumbre de la OTAN de Madrid por Sánchez con los socios de la Alianza para poner en valor el conglomerado de firmas armamentísticas ubicadas en diferentes puntos de la geografía española. El incremento del gasto va a ser histórico y en Moncloa ya diseñan un plan de impulso a un sector que durante los últimos años ha sufrido las consecuencias económicas de la pandemia. 

Según datos oficiales del Ministerio de Defensa, en España había en 2018 -último dato- un total 503 empresas armamentísticas inscritas, de las cuales 359 declararon ventas en el sector de la defensa por un valor de 5.735 millones de euros. Estas compañías generan un total de 282.324 puestos de trabajo, entre empleos directos e indirectos. Cabe señalar que el mercado del sector se concentra en un grupo muy reducido de empresas: 24 firmas aglutinan el 90% del mercado.

Son los pesos pesados del sector en los que el Gobierno ha puesto sus ojos para crecer aún más. En juego hay contratos millonarios. La punta de lanza la ejerce el Grupo Airbus, tanto en su rama de Defensa y Espacio (el Gobierno acaba de modificar el nombre del Ejército del Aire para incorporarle el segundo apellido de "y del Espacio") como en su área de militar. La compañía factura cerca del 59% de las ventas del sector militar, siempre según los datos que aporta la Dirección General de Armamento y Material. Le sigue Navantia, una firma clave en la ampliación de los destructores de la US Navy en la base de Rota ya que aspira a hacerse con el mantenimiento de los dos nuevos buques que van a llegar. Sus ventas representaron un 10,6% del total en 2018.

En tercera posición se sitúa Indra, con un 5,1%. La compañía presidida por Marc Murtra merece una mención especial tras la maniobra promovida desde el Gobierno para tomar el control de la misma. Indra es para el Ejecutivo el vehículo con el que caminar hacia una especie de Thales, la firma francesa puntera en Defensa, en territorio peninsular. El Gobierno lleva semanas moviéndose para hacerse con la posición mayoritaria en una compañía estratégica en el terreno militar y en el tecnológico, que ya van unidos. Todo esta operación político - empresarial se ha fraguado al albur de la Cumbre de la OTAN de la que ha salido el refuerzo en gasto militar. 

El objetivo del Gobierno desde ahora es similar al de la "última cena" en Estados Unidos. Fue un cónclave de alto nivel convocado en 1993 por la administración Clinton en el que el entonces secretario de Defensa, Les Aspin, reunió a las principales empresas de Defensa de Estados Unidos y les conminó a fusionarse o llegar a sinergias para incrementar la potencia del sector. Tras la caída del Muro de Berlín había que dar un golpe de timón a una industria central en la economía estadounidense. Es el momento "última cena" a la española, donde el Ejecutivo considera que el sector militar nacional tiene que dar el do de pecho en tiempos de guerra. El póker de empresas armamentísticas en las que el Gobierno tiene puesto sus ojos lo completa GDELS-Santa Bárbara Sistemas

Sánchez lleva tiempo trabajando con la ministra de Defensa, Margarita Robles, y junto al Jemad, almirante general Teodoro E. López Calderón, trabajando en estos planes. El presidente del Gobierno cuenta, además, con el asesoramiento directo de uno del general Miguel Ángel Ballesteros, responsable del Departamento de Seguridad Nacional y hombre clave en esta Cumbre de la OTAN. Durante estos días se le ha visto mantener importantes contactos con los principales responsables de las fuerzas aliadas. "Sabemos dónde están las necesidades y los riesgos que sufre España", proclamó este jueves Sánchez.

¿Cuáles son las prioridades? El antiguo Jemad, Fernando Alejandre, lo dejó por escrito y lo desgranó a La Información hace tres meses, nada más estallar la guerra en Ucrania y anunciar Sánchez que la inversión militar iba a crecer en los próximos años. Alejandre atesora cuatro décadas de servicio y tiene experiencia en la OTAN, donde estuvo destinado. "Lo primero que tiene que hacer España es reforzar el sistema de capacidades conjuntas que se inició en 2005 y que no ha acabado de culminar. Estas capacidades conjuntas son imprescindibles: hay que buscar un buen sistema de mando y control, que no tenemos, un buen sistema de guerra cibernética, tanto de defensa como de ataque, y reforzar la inteligencia, ya que hemos perdido parte de las capacidades que teníamos en los 80 y 90", expuso.

En el campo de batalla y analizando los tres ejércitos, Alejandre considera que el Ejército de Tierra debería reforzar de forma urgente sus capacidades de movilidad a través del programa 8x8. Indra y Santa Bárbara están implicadas en este proyecto. Es decir, reforzar la inversión en el vehículo de combate sobre ruedas (VCR) 'Dragón', que se va a incorporar al Ejército. También es "urgentísimo" que Tierra refuerce su flota de helicópteros, tanto los más pequeños como los de ataque, y su capacidad de despliegue aéreo.

Un nuevo VCR 8x8, en una demostración realizada el pasado mes de junio antes de la firma definitiva del acuerdo.
Un nuevo VCR 8x8, en una demostración para el Ministerio

Ministerio de Defensa

En el caso del Ejército del Aire, el exJemad señaló que las prioridades deberían ser, en primer lugar, la sustitución de los C-101, el avión de la Patrulla Águila que ya ha sufrido varios accidentes mortales. También cree que Defensa debe ir pensando en una sustitución "imperiosa" de los F-18, quizá no de forma urgente pensando el futuro caza europeo (la semana pasada el Gobierno anunció la adquisición de veinte nuevos Eurofigthet). 

Y en la Armada, Fernando Alejandre apuntó que sería importantes desarrollar el programa F110, el de las nuevas fragatas, para sustituir de forma urgente las antiguas F80. También impulsar el programa de submarinos S-80 y mejorar los recursos para a la Infantería de Marina.

Rusia y la guerra híbrida

Otra de las debilidades de España pasa por los aviones no tripulados (UAV) y los sistemas de guerra híbrida. Aquí se libran, esencialmente, las guerras del siglo XXI. En España, lamentaba, el avance en UAV es "muy tímido", con escasa inversión, y en la guerra tecnológica exactamente igual. Una anécdota preocupante: en unas maniobras militares de la OTAN, el general Alejandre comprobó como un cibertaque suprimió durante 24 horas las capacidades de los aliados. Un día entero ciegos, mudos y sordos, a merced del enemigo. ¿Lo hicieron los rusos? Es indemostrable, como parece que va a ser indemostrable conocer quién atacó el móvil de Sánchez con Pegasus.

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