Sánchez podrá usar la consulta para reintentar un acuerdo con Podemos

    • Ahora los históricos y los barones de la vieja guardia callan, empezando por Susana Díaz, cuya diligencia por imponer la moderación a los dirigentes se ha desinflado.
Pedro Sánchez, protagonista único de la primera jornada del Pleno que arranca el martes a las 16.30 horas
Pedro Sánchez, protagonista único de la primera jornada del Pleno que arranca el martes a las 16.30 horas

Se pueden poner todos los peros que se quieran a la consulta organizada por la dirección del Partido Socialista sobre los acuerdos de investidura o de gobierno. Se puede aducir que la pregunta planteada a los militantes era demasiado general, y es cierto, que la participación fue muy baja, y es cierto, que muchos socialistas, en consecuencia, dieron la espalda a la maniobra, y también es cierto. Pero nada de eso permite negar que Pedro Sánchez haya ganado esa batalla, lo que le da fortaleza de puertas adentro del partido y vigoriza su papel en la escena política.

Hay que recordar que Sánchez se sacó de la manga la consulta para contrarrestar a los barones y a los históricos de su partido, que se oponían a la posibilidad de un pacto con Podemos que apartara definitivamente al PSOE de la centralidad en que lo situó Felipe González y confirmara la aventura hacia la izquierda radical que inició Rodríguez Zapatero. Y ahora los históricos y los barones de la vieja guardia callan, empezando por Susana Díaz, cuya diligencia por imponer la moderación a los dirigentes se ha desinflado.

Pedro Sánchez, que disfraza de "victoria" todo lo que hace, a veces incluso de "victoria histórica" como su resultado electoral del 20-D, que fue histórico pero por su exigüidad, puede ahora sin embargo haberse levantado con una victoria de verdad, porque la consulta le va a permitir un amplio margen de maniobra precisamente por lo que se la reprocha: la inconcreción de la pregunta. En ella se aludía a que el PSOE había "alcanzado" y "propuesto" acuerdos, dos realidades diferentes y distantes, y se pedía que se respaldasen, sin concretar, para conformar un Gobierno "progresista" y "reformistas", adjetivos en los que cabe prácticamente todo. De modo que ahora Sánchez puede interpretar que tiene licencia no solo para seguir adelante con su acuerdo con Ciudadanos sino también para tantear de nuevo un acuerdo con Podemos.

Dejémonos de circunloquios: era lo que perseguía. Ha conseguido que se refrende su pacto con Ciudadanos y también aliento de la militancia para la etapa que se abrirá después de que fracase un acuerdo que es matemáticamente insuficiente. Siempre tendrá Sánchez a mano el argumento de que sus compañeros le han respaldado en los pactos "propuestos", no solo en los "alcanzados", y en el objetivo "progresista", que es un calificativo anhelado al alimón por el Partido Socialista y por Podemos. Bastaría con que Podemos se bajara del pedestal de su arrogancia para que Sánchez se viera cerca de la puerta de entrada en La Moncloa, que es su sueño.

No obstante, está el escenario muy abierto y no es posible determinar cómo continuará la función después del presumible naufragio del primer ensayo de Sánchez. Es una incógnita cómo va a conseguir Mariano Rajoy espacio para emprender su investidura. Permanece la posibilidad de un Gobierno moderado de amplísima base con PP, PSOE y C's, pero quienes intentaron centrar al Partido Socialista de Pedro Sánchez han perdido su maniobra tan significativa entonces como endeble luego. Sánchez ha ganado fuerzas para seguir adelante en su estrategia de marginar a la derecha para gobernar España como sea, aunque para ello necesite el apoyo de quienes pretenden acabar con la democracia española del 78. Tras su éxito en la consulta, Sánchez podrá pensar que tiene permiso para reintentarlo.

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