48 horas de infarto: Moncloa y el PP se 'aliaron' para anular el órdago de Rivera

Pedro Sánchez, pensativo. / EFE
Pedro Sánchez, pensativo. / EFE

"Con Rivera, no". El grito que corearon los afiliados y simpatizantes del PSOE durante la noche del 28-A se convirtió durante este lunes y martes en el hilo central de la estrategia que Moncloa y el PP han desplegado al unísono para anular el órdago de Albert Rivera. No ha habido entente ni pinza, pero sí la búsqueda de un objetivo común: aplicar el 'abrazo del oso' a la formación naranja y torpedear su propuesta de última hora para facilitar una "investidura patriótica" sobre la bocina. Pedro Sánchez y Pablo Casado llevan tiempo mirando a unas nuevas elecciones el 10-N y por eso activaron de urgencia su maquinaria para desmontar el argumentario naranja. Han sido las 48 horas de infarto las que se han vivido en los cuarteles generales de los tres principales partidos.

Lunes 16 de septiembre. En plena DANA, con Sánchez sobrevolando Murcia y Ciudad Real para valorar los daños del temporal y mientras Moncloa estaba pensando más en la imagen del presidente en helicóptero que en una posible investidura, el escenario político dio un giro radical. Rivera había protegido al máximo su estrategia y decidió soltar la 'bomba' a mediodía. Muy pocos en su equipo de dirección conocían el viraje que iba a dar con su "solución patriótica". Apenas José Manuel Villegas y Fernando de Páramo conocían la oferta, según fuentes cercanas a Rivera. Órdago lanzado... y a esperar.

Moncloa reaccionó inmediatamente. En cuestión de minutos el gabinete del presidente le hizo saber desde Madrid que debían neutralizar de forma rápida y contundente la propuesta de Rivera. Y así se hizo. El equipo que acompañaba al presidente en su viaje improvisó unas declaraciones políticas desde Almansa. Respondió a Cs asegurando que ya se daban las condiciones para que el partido naranja se abstuviera y que no había "ningún obstáculo" para seguir bloqueando la situación. Primera vía de agua taponada. El objetivo era evitar que Rivera capitalizara los titulares. Y Moncloa cree que lo consiguió.

Pero la maniobra de Rivera no acababa ahí. La oferta también iba dirigida al PP, ya que la abstención que proponía era conjunta. Por eso el líder de Cs solicitó a Casado una reunión en la misma tarde del lunes para abordar de forma conjunta esa "solución patriótica". Génova se lo pensó, valoró pros y contras, y finalmente aceptó el cara a cara. Con dos condiciones, eso sí: que se celebrara en el despacho del líder de la oposición en el Congreso y que no hubiera constancia gráfica del encuentro. 

¿Por qué Génova quiso hilar tan fino? La explicación la ofrecen fuentes cercanas a Casado: "Rivera quería llevarse todo el protagonismo en unas horas clave". Y el PP echó mano de cirugía fina. En Génova llevan tiempo mirando a una repetición electoral que podría reforzar a Casado en su papel de principal líder de la oposición y alejar el fantasma del 'sorpasso' de Ciudadanos. Por eso los populares no han querido dar ningún tipo de protagonismo a sus rivales naranjas y lo que hicieron fue lo mismo que Moncloa: cerrar la puerta a cualquier tipo de entente con ellos.

Martes: ronda decisiva en Zarzuela

El martes 17 amaneció como se esperaba, con maniobras de última hora que no pasaron de ser meros fuegos de artificio. Pero nervios sí que hubo en todos los bandos. Los partidos están ahora muy pendientes del relato y cualquier paso en falso les puede perjudicar. El primer paso lo dio Sánchez, anunciando una ronda de llamadas telefónicas a Casado, Rivera e Iglesias. En ellas se evidenció que todos los puentes están dinamitados y que el país camina hacia unas segundas elecciones.

Con Ciudadanos Sánchez dio un paso más. El líder del PSOE, además de hablar por teléfono con Rivera, le envió una carta para, siempre pensando en ese cacareado relato, responder a las tres peticiones que le había hecho 24 horas antes. De nuevo Ferraz, en este caso, cerrando la puerta a Rivera de forma clara y contundente. Y a toda velocidad. La reacción consiguió lo que el PSOE quería: que Cs diera marcha atrás. Y así quedó evidenciado en la comparecencia de Rivera tras verse con el Rey: habló de "los enchufados de Sánchez", de sus mentiras o de su "sablazo fiscal" de 30.000 millones, entre otras referencias.

Mientras, el PP guardó un silencio sepulcral muy meditado. Ningún dirigente habló durante el día de ayer hasta que Pablo Casado se vio con el Rey en Zarzuela. Hubo orden de mantener la prudencia absoluta, más si cabe después de la reunión 'reservada' del día antes. Nadie en Génova cogió el teléfono durante toda la jornada, algo para nada habitual en el partido. Tampoco hablaron en los pasillos del Congreso. Casado, tras su reunión con Felipe VI, insistió en que Sánchez debería asumir su responsabilidad tras casi cinco meses de bloqueo desde el 28 de abril.  Quiso destacar, eso sí, que el PP es la alternativa.

Sánchez, a última hora de la tarde, cerró estas 48 horas de infarto con una comparecencia en Moncloa. El presidente, echando mano de un tono presidencialista, repitió sus manidos argumentos, pero con un claro tono de precampaña. Estuvo especialmente duro con Unidas Podemos, a quien le reprochó haber bloqueado hasta el cuatro ocasiones la posibilidad de conformar un Gobierno progresista, y también habló de que las fuerzas conservadoras no han estado a la altura. "Espero que los españoles hablen mucho más claro", llegó a pronunciar desde la sala de prensa de Presidencia del Gobierno.

El líder del PSOE, que estuvo arropado en Moncloa por su guardia pretoriana, llegó a decir que lo ha intentado "por todos los medios pero nos lo han hecho imposible". Con Iván Redondo, su jefe de gabinete, y Félix Bolaños, secretario general de Presidencia, muy pendientes, hasta una veintena de sus asesores quisieron acompañar a Sánchez en su última comparecencia en Moncloa antes de que se disuelvan las Cortes el próximo lunes. 

Las urnas decidirán en menos de dos meses quién ha acertado y quién se ha equivocado en su estrategia. Y, lo más importante, a quién castigan los españoles por este bloqueo. Pero la precampaña ya ha empezado, si es que no lo había hecho ya hacía semanas.

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