Tres años y medio entre Xirivella y Moncloa

Sánchez, sus mil caras y el "win-win": de la gira en Peugeot al terremoto de Bildu

Pedro Sánchez corriendo en La Moncloa
Pedro Sánchez corriendo en La Moncloa
Presidencia

Noviembre de 2016. Pedro Sánchez coge el AVE en la estación de Atocha y llega a Valencia. Allí le espera un amigo personal, José Luis Ábalos, que le recoge en su coche. Juntos ponen rumbo a Xirivella, una pequeña localidad fortín de los socialistas valencianos. Le reciben más de 1.000 personas. "Pedro, Pedro". Un éxito. Por la tarde va a Sueca, en plenos arrozales de La Albufera. Mismo recibimiento. Es el inicio de la reconquista del PSOE, un proceso que le enfrentó al aparato del partido en unas primarias a cara de perro pero que se decantaron de su lado de forma clara gracias a su icónico "no es no". Han pasado tres años y medio de aquella ruta del Peugeot y en plena pandemia, sin que nadie lo hubiera calculado, ha estallado el terremoto de la reforma laboral. Ministros molestos, declaraciones cruzadas, la patronal en armas y una próxima prórroga del estado de alarma que va a ser aún más difícil de amarrar. En Moncloa llaman a todo esto "estrategia". O "partida de ajedrez". Sánchez tiene las blancas y le toca mover.

Cuentan en su entorno más cercano que el presidente se crece en los momentos de crisis. Es entonces cuando llega el momento de "congelar la partida". Mirar a un lado, al otro, explorar pros y contras, y tomar una decisión. Es lo que falló en el pacto con EH Bildu. No se calcularon las consecuencias de un acuerdo que parecía inocuo. ¿Por qué se hizo? "Por temor a perder la votación. Se acepta el acuerdo y no se miden los términos del comunicado". Minusvaloraron el embrollo que podía suponer para el Gobierno, primero, pactar con los de Otegi y, segundo, afirmar categóricamente que se iba a derogar de forma "íntegra" la ley estrella de Fátima Báñez. Ni Sánchez se lo contó a sus ministros en el cónclave del martes. Ni siquiera se informó a los agentes sociales.

El pacto confirma que Sánchez se lleva moviendo en terrenos pantanosos desde que llegó a La Moncloa. No hay mayoría alternativa, está claro, pero los socios de la moción de censura y de la investidura son altamente inestables. De ERC se dice en el Gobierno que "no es de fiar" y con el PNV hay que andar con cuidado. Su silencio velado, roto solo para avisar de que el "depósito de confianza" tiene encendida "la luz de reserva", es sospechoso. No hay buenas sensaciones. Con Cs se ha abierto una vía de entendimiento temporal que Unidas Podemos no quiere que continúe. Pero la "estrategia" continúa y, como también repiten en Moncloa, "cada día es un Vietnam". ¿Incoherencia? No, "geometría variable".

No es la primera vez que Sánchez dice una cosa y hace la contraria. Con EH Bildu llegó a afirmar hace menos de un año que "no se acuerda nada". Maldita hemeroteca pensarán algunos. Habla un diputado socialista: "La gestión de la crisis del Covid está siendo muy difícil y el Gobierno hace lo que puede. La oposición no colabora [se refiere al PP] y lo que tenemos que hacer es garantizar que se apruebe la prórroga del estado de alarma". Es el argumentario del que tiró Sánchez este sábado. ¿A pesar de que eso suponga un torpedo a la credibilidad del Gobierno? "Claro, es entendible". Adaptarse a la situación para "avanzar, nunca retroceder". A Sánchez, en realidad, no le ha ido mal con esta actitud. Donde dije digo digo Diego. No le ven problema si de lo que se trata es el interés general de los españoles.

Cuentan también en Moncloa que la política, como la vida, es "un organismo cambiante". Las situaciones evolucionan, se transforman y lo que hoy era así mañana es de otra forma. Es su explicación ante la actitud adaptativa que tiene Sánchez y su equipo en situaciones límite. Tampoco les falta razón. "Estos son mis principios; si no le gustan, tengo otros", denuncian desde una baronía crítica con el secretario general. Apenas quedan dos o tres con poder real, pero su poder en Ferraz es escaso.

Los cambios de opiniones y posturas no son, por tanto, una novedad en su trayectoria. Por citar algún ejemplo: el caso del delito de rebelión en el 1-O mientras era líder de la oposición convertido en sedición cuando llegó al Gobierno (Carmen Calvo tuvo que hacer una pirueta para explicarlo); la propuesta de un impuesto a la banca en unos Presupuestos alternativos presentados días antes de la moción de censura que luego desapareció; o los ataques al Ibex que hizo en su entrevista con Jordi Évole que luego se tornaron en colaboración cuando accedió a La Moncloa. El "no dormiría tranquilo" con Podemos en el consejo de ministros es más reciente y más claro.

Iván Redondo, el cancerbero del "relato, relato, relato"

Toda esta evolución en Sánchez no se entenderían sin la figura de Iván Redondo junto a Sánchez. El 'spin doctor' del presidente, esa persona que se tiraría "por un barranco por su presidente", tal y como le dijo a Pablo Iglesias en su programa de 'La Tuerka', lleva desde hace dos años la sala de máquinas del Gobierno (el segundo aniversario de la presentación de la moción de censura se cumple este lunes) y desde 2017 junto al hoy presidente. Toda la estrategia pasa por él. Es el cancerbero del "relato". Sánchez y Redondo suelen aplicar una estrategia de "win-win" cuando tienen que tomar decisiones, cuentan fuentes gubernamentales. Los dos pactos con Cs -dicen- lo fueron. Con Bildu no les salió del todo como esperaban. 

El PP exigirá explicaciones a Iván Redondo por el Gobierno elefantiásico que ha montado
Iván RedondoEl 'spin doctor' del presidente, esa persona que se tiraría "por un barranco por su presidente", tal y como le dijo a Pablo Iglesias en su programa de 'La Tuerka', lleva dos años ahora la sala de máquinas del Gobierno.

Para conocer un poco mejor cómo funciona la toma de decisiones en Moncloa y por qué, en ocasiones, se cometen disfunciones, es necesario mencionar el papel que juega el Departamento de Comunicación con los Ciudadanos. Es un área clave para conocer las demandas de los españoles y aplicarlas al día a día. En el equipo de Redondo escuchan a todos: desde el consejero delegado de una empresa del Ibex 35 al parado de clase baja que se anima a escribir al presidente del Gobierno. Sus votos valen lo mismo. De hecho, el 64% de las demandas que le llegan al equipo de Sánchez proviene de empresas, organizaciones de poder, sindicatos... y el 36% son peticiones u opiniones de personas individuales. Los últimos son los que interesan realmente a Redondo y los suyos, los que llaman "los imprescindibles".

A partir de ahí entra en juego un trabajo de 'ingeniería social' que se lleva a cabo en el Departamento de Análisis y Estudios, dependiente directamente de Redondo: "Transformar los datos en información", explicaba hace unos meses el jefe de gabinete de Sánchez en una conferencia en la Fundación Telefónica. ¿Y qué se hace con esa información? "Actuar, tener conocimiento de la opinión pública y aplicar el criterio presidencial", añadía el jefe de máquinas de Moncloa. Las decisiones se aplican con estos informes sobre la mesa. También lo hacía Mariano Rajoy, por cierto.

Para Redondo "todo lo que no se mide no me interesa". Y así trabaja. A partir de esas opiniones ciudadanas el gabinete del presidente elabora unos informes semanales (también los hay mensuales, semestrales y anual) que traslada a Sánchez. El objetivo es fijar los "temas de discusión" de los siete días siguientes. Todo ello apoyado por los datos que salen de las encuestas que llegan a Moncloa y de las opiniones en redes sociales, que también se analizan. Nada se deja al albur.

Iván Redondo crea su aparato económico en Moncloa alejado de la órbita Calviño
Iván Redondo durante una comparecencia en Moncloa antes de la pandemia / EFE

Iván Redondo explicó en esa conferencia que este método de trabajo no es arbitrario y que en esos informes que elevan a Sánchez se pueden identificar las demandas de los ciudadanos: Ingreso Mínimo Vital, problemas laborales, economía, Cataluña, el pacto con Bildu... Todo está estudiado, medido y el Gobierno actúa en consecuencia para intentar transformar en apoyos esas opiniones. El jefe de gabinete de Sánchez destaca, además, que toda esta información es "de primer nivel" y les llega de forma primaria.

En Moncloa ya dan el 'affaire' de la reforma laboral como superado. Sánchez comió con Iglesias en Moncloa el jueves y ambos decidieron pasar página. De hecho ya están centrados en su próxima prioridad: el Ingreso Mínimo Vital. Se presentará el martes y en el Gobierno creen que es un "hito histórico" en España. Las energías están puestas en este momento en el decreto. La vida sigue y Sánchez tiene tres años y medio por delante.

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