"Si Torra lleva a la política su lenguaje infame habrá que intervenir con fuerza"

  • El historiador recuerda las raíces de la Transición, anteriores a la época de Suárez, y la pregunta que reinó en España y fuera: ¿Y tras Franco, qué?
Santos Juliá durante la concesión del premio Francisco Umbral al libro del año
Santos Juliá durante la concesión del premio Francisco Umbral al libro del año

El historiador Santos Juliá acaba de recibir el Premio Francisco Umbral por su obra 'Transición' (Galaxia Gutenberg). En su VII edición, la Fundación que lleva el nombre del escritor ha reconocido por primera vez una obra ensayística, en el que el autor analiza 'La Transición' desde el origen del concepto, que entró en el léxico político hace ochenta años como propuesta para clausurar la Guerra Civil hasta el legado que ha dejado hasta nuestros días. "Agradezco el premio a todos aquellos que en medio de la Guerra Civil y la cruel dictadura, entendieron que había que poner fin a la violencia por medio de una negociación entre las partes y romper el muro que existía entre vencedores y vencidos", dijo Juliá al recibir el premio. Ya en su libro recuerda el desencanto con la democracia de los 70, como si el país estuviera condenado a repetirse, o no calibrara lo que significa una democracia esperando, tal vez, demasiado de ella.

En una conversación con La Información, Juliá analiza no solo este período, también habla de Cataluña, de la democracia y de la situación política actual, "más complicada que el 23F", sentencia. Es partidario de tocar la Constitución -"el Consejo de Estado ya elaboró un informe la respecto en 2004"- pero también de respetarla. Cree que el artículo VIII merece una reforma, pero que su núcleo, la creación de una comunidad política, es irrenunciable. 

Empecemos por Cataluña. Quim Torra, presidente de la Generalitat, un hombre que con sus tuit y sus escritos, ha dejado claro lo que piensa.

Si lo que lleva a cabo en su Gobierno es lo que expresa su infame lenguaje no habrá más remedio que intervenir con toda la fuerza posible. No podrá actuar contra la mitad de la población en Cataluña. No cuenta ni con la fuerza ni con la legitimidad del voto. De todas formas, todo va a depender de la relación de fuerzas nacionalistas y no parece que vayan en la misma dirección.

No sé si usted le ve a esto solución, pero ya dice en su libro que el catalanismo nunca pidió la autodeterminación... nunca. Y mire ahora...

Veo la realidad muy bloqueada. El catalanismo siempre reivindicó autonomía, participó en la modernización de España, llegó a acuerdos con González y Aznar. A partir de 1998 se empieza a decir que la Transición no cumplió sus reivindicaciones, lo que no es cierto. Luego se habla de Estado plurinacional y tras la sentencia del Constitucional, Mas pone rumbo a Ítaca. Un camino utópico que habla del derecho a decidir y que se acompaña de un derecho de soberanía. Y se llega a una violación de la Constitución. Desde 2015 se habla ya de un Estado nuevo en Europa.

Se dice que el recurso al Constitucional fue clave, que el Gobierno ha hecho dejación de funciones, no ha hecho política.

La responsabilidad del Gobierno ha sido dejar hacer, nadie pensó que ese viaje de Mas llegara hasta aquí. El 155 debió aplicarse antes, como señala Felipe González. Hay que recordar que hubo elecciones que se tomaron como un plebiscito y fueron un fracaso, y que hay un Parlament en el que con el 47% de los votos una parte se ha autoproclamado representante de Cataluña, obviando al resto. Pero Rajoy tampoco fue astuto al cerrar la puerta a un pacto fiscal, podía haber creado una comisión para estudiarlo si no había dinero...

Ahora se acusa a Rajoy de esconderse tras las togas, de judicializar la política.

En un Estado democrático hay separación de poderes y si se comete un delito la justicia interviene.  En tiempos de la dictadura, con Fraga, no; era el ministro el que actuaba. Aquí, un poder del Estado declara una república independiente y cree que es un acto meramente político. Es aberrante. 

Se habla de presos políticos.

Yo no soy juez, pero creo que la cárcel ha sido un error. Se podrían haber puesto otras medidas cautelares porque esto ha provocado admiración y solidaridad. Y sí, esto ha hecho que se hable de falsos exilios y falsos presos políticos. 

¿Es partidario de cerrar TV3?

No, soy partidario de posibilitar que en ella haya una pluralidad real. Es la obligación de una televisión pública como también lo es de TVE.

Volvamos al tema de su libro. Parece que hoy la Transición se ha convertido en el régimen del 78, en la fuente de todos los males. Es denostada por muchos que no la vivieron.

A veces se forma un discurso del presente amparándose en el pasado. Se ha convertido en el germen de todas las disfunciones y los problemas a los que nos enfrentamos hoy. Se evidenció a partir del 15M, pero Podemos ha girado 180 grados en los últimos tiempos su opinión de la Transición. Ya no habla de régimen, ahora vuelve a ver positivo ese período. 

Parece que estamos condenados a repetir errores. Muchos hablaron en su día del desencanto del pacto, arremetieron contra Suárez, y ahora se vuelve a pedir. Pacten, dialoguen.

Sí el desencanto era que ganara Suárez, un político del Movimiento. En la política española siempre ha habido la tendencia de deslegitimar al contrario, eso no es nuevo. El momento actual es complejo. Con los nuevos partidos todo se ha roto, los liderazgos son discutidos, hemos vivido una gran crisis, las mayorías son débiles.

Tal vez sea un buen momento para un libro como el suyo que reivindique una época de acuerdo, un intento de trabajar juntos que ya se inició en plena Guerra Civil. 

La Transición tiene raíces profundas. Ya en la Guerra Civil se habló de pacto. En los años 50, en el 56, en los sesenta, en el 72 siempre se tuvo la idea de que no se podía imponer una España sobre otra. El Partido Comunista habló de amnistía, de paso de dictadura a democracia, de un proceso constituyente. Y todos cedieron y vieron un futuro en términos democráticos. La obsesión era liquidar los efectos de la dictadura. Yo he querido que eso conste por escrito. 

premio al libro del año

Santos Juliá, un historiador que hace honor de ello

La Transición y la Guerra Civil han marcado la historia de España del siglo XX. La primera sigue estando presente, como espejo admirado en el exterior y como causa de disputas dentro. Es típico de los españoles. Hasta lo que unió divide: para unos es un motivo de orgullo; para otros una candado a romper. Santos Juliá no opina, constata las raíces de la Transición acercando a los protagonistas y su historia. Y lo  hace mucho antes de la obra de Suárez y los políticos de su generación. 
Santos Juliá es catedrático emérito de Historia Social y Pensamiento Político. Recibió el Premio Nacional de Historia por 'Historias de las dos Españas' (2004), y el premio Internacional de Ensayo Caballero Bonald por 'Nosotros, los abajos firmantes', entre otros.

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