¿Eres un enfermo del móvil? Síntomas que delatan que tienes un problema

  • Surgen nuevas patologías relacionadas con la forma de comunicación y puede que tu teléfono tenga más culpa de ello de lo que crees.
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¿Lo primero que haces al levantarte es mirar el móvil? ¿Cuándo te vas a dormir lo mantienes encendido y desde la cama lo sigues utilizando? ¿Sufres el denominado ‘zumbido fantasma’ o revisas las redes sociales con demasiada frecuencia desde tu smartphone? ¿Diriges la mirada inmediatamente hacia el teléfono si se ilumina? Si has respondido “sí” a varias de estas cuestiones, es posible que formes parte del porcentaje de población que sufre nomofobia.

Redes sociales, videojuegos, correo electrónico, aplicaciones de diseño, controlar nuestras cuentas bancarias, conocer el estado de un vuelo, hacer fotografías y, cómo no, llamar por teléfono son una pequeña parte del impresionante abanico de posibilidades que tenemos al alcance de nuestra mano. Una gran herramienta que hace 20 años no teníamos y que ahora condiciona nuestro día a día y que, si se convierte en una dependencia, puede derivar en un problema de salud. Esta especie de esclavitud tecnológica debe su homonimia a una mezcla de siglas que significa no-mobile-phone phobia, y que supone una dependencia del teléfono móvil llevada al extremo: nomofobia. 

“En la nomofobia encontramos síntomas como la sensación de ansiedad, las taquicardias, el estrés, la angustia o los pensamientos obsesivos”, indica la psicóloga María Parra (Gabinete Parra y Cebrián). Comportamientos que suelen darse con más frecuencia en personas con una baja autoestima y que encuentran en la conexión online el feedback que necesitan para sentirse mejor. En términos parecidos se expresa María Fernández de la Riva, experta en Mindfulness y psicóloga (Vedana Escuela de Bienestar y Crecimiento), que cree que “en la mayoría de adicciones puede haber un problema oculto, como soledad, necesidad de aprobación o dificultades sociales. Una vez que se determina lo que hay detrás de este abuso, se dan pautas para la modificación de la conducta”,

Sujetas a un estímulo concreto, como puede ser el teléfono móvil, la ansiedad que se puede desencadenar en un nomofóbico presenta síntomas muy similares a una crisis de pánico o un ataque de ansiedad. “Esto se considera una adicción comportamental (como el móvil o el juego patológico), que se diferencia de las adicciones a sustancias domo pudiera ser el tabaco o las drogas”, incide María Parra.

Un comportamiento que se comenzó a describir en 2011, tras un estudio que la Royal Mail británica realizó a 2.163 personas, con el fin de determinar el grado de ansiedad que sufrían los usuarios de teléfonos móviles. Desde entonces se ha ampliado el foco terapéutico en esta patología, que afecta en mayor medida en la adolescencia. Esto lo justifica María Parra por la mayor necesidad de aceptación social que tienen, así como por la búsqueda del refuerzo positivo que se presenta en esta edad. “Además los jóvenes están más familiarizados con las nuevas tecnologías que las personas mayores”, aclara la psicóloga. “Incluso es más común en las mujeres, puesto que la estructura cerebral de éstas hace que tengan más facilidad para comunicar y más necesidad afectiva que los hombres”, indica María Parra.

“Cuando una persona viene a consulta, deja el móvil sobre la mesa, apaga el sonido y durante el tiempo que dura la sesión, mira la pantalla del dispositivo cada vez que se ilumina por la entrada de un mensaje, el tema empieza a ser preocupante”, puntualiza María Fernández de la Riva.

“Si además le indicas que por favor de la vuelta al móvil y observas que físicamente su ansiedad aumenta (cambia el ritmo de la respiración, se inquieta, le cambia el humor) ya tenemos claro que es un paciente nomofóbico”, asegura.

Comportamientos preocupantes y que incluso se estipulan con datos, como puede ser el V Estudio de Comparación Online hacia el Ahorro Inteligente, que María Fernández de la Riva cita, y donde el 75% de la población aseguraba no poder vivir sin el móvil. O donde el 29% de los jóvenes de entre 18 y 24 años se consideraban adictos al smartphone. Los datos, extraídos del mismo estudio, hablan por sí solos y en ellos se obtiene que este segmento de edad pasa 5,5 horas al día pendiente del teléfono. Unos datos que contrastan con las 3,5 horas que pasan los hombres y las 4,2 horas de las mujeres.

Sin embargo, la nomofobia no está sola en esta serie de patologías que las nuevas tecnologías han puesto sobre el tablero médico. Otro ejemplo lo encontramos en la selfitis, una adicción que ha sido reconocida por la Asociación Americana de Psiquiatría, y que consiste en el constante deseo de fotografiarse a sí mismo y compartir estas fotos en redes sociales para compensar la falta de autoestima.

Problemas que deben detectarse a tiempo y que no deben confundirse con otras patologías o enfermedades. “En las adicciones con sustancias existe un claro momento en el que se observan alteraciones en la vida diaria. En el caso de las comportamentales es más difícil determinar cuando son resultado de adicciones, rasgos de personalidad o comorbilidades psiquiátricas”, asegura María Parra.

Razones por la que es conveniente ponerse en contacto con personal psicosanitario especializado en adicciones, que serán los que puedan aportar luz sobre el tema y valorar el estado del paciente. Aunque no todos repiten las mismas pautas de comportamiento, es necesario valorar ciertas actitudes para comprender cuándo una persona pueden estar desarrollado esta nomofobia.

“Algunas conductas de estos pacientes pueden ser que duermen con el móvil, lo utilizan en la cama y es lo primero que hacen al despertarse o lo último antes de acostarse”, explica la directora de Vedana. “Además puede utilizarlos en sitios poco adecuados como al volante, mientras practican deporte, en el cuarto de baño o en diversos espectáculos como el cine”, afirma.

Una serie de complicaciones derivadas de las nuevas tecnologías para las que María Parra apunta a una serie de medidas, útiles para evitar la aparición de la nomofobia. “Apuntar lo que sería un uso razonable del teléfono y establecer unos horarios para el uso de las nuevas tecnologías sería una de ellas”, asegura. “Apagar el móvil o ponerlo en modo avión durante las comidas, en el trabajo, en reuniones o durante las horas de sueño, que nos permita tener una consciencia del aquí y del ahora”, sostiene.

La prevención es el tratamiento más útil, ya que no se desarrolla una dependencia de la noche a la mañana”, puntualiza María Fernández, que nos ofrece algunas prácticas para el uso correcto de los móviles y que coindicen con algunas de las expuestas por María Parra. “Practicar momentos libres de móvil, tener ‘zonas libres’ en las que haya teléfonos, no utilizarlo antes de dormir o evitar el móvil para conversaciones importantes son pasos para no desarrollar la nomofobia”, insiste María Fernández de la Riva.

Consejos que además tienen otro caballo de batalla en las redes sociales, que se convierten en una herramienta que puede ser peligrosa si se hace un mal uso de ella. María Parra ofrece así una serie de consejos para evitar el abuso en estas, como podría ser la no publicación de demasiados datos personales, no exponer a terceras personas, no utilizarlas en horas de trabajo o mantenerlas lo más privadas posibles, permitiendo que sólo tu círculo más cercano tenga acceso a ellas.

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