Sirisena jura guerra a la corrupción tras suceder a Rajapaksa en Sri Lanka

  • Maithripala Sirisena es desde hoy el nuevo presidente de Sri Lanka tras ser proclamado, reconocido e investido en una jornada intensa en la que terminó prometiendo que sólo aspira a gobernar durante un mandato y que plantará cara a la corrupción para cambiar la cultura política del país.

Colombo, 9 ene.- Maithripala Sirisena es desde hoy el nuevo presidente de Sri Lanka tras ser proclamado, reconocido e investido en una jornada intensa en la que terminó prometiendo que sólo aspira a gobernar durante un mandato y que plantará cara a la corrupción para cambiar la cultura política del país.

"Me dedicaré a crear una cultura política mejor y a erradicar la corrupción y las malas prácticas" de gobierno, aseguró Sirisena en un discurso tras su jura, ante cientos de personas que acudieron a la Plaza de la Independencia de Colombo, símbolo de la emancipación del país.

Rodeado por representantes de todos los poderes políticos y de la cúpula de las Fuerzas Armadas, Sirisena anunció "reformas sociales necesarias, reformas económicas y reformas políticas", en sintonía con el programa político que propuso para los primeros cien días de gobierno.

Sirisena había sido proclamado hoy ganador de las elecciones presidenciales que tuvieron lugar ayer en la antigua Ceilán al lograr el apoyo de 6.217.162 de sus compatriotas, un 51,3 % del total, frente a los 5.768.090 (47,6 %) que alcanzó su contendiente y hasta hoy presidente, Mahinda Rajapaksa.

Sirisena, colaborador cercano de Rajapaksa hasta hace menos de dos meses, decidió postularse como candidato de unidad de la oposición para evitar el rumbo "hacia la dictadura" que estaba adoptando el país de la mano del anterior gobernante, que en estas elecciones buscaba un tercer mandato.

"No tengo ninguna intención de aspirar a otra legislatura como presidente y estableceré la ley y el orden en el país", manifestó el nuevo mandatario del país, el séptimo desde la aprobación de la Constitución vigente.

El reconocimiento de la victoria fue mucho más pacífico de lo que un mes de campaña crispado y cargado de incidentes violentos permitían avizorar, pero Rajapaksa reconoció a primera hora del día la derrota a través de un portavoz, tras comprobar que la tendencia en las urnas marcaba ya un camino sin vuelta atrás.

En su discurso, Sirisena no dejó pasar la ocasión de recordar el maltrato que recibió en los medios públicos durante la campaña electoral, en la que los incidentes violentos le costaron la vida a una persona y dejaron un número indeterminado de heridos.

"He podido soportar los desafíos que tuve que afrontar durante la campaña electoral, incluyendo el comportamiento antiético, partidario y embarrador de los medios del Estado", dijo.

Sirisena también hizo un guiño a la comunidad internacional, muy expectante de lo que ocurría en un país estratégico para el comercio y los servicios desde y hacia China y que ha venido siendo socio del gigante asiático así como de Rusia y otros países alejados políticamente de Occidente.

"Transformaré la política exterior del país en una política exterior refinada y mantendremos relaciones cercanas con todos los países y organizaciones internacionales para proteger al pueblo y los intereses del país", afirmó.

"Fortaleceré la democracia y la libertad y construiré una mejor ética social", proclamó el hombre que hasta hace un mes y medio era ministro de Salud de Rajapaksa y secretario de su formación política, el Partido de la Libertad (SLFP).

En el acto también juró su cargo el nuevo primer ministro, Ranil Vickremesinghe, quien en horas de la mañana fue el encargado de pactar con Rajapaksa las condiciones del traspaso de mando.

Rajapaksa, que ha mantenido una economía con crecimiento anual en torno al 7 %, tomó decisiones controvertidas y denunciadas como autoritarias por sus detractores, como la creación de una Presidencia Ejecutiva con más poderes de los previstos y atribuciones para controlar órganos independientes.

Sirisena prometió durante la campaña la eliminación de esa institución, así como la reposición de la que fue presidenta del Tribunal Supremo, Shirani Bandaranayake, destituida en una decisión que, para la Relatoría de la ONU para la independencia de los jueces, fue un "punto culminante en la serie de ataques contra la judicatura" en el país.

Queda por saber qué ocurrirá con el espinoso problema de las violaciones de los derechos humanos durante la guerra contra la guerrilla tamil que finalizó en 2009, tras 26 años de conflicto, y que dejó según datos de una comisión de la ONU más de 40.000 civiles muertos.

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