Hollande "estaba conmocionado, pero al mismo tiempo muy concentrado y decidido", dijo al Steinmeier a la edición dominical del diario Bild al referirse a los ataques que dejaron 130 muertos y más de 300 heridos.
La ola de violencia sorprendió a Hollande en el Estadio de Francia, en el suburbio parisino de Saint-Denis, donde asistía junto a Steinmeier a un amistoso entre las selecciones de fútbol de Francia y Alemania.
Cuando llegan las noticias de que dos kamikazes se hicieron estallar fuera del estadio, Hollande y Steinmeier se preguntan si en circunstancias semejantes los espectadores pueden "permanecer sin informaciones y si el partido no debiera interrumpirse".
Los dos dirigentes salen durante unos minutos de la tribuna para hablar en privado, pero los responsables de la seguridad les piden que vuelvan rápidamente a sus asientos, dado que su ausencia podría crear "nerviosismo" en las tribunas.
Y cuando Hollande se marchó del estadio, Steinmeier y sus colaboradores se quedaron, para evitar dar señales que pudieran provocar movimientos de pánico entre las decenas de miles de espectadores.
Después del primer tiempo, "volvimos a nuestros asientos y durante 45 minutos hicimos como que nos interesábamos en el partido", contó Steinmeier.
El ministro recuerda asimismo que atribuyó inicialmente la primera explosión a un "petardo arrojado por hinchas irresponsables".
"No se veía humo, pero pese a todo pensé en un primer momento que era un petardo de hinchas irresponsables", dijo al Bild.
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