Al menos dos soldados y cinco civiles perdieron también la vida en los enfrentamientos, agregó la fuente.
El ejército turco lanzó el miércoles, conjuntamente con las fuerzas especiales de la policía, una operación de gran envergadura para desalojar a los militantes del movimiento rebelde.
Unos 10.000 hombres, respaldados por carros de combate, fueron movilizados para esta ofensiva que se concentra en dos ciudades cerca de la frontera siria e iraquí, Cizre y Silopi. En ambas se impuso un toque de queda.
El anterior balance, proporcionado el sábado por el ejército, era de 70 militantes muertos.
El jefe de las fuerzas armadas, el general Hulusi Akar, visitó el sábado a sus tropas en la región y fue informado del avance de la operación.
Después de más de dos años de alto el fuego, el verano pasado estallaron combates entre las fuerzas de seguridad turcas y el PKK. Estos acabaron con las conversaciones de paz iniciadas a finales de 2012 para poner fin al conflicto que dura desde 1984.
Los militantes del PKK, especialmente los más jóvenes, aprovecharon los dos años de tregua para implantarse en las ciudades con el objetivo de suscitar levantamientos, cavando trincheras y levantando barricadas para impedir la entrada de las fuerzas de seguridad. La estrategia paralizó estas ciudades y forzó a decenas de miles de habitantes a huir de los combates.
Tras la victoria de su partido en las elecciones legislativas del 1 de noviembre, el presidente islamo-conservador Recep Tayyip Erdogan reafirmó su voluntad de "erradicar" al PKK.
Estas operaciones provocaron indignación entre numerosos opositores políticos y una parte de la sociedad civil.
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