Sursudanesas violadas se refugian en Jartum

  • Evalina consiguió llegar a Jartum tras haber huido de su país, Sudán del Sur, donde hombres armados la capturaron y la agredieron sexualmente durante dos meses.

La joven de 18 años se refugió en Sudán, como otros 190.000 sursudaneses, para huir de la guerra civil que devasta este país, independiente desde 2011.

A su llegada a Jartum, Evalina (nombre ficticio) fue una de las primeras mujeres en beneficiarse del programa de ayuda a las víctimas de agresiones sexuales creado por la agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).

Menuda y con un vestido colorido, Evalina cuenta con voz aterciopelada cómo fue secuestrada cerca de la vivienda familiar.

"Me llevaron a un campamento militar y allí me quedé hasta la llegada de un jefe", declara Evalina, en la oficina de la agencia de la ONU en Jartum. "Me entregaron a él".

No sabe si los hombres armados eran soldados o rebeldes, sólo que llevaban puesto un uniforme militar.

Permanecía en una tienda de campaña y "era considerada la mujer del comandante" hasta que fue liberada al cabo de dos meses, cuando los enfrentamientos se acercaban al campamento.

Se reencontró con su familia en un campamento de la ONU y descubrió que estaba embarazada.

Evalina dio a luz a una niña en abril. Poco antes, su familia conseguía reunirse con ella en Jartum, después de un periplo de 760 kilómetros a pie, en autobús y en coche.

Como ella, muchos sursudaneses tomaron el camino del exilio desde el estallido de la guerra civil en diciembre de 2013, cuando el presidente Salva Kiir acusó a su ex número dos, Riek Machar, de preparar un golpe de Estado.

El conflicto causó decenas de miles de muertos y obligó a unos 2,2 millones de sursudaneses a abandonar sus hogares.

La mayoría de los que se encaminan a Sudán son mujeres y niños. Como muchos hombres, el padre de Evalina está desaparecido desde el año pasado.

"A lo largo de su arriesgada huida, estas mujeres se enfrentan a situaciones peligrosas, sobre todo a agresiones físicas", afirmó Angela Li Rosi, directora adjunta de la oficina de ACNUR en Jartum.

En mayo, la ONU, en colaboración con oenegés locales, abrió un centro para ayudar a las mujeres sometidas a agresiones sexuales.

A día de hoy acogieron a ocho mujeres sursudanesas y a otras decenas que huyeron de Etiopía, Eritrea, Siria y Yemen.

El presidente Omad al Bashir concedió a los sursudaneses un estatus diferente al de los refugiados, lo que les proporciona libertad de movimiento.

La mayoría se alberga en campamentos del estado del Nilo Blanco, en la frontera, pero otros prueban suerte en otras regiones.

"Intentamos apoyarlos al máximo, sobre todo psicológicamente, porque les resulta muy difícil asumir lo que han vivido", recalca Angela Li Rosi.

Evalina agradece el apoyo pero sabe que tendrá que hacer frente a otras adversidades, con sus hermanos, su hermana y su hija. Sueña con estudiar farmacia, pero ni siquiera encuentra un trabajo para subsistir.

La ONU tendrá, por su parte, que enfrentarse al flujo creciente de refugiados sursudaneses.

"La crisis de Sudán del Sur se produjo al mismo tiempo que las guerras en Siria y en Yemen. La competencia por la financiación (de programas) es dura", constata Li Rosi.

En Sudán del Sur, el presidente Kiir y Machar firmaron un alto el fuego el 29 de agosto pero, desde entonces, se acusan mutuamente de no respetarlo.

Aunque se restablezca la paz, Evalina no quiere regresar a Sudán del Sur, que le recuerda a su padre secuestrado y a su casa quemada.

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