El lenguaje de las tallas: alternancia entre números y letras para impulsar las ventas

  • Es habitual que al ir a comprar ropa encontremos diversos tipos de tallas en una misma tienda, lo que puede provocar cierta confusión.
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En las tiendas encontramos tallas numéricas y alfabéticas / Pixels

Es algo habitual. La cuestión de la talla es de las que más nos preocupan cuando entramos a una tienda. El objetivo es encontrar la prenda que quede como un guante, pero el hecho de que cada fabricante talle de una forma distinta complica el proceso de compra, pues muchas veces no sabemos cuál es nuestra talla real. A esta ecuación, además, se le suma otra incógnita: los diversos tipos de tallaje que se dividen en numérico y alfabético.

Es decir, en un mismo comercio es posible que nos encontremos con prendas talladas con un número (34, 36, 38, etc.) y con letra (S, M, L...). Por lo tanto, conviven en sintonía dos formas diferentes de tallar que atienden, además, a características distintas. Porque cada tipo de talla tiene su función, si bien la más importante es impulsar las ventas.

En concreto, como nos explican desde el Instituto Europeo de Diseño (IED), el tallaje numérico va de una talla a otra. Es decir, cada número corresponde a una talla. Por su parte, el tallaje alfabético ('alpha sizing'), puede abarcar varias tallas dentro de una misma. Esto supone que por cada letra habría dos o más tallas, nos aclaran. Pero, ¿cuál es el motivo de que haya esta divergencia?

Reducir el 'stock', el reto

Para empezar, la experta de ISEM Fashion Business School, la escuela de negocios especializada en moda de la Universidad de Navarra, Marina Duque, recuerda que el tallaje numérico es el más habitual y al que todos estamos acostumbrados. Si bien en este método hay mucha diversidad por países, algo que podemos comprobar al comprar en cualquier tienda online internacional, donde hay correlaciones de diferentes números para que todo el mundo encuentre su talla.

Al igual que indican desde el IED, Duque comenta que los números marcan las tallas una a una, "mientras que las letras abarcan más tallas dentro de una". Por ejemplo, la S iría desde la 34 hasta la 38; la M abarca desde la 38 a la 42; y la L de la 42 en adelante. Esto supone que muchas más personas pueden caber en una talla S que en una 36, "de modo que así las tiendas se aseguran de que todo el mundo encuentre su talla".

Es decir, cada consumidor tiene una talla numérica determinada y, cuando va a comprar y no la encuentra, no se compra la prenda en otra talla porque sabe que no le va a servir. Sin embargo, con las letras tiene mucha más flexibilidad, porque sabe que le va a servir, incluso una más grande de la suya, "pues depende del gusto al vestir de cada uno puede optar por una S o una M y no tendrá ningún problema". Así, los comercios facilitan la compra a los consumidores, "se aseguran de que todo el mundo salga de la tienda con una prenda, algo que está unido a la estrategia de ventas", explica la experta.

Con este método de tallaje, las marcas reducen su stock, que al final es su principal objetivo, pues los clientes tienen más posibilidades para encontrar su talla que si todas son numéricas. Igualmente, simplifica el proceso de fabricación de las prendas, pues no hay tanta diversidad, así es posible producir más y, sobre todo, más rápido. Pero Marina advierte de que no todas las prendas son adaptables al tallaje alfabético. "Se utiliza sobre todo en prendas de punto, elásticas, que se adaptan al cuerpo en función al gusto de cada uno. En zapatos, por ejemplo, sería impensable", matiza.

La unificación de las tallas, la eterna promesa

El debate sobre la unificación de las tallas entre las diferentes enseñas viene de lejos. Hace más de 10 años, en 2007, la por entonces ministra de Sanidad Elena Salgado firmó un acuerdo con los principales fabricantes de moda de España por el que se comprometían a unificar el tallaje de sus prendas y, con ello, promover una imagen saludable y real de los cuerpos. Pero, a día de hoy, ese acuerdo sigue siendo un brindis al sol.

Lo normal es que en cada marca las tallas varíen, lo que supone un gran problema para los consumidores que, además, puede generar trastornos alimeticios y de distorsión de la propia imagen. Según un estudio de la Federación Española de Asociaciones de Ayuda y Lucha contra la Anorexia y la Bulimia (FEACAB) y la Fundación Imagen, el 44% de los consumidores se plantea hacer dieta cuando no cabe en la talla que pensaba que tenía, de los que más del 80% son mujeres.

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