Una exhumación tensa y desagradable: lo que no vimos de la 'operación Franco'

  • La frialdad con la que Bolaños y la ministra Delgado supervisaban el traslado de los restos dejaba entrever que no había sido un trago agradable.
Los Franco meten una bandera preconstitucional en el Valle
Los Franco meten una bandera preconstitucional en el Valle
EFE

La frialdad con la que el secretario general de Presidencia, Félix Bolaños, y la ministra de Justicia, Dolores Delgado, supervisaban la exhumación y el traslado de los restos de Franco, dejaba entrever que el levantamiento de la tumba del dictador no había sido un trago agradable, por más satisfacción política que les produjera cumplir con uno de los grandes objetivos del Gobierno al que representan. Varias horas después de haber terminado, desde el entorno de ambos políticos se reconocía que la operación había sido una experiencia dura, sobre todo por el encuentro tenso y desagradable que se produjo entre los políticos y los principales miembros de la familia Franco.

Una vez que se abría la puerta de la basílica y aparecía el féretro del dictador a hombros de sus nietos, envuelto en una tela marrón fruncida y con una tabla añadida como base para que no se desmoronase, todo apuntaba a que las dos horas anteriores en las que había que abrir la losa y comprobar los restos no habían sido un camino de rosas. La nieta mayor del dictador, Merry Martínez-Bordiú, que había tenido el privilegio de entrar en el reducido espacio de la carpa donde se operaba con el doble ataúd (madera y zinc) lo apuntaba todo en un cuaderno negro, minuto a minuto. La ministra de Justicia levantaba el acta oficial, y la nieta la suya propia, algo que no auguraba la mejor de las situaciones. Ya en presencia del abogado y en el exterior, Francis Franco, nieto del dictador, tomaba el relevo y apuntaba también cada detalle de lo que ocurría, aunque solo fuera a modo de documentación para la batalla legal, incluido el Tribunal de Estrasburgo, al que los familiares están dispuestos a llegar.

Ni Merry Martínez-Bordiú, primero, ni Francis Franco, después, se separaron un segundo de ese cuaderno de tapas negras. Que el nieto del dictador llegase a anotar un movimiento trivial del abogado de la familia -el letrado se acercó al helicóptero poco antes del despegue en respuesta a una indicación del propio Francis Franco- da una idea de la minuciosidad con la que los familiares registraron la exhumación. 

Bolaños, que es también un experto abogado y conocedor de los entresijos de la Justicia, vigilaba impasible todo lo que ocurría y, ya fuera del templo, era el único que mantenía el contacto con los nietos y su representante legal, en acercamientos puntuales, en ese momento solo necesarios para ordenar la logística y que el 'timing' no se les fuera de las manos. Antes de ello, el propio secretario general de Presidencia tuvo que poner orden ante los continuos desafíos de unos nietos muy enfadados con el Gobierno después de la batalla legal perdida y el control mediático al que estaban siendo sometidos.

Después de pelear hasta el último detalle legal -y perderlo-, uno de los nietos intentó incluso introducir la bandera preconstitucional, que le fue retirada antes de entrar y marcó el inicio de un encuentro a cara de perro. Como respuesta, el empeño de la familia por sacar al dictador en un féretro claramente deteriorado, soportado por una tabla en el fondo que dio dificultades hasta para entrar en el helicóptero y amarrado con unas cintas. Una vez fuera, cada parte subió al helicóptero por separado y, para unos y otros, fueron quince minutos muy largos, con el ataúd de por medio.

"Un homenaje a la dignidad democrática"

Ese trayecto hasta el cementerio de El Pardo se realizó bajo un silencio sepulcral. La ministra Delgado -que habría roto el protocolo al sentarse junto a la ventanilla del helicóptero y no en medio como le correspondía- se abstuvo de realizar cualquier comentario porque "confieso que iba pensando en el significado de lo que estábamos viviendo. (...) Estábamos viviendo un momento histórico", según explicó en una entrevista con Pepa Bueno en la 'Cadena Ser'. La titular de Justicia también evitó confirmar si hubo o no tensión durante el traslado y puso el foco sobre "la dignidad" a la que responde la operación. La exhumación fue un "homenaje a la dignidad democrática", dijo Delgado, antes de advertir de que la operación es solo el principio de un proceso de reconciliación histórica porque "esto no ha hecho nada más que empezar. Tenemos de futuro una tarea por delante".

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