Traficando con personas a la luz de una gasolinera en Hungría

    • Una gasolinera cercana al campo de Röszke se han convertido en el punto de encuentro de mafias y oportunistas que asaltan a los refugiados para llevarles a Budapest o Viena.
    • Las condiciones de insalubridad y las vejaciones de las autoridades ayudan a que el negocio de la mafias, traficantes de personas y oportunistas florezca en esta frontera a la velocidad con la que llegan las personas.
Una mujer espera con su hijo en el campo de Röszke
Una mujer espera con su hijo en el campo de Röszke

Sesenta, ochenta, doscientos cincuenta, tres mil. No son lo números del bingo ni el precio de los Smartphone que hay en el mercado. Son las tarifas que manejan los traficantes de personas y los oportunistas que abusan de la desesperación de los refugiados que huyen de la guerra y del descontrol burocrático en las fronteras para hacer negocio con la crisis migratoria.

La noche es cerrada Röszke. Una calma tensa envuelve el campamento. La llegada de varios autobuses, que se supone llevarán a los refugiados a otro lugar, calma a los refugiados y distrae a los centenares de policías que custodian el recinto . Las vías del tren que delimitan el perímetro de Röszke están menos vigiladas. De repente, de la nada, aparece una decena de siluetas que se mueven rápidamente y se dirigen hacia un coche que está aparcado en frente de una gasolinera. Sin hacer ruido, casi sin hablar, se acoplan como pueden en su interior. Tres en la parte delantera, las mujeres. Los hombres, cinco, en la parte trasera. Y en el maletero, dos personas ajenas al grupo introducen a dos niños. Casi no caben. Empujan con fuerza, como si fueran bolsas de plástico hasta que consiguen cerrar la puerta y el coche sale a toda velocidad. No se quiénes eran, ni hacia donde iban pero este horror es cada vez más habitual en la frontera entre Hungría y Serbia. La escena ocurrió en una gasolina, rodeada de hombres y coches con matrícula húngara, que está fuera de servicio, a solo 500 metros del campamento de Röszke. Un lugar literalmente custodiado por la policía.

El hastío, la impotencia y la desesperación de los refugiados les empuja a hacer cualquier cosa para salir de Hungría, un país que se ha convertido en un obstáculo para continuar hacia Alemania o Suecia. Las condiciones de insalubridad y las vejaciones de las autoridades ayudan a que el negocio de la mafias, traficantes de personas y oportunistas florezca en esta frontera a la velocidad con la que llegan las personas. Convierten a las garras de las mafias en la única salida.

Para los traficantes es un negocio de una gran rentabilidad dada la cantidad impresionante de personas que esperan poder hacer la travesía. Solo el miércoles, 3.300 personas cruzaron la frontera serbio húngara, según las autoridades.

No solo traficantes o mafias organizadas aprovechan la llegada masiva de personas ansiosas por abandonar Hungría. También los taxistas hacen su particular agosto en la vía del tren que atraviesa el paso fronterizo. Ya en Budapest, en el interior del parking del centro comercial Arena, a pocos metros de la estación de Keleti, se detienen tres taxis. Los llantos de varios niños llaman mi atención. Se bajan varias familias, doce personas. Una de ellas, que habla un parco inglés, me dice que viene de Röszke. La policía les detuvo y tras dos días en el campo han logrado escapar en un taxi hasta la capital de Hungría para después continuar su viaje hacia Alemania. Son del Kurdistán y la guerra les ha arrebatado todo. "60 euros cada uno", me dice, por recorrer los casi 200 kilómetros de distancia. Caminamos juntos hacia la estación, entre risas, sienten cada vez más cerca el sueño europeo. Mientras avanzamos me preguntan donde pueden comprar un tarjeta de teléfono y dónde hay un hotel.

Esta oleada de familias sirias que está llegando a Europa, lejos de lo solemos pensar cuando nos referimos a refugiados, pertenece a la clase media de ese país. Entre los refugiados hay profesores de la Universidad de Damasco, comerciantes, maestras… Los más de cuatro años de ininterrumpidos bombardeos les han arrebatado todo. Los morteros han bombardeado sus casas, los choques entre las distintas facciones les han dejado sin luz ni electricidad, la expansión de Estado Islámico quiere devolverles a la Edad Media…ante esta poca perspectiva de futuro se lanzan al Mediterráneo, atraviesan los Balcanes y recorren Europa. Y, ante la ineficacia de las instituciones europeas, las mafias salen ganando.

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