Tras la condena por matar a Asunta, ¿qué vida espera a Porto y Basterra en prisión?

    • No es lo mismo entrar en prisión en situación preventiva que condenado por matar a tu hija.
    • ¿Cómo será el día después de Basterra y Porto? ¿Cómo convivirán con el resto de reclusos?
La defensa de Basterra lo describe como un buen padre que "amaba con locura" a Porto y rechaza que conociese la sedación
La defensa de Basterra lo describe como un buen padre que "amaba con locura" a Porto y rechaza que conociese la sedación

Los funcionarios de prisiones lo saben: no es lo mismo para un recluso entrar en la cárcel en situación preventiva que con una condena en firme. A muchos internos el mundo se le viene encima en este segundo caso. No aceptan el veredicto. Creen que la Justicia les ha fallado. O peor: creen que no existe justicia en este mundo que pueda comprenderles.

Francisco Llamazares, vicepresidente del sindicato de prisiones Afpf ha visto a muchos individuos en la tesitura que hoy afrontan Porto y Basterra. "Al haberse convertido en personas públicas, con una enorme presión mediática, lo normal es que pasen unos días en la enfermería", explica.

No siempre se toma esta decisión porque los hoy condenados estén enfermos, sino como medida de protección frente a ellos mismos. Hay que evitar que el 'shock' de la condena les conduzca al suicidio. No hay gran diferencia en las condiciones de las celdas de enfermería de las otras, salvo que están cerca de los profesionales y medicinas necesarias para atender cualquier urgencia.

Nada más volver a la prisión, son cuidadosamente examinados por un equipo de médicos y psicólogos. La opinión de estos últimos es fundamental. Deben detectar con qué actitud afrontan su condena, que en el caso de los padres de Asunta, convictos por el asesinato de su hija, rondará las dos décadas.Vigilados por un acompañante

Suele ser habitual que se les asigne un "interno de acompañamiento", un recluso que convive en la misma celda y que informa a las autoridades del centro penitenciario de cualquier comportamiento sospechoso o que dé a entender que el nuevo interno no se halla en un estado psicológico normal.Cuando pasan los días, los internos suelen ir aceptando la situación y, por lo general pasan a una celda normal, en la que pueden o no estar acompañados. Depende de la decisión de las autoridades médicas que van siguiendo el estado anímico del recluso.

¿Cómo será la convivencia de Basterra y Porto con el resto de la población reclusa? Se dice los internos de una prisión son especialmente hostiles hacia quienes han sido condenados por atentar contra niños. ¿Deben tomar alguna medida de protección especial? ¿Se les protege en determinados espacios, como el comedor o los baños?

"Es cierto que los violadores de niños, cuyos casos habían trascendido al público, sufrían un gran acoso en prisión, sobre todo en el pasado", recuerda Llamazares, que ha presenciado más de una vez la hostilidad de los reclusos contra los condenados por violar a niños. Pero no hay medidas de protección especiales para los asesinos, ni aunque lo sean de menores.

"Hay internos que reciben un seguimiento especial, pero son muy escasos", explica Llamazares. Por lo general se trata de condenados por delitos como el narcotráfico o terrorismo, conocidos como FIES (internos de especial seguimiento).Por ejemplo, pueden tener limitado el tiempo en el patio para evitar, como ha ocurrido en más de una ocasión, que baje un helicóptero para rescatarlos, como sucedió una vez en Francia. Pero el resto de reclusos hacen vida normal, sin especiales extraordinarias de seguimiento por el delito que haya cometido.La amistad del cigarrillo

Los reclusos que han pasado por procesos judiciales de gran repercusión mediática, como Porto y Basterra, percibirán en los presos el mismo estado que hay en la opinión pública. "Algunos se acercarán y hablarán con ellos por curiosidad. Otros les rechazarán y no querrán tratarles, porque han sido condenados por asesinar a su hija".

Pero al final, el puro interés es lo que más define las relaciones en la cárcel: "Si ven que Alfonso Basterra fuma 'winston', pues se le acercarán a pedirle tabaco, y si les da, se hará amigos. Así ha sido siempre la vida de la cárcel. Hasta con los etarras". Las habilidades sociales de cada uno harán el resto, y determinarán cómo si su día a día en el trato con los demás será más o menos incómodo.

"El 99,99 por ciento de los presos acaba asumiendo su situación, porque saben que están justamente en prisión. Incluso los que han sido condenados por delitos que no han cometido, asumen que merecen estar ahí por otros que sí perpetraron sin ser condenados por ello", aclara Francisco Llamazares. "Lo aceptan y punto".

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