Treinta años de investigación forense en Argentina para "conocer la verdad"

  • "Los huesos son buenos testigos: nunca mienten, nunca olvidan", solía decir Clyde Snow, el recién fallecido fundador del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), que este mes cumple tres décadas dedicadas a identificar personas desaparecidas en la última dictadura (1976-1983).

Mar Centenera

Buenos Aires, 8 jul.- "Los huesos son buenos testigos: nunca mienten, nunca olvidan", solía decir Clyde Snow, el recién fallecido fundador del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), que este mes cumple tres décadas dedicadas a identificar personas desaparecidas en la última dictadura (1976-1983).

"Gracias al trabajo del grupo de jóvenes que Clyde condujo en los primeros años de democracia, muchos de nosotros pudimos identificar los restos de nuestros familiares, conocer la verdad y empezar a transitar el camino de la justicia", dijo la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, en la conmemoración del 30 aniversario del EAAF el pasado miércoles.

Una de las integrantes del equipo fundador fue Patricia Bernardi, quien en 1984 acompañó, junto a otros siete estudiantes argentinos, al antropólogo forense estadounidense a exhumar una fosa en un cementerio de Buenos Aires y entró por primera vez en su vida en una morgue.

Entre risas, Bernardi responde a Efe que "haber sobrevivido" es el mayor logro del EAAF en sus tres décadas de vida, aunque a continuación, ya seria, destaca la importancia de haber mantenido los principios con los que comenzaron a trabajar pese a los cambios políticos vividos en el país y los avances científicos.

El mayor hito metodológico fue "la aplicación de la genética" a las investigaciones forenses, admite la investigadora, quien recuerda que con los análisis de ADN "se produjeron muchas identificaciones y que fueran aprendiendo de cada una de ellas".

A su juicio, uno de los principales aprendizajes y desafíos de su trabajo está en la notificación a los familiares cuando logran restablecer la identidad de una víctima.

"Cuando notificas a un familiar le decís no sólo que identificaste a su padre o a su esposo, sino que el trabajo preliminar que hacemos posibilita decirle también cuándo lo mataron, dónde lo mataron y en qué centro clandestino fue visto", explica Bernardi.

"En menos de quince minutos le estoy dando respuestas a preguntas que tuvo durante 35 años", continúa sobre esa delicada tarea que, asegura, "no se aprende en los libros, sino que es cuestión de práctica".

Quienes hace treinta años eran estudiantes inexpertos ahora forman a los nuevos antropólogos forenses que se incorporan al EAAF, que a lo largo de su trayectoria ha extendido sus investigaciones a más de 40 países, como Guatemala, El Salvador, Chile, Colombia, México, Perú, Venezuela, Croacia, Sudáfrica, Congo y Filipinas, entre otros.

Además de los análisis genéticos, otros avances científicos han revolucionado también la metodología empleada, como las técnicas de geofísica para el hallazgo de las fosas, remarca Bernardi.

"Una cosa es cuando vas a trabajar en un cementerio, donde evidentemente muertos los vas a encontrar y otra cuando te toca en áreas muy amplias o clandestinas donde necesitas de otras ciencias que aporten también para el hallazgo de los restos", apunta.

"Cada país es un reto. Antes de iniciar cualquier trabajo de exhumación es prioritario tener un acercamiento, realizar un trabajo de investigación preliminar", detalla la antropóloga forense.

La técnica, sin embargo, no es suficiente para el éxito de su tarea, sino que es necesaria también la colaboración de las autoridades de un país y de la sociedad civil.

Para la veterana antropóloga, hay que valorar las circunstancias políticas de cada país, conocer la posición del Gobierno y de los organismos de derechos humanos antes de trabajar en él.

"Somos científicos, pero también es un trabajo muy político -puntualiza-; debemos evaluar si es momento oportuno para iniciar este trabajo, porque una vez que se inicia es muy difícil de parar".

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