Tsipras, ante el desafío de recuperar la confianza de los griegos

  • Con una retórica vibrante, Alexis Tsipras sedujo a los griegos en las elecciones de enero y se convirtió en el primer dirigente de izquierda radical de Europa. Ocho meses y un rescate financiero más tarde, deberá echar mano de toda su habilidad para recuperar una confianza dañada.

Desgastado por siete meses de negociaciones agotadoras con los acreedores de la zona euro y el Fondo Monetario Internacional, para mantener al país a flote y dentro del euro, el ex primer ministro ha tomado peso últimamente, señal de un cierto cansancio.

Abandonado por el ala izquierda de Syriza, que ha creado otro partido y milita por salir del euro, Tsipras se quedó sin mayoría y forzó las legislativas anticipadas de este domingo presentando su dimisión el 20 de agosto.

Su desafío será recuperar la legitimidad y el impulso político, tras aceptar el 13 de julio en Bruselas un tercer rescate financiero a cambio de más ajustes, apenas una semana después de la victoria del "no" en el referendo sobre las condiciones de los acreedores.

A sus 41 años, el benjamín de la clase política griega sigue siendo, según los sondeos, el político mejor considerado para dirigir el país, por delante de su principal rival, el conservador Evangelos Meimarakis, que tiene veinte años más. Y ello por el aplomo y la sangre fría mostrados en sus múltiples negociaciones en las capitales europeas.

Militante de extrema izquierda en la secundaria, empezando por las juventudes comunistas, el líder de Syriza presume todavía de integridad, frente a una clase política griega acusada de clientelismo y corrupción.

Y en su vida personal, este padre de dos hijos -uno de ellos llamado Orfeas Ernesto, en honor al Che Guevara-, también se mantiene fiel a sus compromisos: sigue sin llevar corbata, juró el cargo en enero en una ceremonia civil y no religiosa, y vive en pareja sin estar casado.

La ola de entusiasmo y esperanza que generó con su promesa de poner fin a cinco años de crisis y austeridad dictada por los acreedores se quedó en nada cuando el 13 de julio aceptó el tercer rescate financiero del país, en lo que sus críticos vieron como la "capitulación" de un líder que precisamente siempre prometió terminar con esta política.

Sin embargo, nada parece capaz de detener a este ingeniero civil, convertido en una máquina política.

Ante los electores, Tsipras aseguró que se vio obligado a ceder ante los acreedores y firmar un acuerdo "muy doloroso", impuesto por las "fuerzas asimétricas" a las que tuvo que enfrentarse en una Europa adepta de la ortodoxia fiscal alemana.

Igualmente dijo que eligió colocar "el interés del pueblo griego por encima de todo".

Con todo, reivindica todavía un cierto margen de maniobra para aplicar con el mayor nivel posible de justicia social y eficacia las exigencias de los acreedores, y negociar, este otoño, una reestructuración de la deuda pública.

"La lucha continúa", lanzó en el primer debate de campaña este apparatchik de la política, que con 33 años se alzó al frente de la coalición eurocomunista y altermundialista Synaspismos, convertida luego en Syriza, un partido de gobierno cuyo ascenso fulgurante era por entonces una quimera.

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