Las cosas se complican poco a poco para Sergio Morate. Hace unas semanas intentaba negar el crímen o, al menos, presentarlo como un arrebato. Sin embargo, según el sumario del caso, podría haber actuado con premeditación y haber planeado al detalle el asesinato.
Un nuevo testigo, hasta ahora desconocido, sitúa a Morate en el lugar donde se enterraron los cuerpos 24 horas antes del día de los hechos. En concreto, el hombre, que paseaba por la zona en moto, se lo encontró junto a la fosa en la que posteriormente encontraron a Laura y a Marina. Además, otra mujer vió al presunto asesino en un merendero desde el que arranca el camino de tierra que termina en el nacimiento del río Huécar.
Por otro lado, al lado del cuerpo encontraron una pala, una azada, un pico, un paquete de cal y una garrafa de agua de la Virgen de Lourdes. Esta pista supuso, según fuentes del caso, un paso importante en la investigación. En primer lugar porque la pala fue comprada días antes por el joven en una tienda cercana a su domicilio. Además, la cal que se utilizó para enterrar los cuerpos también coincide con la que compró Morate días antes del asesinato de las chicas.
Por último, la botella con el agua de Lourdes tenía el ADN del sospechoso y las huellas de su madre, aunque el presunto asesino aseguró que su madre repartía esas garrafas entre todos sus conocidos, por lo que no es extraño que la chica la tuviera.
Por otro lado, la Fiscalía provincial de Cuenca ha solicitado incoar un procedimiento judicial separado en el caso Morate, contra A.E., un ciudadano colombiano por presunto delito contra la administración de justicia, al considerar que esta persona conoció los asesinatos pero no los denunció.
Hemos bloqueado los comentarios de este contenido. Sólo se mostrarán los mensajes moderados hasta ahora, pero no se podrán redactar nuevos comentarios.
Consulta los casos en los que lainformacion.com restringirá la posibilidad de dejar comentarios