Una dirigente indígena recuerda la deuda de Guatemala con las víctimas

  • Guatemala todavía tiene una deuda con las víctimas del conflicto armado que durante 36 años asoló el país, según la dirigente indígena maya-quiché Nazaria Tum Sanic, presidenta de "La Voz de la Resistencia", quien vivió de primera mano la represión militar escondida durante 10 años en las montañas.

Alida Juliani Sánchez

Madrid, 28 abr.- Guatemala todavía tiene una deuda con las víctimas del conflicto armado que durante 36 años asoló el país, según la dirigente indígena maya-quiché Nazaria Tum Sanic, presidenta de "La Voz de la Resistencia", quien vivió de primera mano la represión militar escondida durante 10 años en las montañas.

De aquella etapa, en la que, junto con otras mujeres, veló por la seguridad y la alimentación de las comunidades indígenas, surgió la organización con la que ahora trabaja a favor de la participación de las indígenas mayas e ixiles en los poderes locales.

En una entrevista con Efe en Madrid, ciudad que visitó estos días para explicar la situación de la mujer en Guatemala, Tum Sanic subrayó que después de 15 años, y con cuatro gobiernos civiles, el Estado guatemalteco "todavía no ha resarcido a las víctimas".

Recordó que, según los acuerdos de paz firmados tras el conflicto armado, todos los afectados tienen derecho a ser compensados, algo que "todavía no se ha cumplido".

"Es verdad que se han logrado cositas muy pequeñas, pero no todas las víctimas han sido resarcidas, lo que ha llevado además a que se creen divisiones dentro de la propia comunidad, porque los que siguen esperando piensan ¿por qué a unos sí y a nosotros no?", dijo.

Tum Sanic dijo que las viviendas que el Gobierno otorgó a los afectados de más de 40 años "no son ni mucho menos dignas" y que las tierras que se entregaron a los indígenas tras el conflicto llevan aparejados créditos imposibles de pagar.

Agregó que las exhumaciones de los conocidos como "cementerios clandestinos", donde fueron enterradas cientos de víctimas de la guerra, se están haciendo de manera selectiva.

"Sólo en algunos casos se autoriza la exhumación de los restos y en algunas zonas, y no todo el mundo se puede permitir solicitarlas", añadió.

Tum Sanic conoce bien la historia del conflicto armado que vivió su país entre 1960 y 1996, porque lo sufrió "desde la resistencia".

Algunas de las mujeres que como ella iniciaron esa resistencia en las montañas del norte de Chajul, a finales de los 70, ahora le acompañan al frente de su organización, con la que, desde 2009, trabaja en la búsqueda de un espacio propio para las indígenas y su inclusión en los poderes locales.

"Estamos empezando a dar pasos desde las bases, impartiendo talleres de formación, alfabetización y producción. También hacemos saber a las mujeres que tienen unos derechos y que son los mismos que los de los hombres", señaló.

El trabajo de "La voz de la Resistencia", compuesta por 1.000 mujeres, "más las no asociadas", en 30 comunidades del país, siete municipios y cuatro departamentos, ha logrado "no sólo que encontremos nuestro propio espacio, sino también animar a muchos hombres a formarse".

"Al principio no entendían que sus mujeres quisieran aprender, pero ahora hay muchos que dicen: si ellas lo hacen ¿por qué yo no?. Y poco a poco se han ido incorporando, por ejemplo, a nuestras clases de alfabetización y formación", explicó.

Tum Sanic se mostró satisfecha de la evolución que experimenta "poco a poco" el rol femenino en un país en el que "las mujeres seguimos sufriendo la discriminación, el machismo y la opresión".

"No tenemos espacios de participación en la toma de decisiones. Simplemente atendemos el trabajo en la casa, cuidamos a los niños y apoyamos al hombre en el trabajo del campo. Y ese esfuerzo no se reconoce. La mujer indígena está doblemente discriminada, por el esposo y por las autoridades", subrayó.

Advirtió, sin embargo, que todo lo conseguido hasta ahora es posible gracias a las organizaciones de mujeres que trabajan en las distintas comunidades indígenas de Guatemala, y que, fuera de ellas, "sigue existiendo el machismo y la discriminación".

La desigualdad es una constante en el país centroamericano, multiétnico y multilingüe, en el que la población indígena representa aproximadamente el 41 % del total.

Con el paso de los años, el pueblo indígena guatemalteco tiene que enfrentarse además a otro tipo de problemas, como la lucha por sus tierras ante la llegada de empresas que, a juicio de Tum Sanic "prometen un desarrollo que no es real".

Así denunció la construcción en el área donde opera "La Voz de la Resistencia" de tres grandes centrales hidroeléctricas que "están logrando romper el vivir comunitario".

"Ellos lo venden como desarrollo, pero las consecuencias son familias desalojadas de sus tierras, enfermedades y división entre la gente", concluyó.

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