Una mujer se une a los "crucificados de Asunción" por reclamos laborales

  • Una mujer de 52 años fue clavada hoy a un madero en solidaridad con tres extrabajadores de la represa de Itaipú que cumplen una semana "crucificados" y sin ingerir alimentos frente a la embajada de Brasil, en Asunción, en protesta porque no reciben las primas laborales que aseguran se les adeuda.

Asunción, 16 dic.- Una mujer de 52 años fue clavada hoy a un madero en solidaridad con tres extrabajadores de la represa de Itaipú que cumplen una semana "crucificados" y sin ingerir alimentos frente a la embajada de Brasil, en Asunción, en protesta porque no reciben las primas laborales que aseguran se les adeuda.

Rosa Cáceres, la nueva "crucificada", es esposa y madre de dos exempleados que trabajaron durante cinco años en la hidroeléctrica, la de mayor producción del mundo y compartida por Paraguay y Brasil.

La mujer dejó a sus nueve hijos en Ciudad del Este, a unos 370 kilómetros de la capital, para acompañar a los tres "crucificados" y al resto de compañeros que les apoyan, que llevan cuatro meses de protesta en una carpa frente a la embajada, en el centro de la capital paraguaya.

Después de santiguarse, y ataviada con un vestido con el blanco, rojo y azul de la bandera paraguaya, Cáceres se confió a Teodorico Franco, extrabajador de la represa y encargado de atravesar la piel que separa los dedos de sus manos con dos largos clavos.

Mientras, el trío de "crucificados", Roberto González, de 61 años, Roque Samudio, de 58, y Gerardo Orué, de 49, entonaban cánticos religiosos en honor a la imagen de la Virgen que preside la escena desde un pequeño altar.

"Me siento con mucho dolor, pero no por los clavos, sino por estar en un país tan hermoso como Paraguay, y tener que pasar por esto para pedir por nuestros derechos", declaró Cáceres a Efe.

En consecuencia con ese mensaje, la base de la cruz en la que permanecerá acostada Cáceres llevaba escrito en un cartel "Vencer o morir", a lo que alguien añadió después: "La mujer paraguaya vencerá".

Cáceres se une al "martirio" de González, Samudio y Orué, que permanecen siete días alimentándose de suero y de zumo de zanahoria para disminuir las deposiciones y poder permanecer acostados y sin movimientos bruscos.

Reclaman derechos laborales que, según dicen, se les adeudan por un convenio suscrito en 1974 por los gobiernos, entonces dictatoriales, de Paraguay y Brasil.

El monto acumulado por estos incentivos se estima en 3.523.500 guaraníes (unos 760 dólares) por empleado y mes trabajado, detalló a Efe Carlos González, uno de los portavoces de la Coordinadora General de los Extrabajadores de Itaipú y Contratistas

"Muchos de los que estamos protestando acá somos personas de la tercera edad. Ya no luchamos por un tema económico, sino por que se respeten nuestros derechos laborales", declaró González.

Recordó que las movilizaciones en la represa se cobraron ya la vida de dos trabajadores, Hermenegildo Benítez y Germán Cardozo, fallecidos a consecuencia de la represión policial durante la segunda huelga de Itaipú, el 12 de diciembre de 1989.

"Los compañeros que están ahora crucificados también están ofreciendo su vida. El problema no son los clavos que los sujetan, sino la presión emocional que soportan", explicó.

Añadió que el estado anímico de los trabajadores en protesta puede desencadenar problemas cardíacos o accidentes cerebrovasculares.

"Estamos muy cerca del final de año. Es una época para estar en familia. Ojalá recibamos ya una respuesta y no tengamos que pasar nuestra tercera Navidad en las carpas", expresó.

En caso contrario, no faltan nuevos candidatos a sumarse al "Calvario" de los cuatro "crucificados".

Angelina Carballo, de 72 años y exempleada del vivero forestal de Itaipú, aseguró a Efe que será "la próxima en crucificarse" si los trabajadores no reciben una respuesta a sus reclamos en los próximos días.

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