Valentía uruguaya salvó a diplomáticos españoles en el corazón de África

  • La valentía de más de dos centenares de "cascos azules" del ejército uruguayo logró, en 2007, salvar la vida de 21 diplomáticos de la embajada de España en el Congo, cuando se desató una guerra civil en el país, una gesta recordada recientemente en Montevideo con la presentación del libro "49 horas en Kinshasa".

Francisco Javier Lama

Montevideo, 31 ago.- La valentía de más de dos centenares de "cascos azules" del ejército uruguayo logró, en 2007, salvar la vida de 21 diplomáticos de la embajada de España en el Congo, cuando se desató una guerra civil en el país, una gesta recordada recientemente en Montevideo con la presentación del libro "49 horas en Kinshasa".

Seis años después de aquel tenso 22 de marzo, los protagonistas de los heroicos hechos se reencontraron en el Palacio Legislativo (Parlamento uruguayo), donde recordaron los dos días en los que transitaron "entre la vida y la muerte", tal y como explicó a Efe el jefe de la misión, el coronel uruguayo Ricardo Fernández.

"49 horas en Kinshasa" (Los Libros de la Catarata, 2012) es el estremecedor relato del que fuera embajador de España en la República Democrática de Congo entre 2006 y 2008, Miguel Fernández-Palacios, y narra en forma de crónica las difíciles horas en las que, de imprevisto, la embajada española en la capital del país africano se convirtió en blanco de la sinrazón.

Ese día de marzo, las fuerzas del exvicepresidente Jean-Pierre Bemba se enfrentaron al ejército regular congoleño, fiel al electo presidente Joseph Kabila, tras meses de tensiones y, por caprichos del destino, el céntrico edificio de oficinas de siete plantas en el que se encontraba la legación diplomática española fue el centro de los duros enfrentamientos, sin que ningún bando reparara en ello.

Protegidos en el pasillo de la embajada, alejados de las ventanas para evitar las balas, los diplomáticos vivieron horas de terror, en los que las continuas explosiones y obuses (varios cayeron muy cerca de la embajada, destrozando el edificio) no daban tregua.

En esos momentos, Fernández-Palacios tuvo que tomar decisiones "muy difíciles", tal y como declaró.

En lo que no tuvo duda fue en saber a quién acudir: al ejército uruguayo que trabajaba en la zona en misión de paz para la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

"Conocía a Fernández y a varios miembros del ejército, habíamos compartido muchos sábados de mates, risas y churrascos", relató. "En Congo nadie hablaba español y el hecho de compartir idioma hizo que se crearan muchos vínculos afectivos", añadió.

De este modo, llamó a Fernández para pedir auxilio porque "en ese momento sabía que Uruguay y su ejército no me iban a fallar".

Así, cuatro tanquetas del batallón uruguayo y 240 soldados del país sudamericano se dirigieron a la zona, entre los continuos disparos, para evacuar a la delegación española.

Los soldados arriesgaron su vida protegiendo a los diplomáticos y acompañándoles hasta el interior de los tanques, que se dirigieron al cuartel general de Naciones Unidas en Kinshasa, refugio improvisado.

Después de largas horas aguardando, y tras contabilizar a todos los evacuados, finalmente la mañana del 24 de marzo los diplomáticos pudieron regresar sanos y salvos a España.

"Desde entonces, cada 22 de marzo, o Miguel o yo nos llamamos para recordar aquellos hechos, porque realmente ese día los dos volvimos a nacer", afirmó el coronel.

Al vivir esos dramáticos momentos, Fernández fue testigo de "las miserias y las riqueza del ser humano" y reforzó su vocación de trabajar por la paz.

"Esta experiencia me sirvió para reafirmar los valores: estamos en el mundo llamados para hacer algo, la clave es descubrirlo. Yo lo descubrí", confesó.

Para Fernández-Palacios, aquellas horas y la "valentía" del ejército uruguayo le enseñaron a "valorar la vida, a disfrutarla cada día un poco mas, porque estuvimos en el límite".

En la actualidad, el diplomático es embajador de España en Etiopía y miembro observador de la Unión Africana, por lo que conoce y sigue muy de cerca todo lo que pasa en el continente, si bien una parte de su corazón "estará siempre en Uruguay", al que considera su "segunda patria".

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