Verdugo de familia: Casi 300 muertos y ningún remordimiento

    • Todos los hombres de la familia de Masih han sido verdugos. Su tío abuelo ejecutó al primer ministro electo de Pakistán, Zulfikar Ali Bhutto, en 1979.
    • En su primera ejecución, en 2007 y lo que más le preocupaba era hacer bien el nudo del ahorcado.

Sabir Masih, verdugo pakistaní
Sabir Masih, verdugo pakistaní

Sabir Masih pudo volver a trabajar hace un año. Quizá lo que no se esperaba era el recibimiento que tendría: cientos de paparazzi rodeaban su casa en la ciudad de Lahore. Puede parecer extraño, sin embargo, Masih es verdugo y el primer ministro de Pakistán, Nawaz Sharif, acababa de anunciar el final de la moratoria de siete años en las ejecuciones que comenzó en 2008.

No era la primera vez que este chico de 32 años había expresado ante las cámaras su opinión y experiencias sobre las ejecuciones.Ese día, no obstante, Sabir llevaba prisa. Debía ejecutar a dos presos. "Tenía que llegar a Faisalabad en la noche del 18 de diciembre porque había dos presos que iban a ser ejecutados en la mañana siguiente", recuerda para la BBC.

No perdió el tiempo. Hizo rápidamente la maleta, se vistió con la ropa de su hermana de 17 años, se cubrió con un velo y cogió el autobús para recorrer unos 170 kilómetros en dirección oeste para llegar a la cárcel de distrino.

Allí, debía ejecutar a dos presos: a Mohammad Aqeel, líder de asalto a los cuarteles del ejército en Rawalpindi en 2009 y que causó la muerte a 20 personas, y a Arshad Mehmood, tras el intento fallido de asesinato en 2003 del entonces presidente, Pervez Musharraf.

El ajusticiamiento no estaba exento de polémica. No solo era el primero en 7 años, sino que ambos eran ex soldados y miembros de las redes de militantes extremistas locales de Pakistán. Por ello, Masih tuvo que enseñar varias veces su carnet de verdugo oficial en los controles en las carreteras establecidos por las Fuerzas de Seguridad para evitar la venganza de los militantes.8.000 presos esperando a ser ejecutados

En Pakistán hay unas 8.000 personas esperando la pena de muerte, más que en cualquier otro país del mundo, según denuncia la BBC. Solo desde diciembre, el Estado ha ejecutado a unos 200, la mayoría condenados por actos terroristas o por asesinato.

Desde que se levantara la moratoria, Masih ha ajusticiado a cerca de 60 personas en más de media docena de cárceles en la provincia del Punjab. No es una cifra muy elevada, durante su primer año de trabajo, en 2007, ejecutó a 200 personas.Familia de verdugos

A pesar de lo que pueda pensarse, Sabir no siente remordimiento ante estas muertes. Para él, es el oficio familiar ya que pertenece a una familia de verdugos, el equivalente paquistaní de los Pierrepoints de Reino Unido, los Sansons en Francia y la familia de Mammu Jallad en India.

"Ejecutar es la profesión de mi familia. Mi padre era verdugo, y su padre era verdugo, y el padre de su padre y su abuelo, desde los tiempos de la East India Company. No siento nada. Es una tradición familiar. Mi padre me enseñó cómo hacer el nudo del ahorcado y me llevó con él para presenciar algunas ejecuciones cuando estaba en proceso de que me contrataran", explica en un vídeo difundido por la BBC.

No duda en señalar a su antepasado más famoso: el hermano de su abuelo, Tara Masih, responsable de la ejecución del primer ministro electo de Pakistán, Zulfikar Ali Bhutto, en 1979.

Como la mayoría de verdugos desde los tiempos del Raj británico, Masih es cristiano. Su apellido se podría traducir como "Jesús", algo común entre los cristianos del subcontinente.Su primera ejecución en solitario fue en julio de 2007

Su primera ejecución fue en julio de 2007. A pesar de la tranquilidad con la que habla del tema, sí reconoce que fue algo complicado. "Lo único que me puso nervioso era hacer bien el nudo, pero el vicedirector de la cárcel me dijo que no me preocupara. Me hizo hacer y deshacer el nudo varias veces antes de que llevaran al preso al patíbulo. Cuando el carcelero me hizo una señal con la mano para tirar de la palanca, me centré en él, y no vi al condenado caer por la trampilla", comenta.

El rito para una ejecución es siempre el mismo. Al prisionero se le leen los cargos, le dicen que puede limpiarse y rezar si quiere, y luego lo llevan al patíbulo.

"Mi única preocupación es prepararlo al menos tres minutos antes del momento de la ejecución. Le quito los zapatos, le pongo una capucha en la cabeza, ato sus manos y pies, pongo la horca alrededor de su cuello, me aseguro que el nudo está debajo de su oreja izquierda, y luego espero la señal del carcelero para tirar de la palanca", continúa para la BBC.

No hay ayuda psicológica ni antes ni después de la ejecución para el verdugo. Tampoco existe un convenio que estipule un número de horas o límite de ejecuciones por día para descansar. Pero a Masih le da igual. Ama su trabajo. Es su tradición.

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