Jerusalén, 23 ene.- El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, se verá obligado a pactar con partidos de centro y ultraortodoxos para poder mantenerse en el poder en la decimonovena legislatura del Parlamento israelí, tras su pírrica victoria en las elecciones de ayer, en las que sólo obtuvo 31 escaños.
"Golpe a Netanyahu", "Fracaso en seis fases", "Votaron por el futuro", "Netanyahu, una victoria en picado" o "Un nuevo rey es coronado", son sólo algunos de los titulares de la prensa local tras conocerse hoy los resultados oficiales, que abren un período de incertidumbre de hasta seis semanas en el que deberá tratar de armar una nada fácil coalición parlamentaria.
La coalición nacionalista Likud Beitenu que dirige Netanyahu se impuso claramente en los comicios, por lo que, siguiendo la tradición política, Netanyahu recibirá casi con toda seguridad el encargo de formar gobierno de manos del presidente israelí, Simón Peres.
No obstante, y debido al desplome del bloque nacionalista, la situación de tablas en el Parlamento unicameral de Israel (con 120 escaños) le complica mucho las cosas.
La segunda posición del partido de centro Yesh Atid, encabezado por el experiodista Yair Lapid, auténtico vencedor de los comicios, le otorgó hoy la llave para gobernar, al aclarar hoy que no usará sus 19 diputados para intentar sustituir a Netanyahu al frente del Gobierno.
"He oído hablar de un bloque (de centro-izquierda) frontal (a la investidura de Netanyahu). No formaremos bloques con Hanin Zoabis", dijo en referencia a una diputada árabe, odiada por centro y derecha, en una declaración a la prensa en Tel Aviv.
Lapid, que hizo coincidir sus palabras a la prensa con los noticieros televisivos, señaló que "los resultados de las elecciones son claros" y que se alegró de ver a Netanyahu de los mismos temas que son "importantes" para él y la mayoría de israelíes, como el apoyo a la clase media, la educación o la sanidad.
Anoche, tras conocerse los resultados de los sondeos a pie de urna, Netanyahu felicitó a Lapid para decirle que ambos pueden "hacer grandes cosas juntos".
El exministro de Exteriores y número dos de Likud Beitenu, Avigdor Lieberman, salió hoy al paso de las informaciones que situaban a Lapid al frente de la diplomacia para calificar de "natural" que éste recibiera la cartera de Finanzas "y se centrará en asuntos internos".
"No cabe duda de que, con 19 asientos en la Knesset, Lapid será un miembro clave del Gobierno", dijo en una rueda de prensa antes de apuntar que las formaciones ultraortodoxas "entienden que tendrán que ser flexibles".
En este baile de posibilidades, una alternativa es que el primer ministro alcance la mayoría absoluta de 61 diputados en un gobierno notoriamente de derechas, con Habait Hayehudí (11), los ultraortodoxos (18 en total) y el ya diminuto Kadima, de centroderecha, con sólo dos.
Según el diario "Yediot Aharonot", los principales asesores políticos instan a Netanyahu a buscar a los aliados tradicionales del Likud antes de recurrir a las formaciones de centro, entre las que también están el Partido Laborista (15) y Hatnuá (6).
Sin embargo, agrega el periódico, él cree que sin una coalición sólida las próximas elecciones se convocarían en sólo dos años y acabarían con su carrera política.
Fuera de cualquier coalición contemplada por el aún primer ministro quedan el pacifista de izquierdas Meretz (6) y los localmente llamados "partidos árabes": la Lista Árabe Unida (5), el frente judeo-árabe Jadash (4) y el Frente Democrático Árabe (3).
Apenas un día después de los comicios, Lapid ha desactivado la propuesta planteada hoy por la líder laborista Shely Yajimovich de aprovechar el citado empate a 60 diputados entre bloques para cambiar de primer ministro.
"Si te unes a Netanyahu serás responsable del colapso de la clase media (..) Si eliges la otra alternativa estaré a tu lado y ayudaré", aseguró la dirigente.
Lapid se ha alzado en su campaña principalmente como paladín de la lucha social y un político "realista" en el conflicto palestino-israelí, dispuesto a hacer concesiones a favor de la solución de dos estados, no precisamente por un anhelado deseo de paz, sino por puro pragmatismo y, sobre todo, por el bien del Estado de Israel.
Ya con la "responsabilidad sobre sus hombros", según sus propias palabras, Lapid deberá defender ahora su programa electoral en cualquier gobierno que se constituya en Israel y del que su partido no quedará fuera, según la inmensa mayoría de los comentaristas.
Un programa que no parece motivo de gran preocupación en la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), desde la que se asegura que "no negociará con ningún gobierno que apoye los asentamientos", en palabras de una de sus principales dirigentes, Hanan Ashrawi.
Ashrawi se mostró pesimista por que ninguno de los partidos que han triunfado lo ha hecho con un proyecto de paz.
El liderazgo palestino, agregó, "no espera cambios mágicos en Israel" tras los comicios y es consciente de que "los cambios llevarán tiempo", quizás el que tarde el presidente estadounidense, Barack Obama, en presionar a Israel ahora que se ha liberado de los lastres electorales.
Por su parte, el movimiento islamista Hamás aseguró desde Gaza que "los resultados han favorecido a los partidos más fanáticos y racistas, que están de acuerdo en mantener la ideología sionista, basada en el judaísmo y la colonización, además del desplazamiento de los palestinos", declaró a Efe el portavoz Fawzi Barhum. EFE
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