Vídeo PP: El enfermo vive, pero no sale del hospital y su familia está cabreada

    • El vídeo del PP es una demostración plástica del grado de distancia sideral que separa al Gobierno del resto de la ciudadanía.
    • Los familiares del paciente están muy cabreados. No es cuestión de que siga vivo. Es que les han mentido sobre el tratamiento.
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y la vicesecrataria del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y la vicesecrataria del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría

España no está saliendo del hospital. España sigue en él, con un brazo menos, una pierna, un pulmón y alguna gónada que otra. Sigue viva, sí, gracias a los médicos que la han tratado. Y a pesar de ellos.Antes de que el enfermo entrase en el nosocomio, cuando los médicos aún discutían sobre el tratamiento más adecuado, los de la bata azul convencieron a la familia del paciente:"Esto lo arreglamos nosotros, que tenemos títulos de Harvard y Yale. Será duro, pero lo lograremos. En cuatro años, lo dejaremos 'niquelao'. Pero hay un problema: los médicos que acompañan al paciente en la ambulancia y que lo han tratado hasta ahora no tienen ni idea de lo que hacen. Nosotros sí. En cuanto su familiar entre por esa puerta, deben apartar a los médicos de las batas rojas y confiar solo en nosotros, los de las batas azules".


¿Y cómo se las van a arreglar para curarlo?, preguntaron con toda lógica los afligidos familiares del moribundo."Tenemos pastillas que solo nosotros conocemos. Estirparemos bultos internos que entorpecen las funciones vitales de sus órganos. Le inculcaremos nuevos hábitos alimenticios. Le haremos perder peso de forma suave. Nos cuidaremos especialmente de no afectar a sus órganos más imprescindibles, como corazón y cabeza. Será duro, sí, pero créannos: lo conseguiremos. Sean optimistas: volverá a ser fuerte como antes".Familiares cabreadosLa familia, presa de la desesperación y conscientes de que el paciente había empeorado con los médicos de las batas rojas, confiaron ciegamente en los médicos de las batas azules.Cuatro años después, el enfermo sigue vivo, pero está hecho polvo. Se ha levantado de la cama, pero no ha salido del hospital. Porque le falta, como decía al principio, una pierna, un brazo, medio pulmón y alguna otra cosa que le habrán quitado del cuerpo y de la que ya ni se acuerda.Naturalmente, los familiares están muy cabreados. No porque su hijo siga vivo, no. Están contentos de su mejoría. Pero están enojados, con razón, porque les han mentido. Porque el enfermo no está, ni mucho menos, 'niquelao'. Porque les han cobrado un pastón. Porque han comprobado que algunos de los médicos están relacionados con malas prácticas y asuntos turbios. Porque ahora les ven a todos ellos, en la cafetería del hospital, encantados de haberse conocido. Y porque aun tratan de convencerles de que, de no ser por sus cuidados, el familiar estaría muerto. Y porque, después de lo que ha pasado, se atreven a prometerles de que, en cuatro años, el paciente podrá hacer windsurf.Por las esquinas se divisan otros médicos de bata azul, avergonzados y cariacontecidos. No saben ni cómo mirar a la cara de los familiares del paciente. Saben que entre lo que se dijo y lo que se hizo existen muchas cosas que no estaban en el guión.Pues, en mi opinión, estos médicos de batas azules se merecen una demanda de las que hacen historia.

Sigue @martinalgarra//

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