Vino y joyas: de las colonias israelíes a la campiña alemana

  • El vino, las joyas y el chocolate que llegan cada mes hasta el domicilio de Andreas Boldt, en la campiña alemana, vienen de las colonias israelíes, consideradas ilegales por el derecho internacional, pero a él le da lo mismo.

"Compro estos productos para reforzar a las comunidades que viven allí" asegura por teléfono este ingeniero mecánico de 36 años, que acaba de recibir una caja con 100 dólares (90 euros) de productos enviados directamente desde empresas israelíes instaladas en Cisjordania.

La Unión Europea anunció el miércoles que los productos de las colonias israelíes en los territorios ocupados desde 1967 tendrán que llevar una etiqueta que los identifique, una decisión que enfureció a las autoridades israelíes.

La campaña Boicot, Desinversión y Sanciones a Israel (BDS), que en los últimos años ha tenido mucha repercusión internacional, se felicitó de la decisión europea, igual que la Organización para la Liberación de Palestina (OLP).

Las colonias, ilegales desde el punto de vista internacional, son también el principal obstáculo para llegar a un acuerdo de paz y a la posible creación de un Estado palestino.

Los colonos ultraderechistas consideran Cisjordania, incluidas las ciudades palestinas, como parte de Israel y llaman a este territorio Judea y Samaria, el nombre de antiguos reinos que aparecen en la Biblia.

Algunas empresas ya han empezado a especificar en las etiquetas el origen de los productos, con la esperanza de que sea un argumento de venta para los europeos que apoyan la causa de los colonos.

Boldt asegura que su apoyo no tiene motivos religiosos (se declara ateo) sino que empezó con una visita a Israel en 2009 donde se dio cuenta de que era "una democracia normal".

"Ya tenemos 21 estados árabes ¿para qué queremos otro? Allí las mujeres no tienen derechos", afirma el ingeniero, que niega que existan abusos en los territorios ocupados por Israel.

Andreas Boldt es uno de los cerca de mil socios europeos de la fundación Lev Haolam, que vende cajas con productos de las colonias en Cisjordania.

Miri Maoz-Ovadia, una portavoz del consejo regional Binyamin que reúne unas 40 colonias israelíes en Cisjordania, asegura sin embargo que la religión "sí tiene un papel importante" en la venta de estos productos.

"Israel es la Tierra Santa y el sentimiento de beber vino o comer algo que viene de Judea y Samaria es algo que produce una emoción muy especial en estas personas", explica.

La decisión de la UE afecta a los productos importados desde las colonias de Cisjordania, Jerusalén Este y los Altos de Golán, todos ellos territorios ocupados por Israel tras la Guerra de los Seis Días de 1967.

Algunos creen que la medida podría tener consecuencias para los 26.000 palestinos que trabajan en las empresas israelíes de la Franja de Gaza. "¡En los tiempos de mi abuelo no había colonias y lograron sobrevivir!", bromeó un palestino que trabaja en una colonia.

Arjanne Kloos, una holandesa de 31 años, empezó comprando los productos distribuidos por la fundación Lev Haolam y ahora dirige su filial en Holanda, que tiene unos cien miembros.

"Son personas que han sufrido mucho, especialmente en Europa", explica, y asegura que su apoyo es también por motivos religiosos.

La Unión Europea es uno de los principales socios de Israel, pero las exportaciones desde los territorios ocupados sólo representan una parte muy pequeña, evaluada entre un 2% y un 3% de las exportaciones israelíes a la UE.

Los productos van del vino hasta las verduras, pasando por los dátiles o los cosméticos, producidos en la región del mar Muerto.

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