En Saint-Hubert, en los suburbios del sur de Montreal, Catherine Leclerc llega con la cabeza y la parte superior del cuerpo totalmente tapados por un velo integral (niqab) negro, para ejercer sus deberes cívicos en su oficina de votación.
"Este símbolo del niqab no es un símbolo religioso, es un símbolo político, un símbolo de opresión de la mujer que no se debería tolerar en una sociedad igualitaria", declaró a la salida del local.
Al igual que esta joven, numerosos quebequenses sufragaron estas legislativas canadienses con una bolsa de papas en la cabeza u otros recursos para ocultar el rostro.
El mes pasado, la cuestión del uso del niqab agitó la campaña electoral cuando la justicia autorizó a una mujer de origen paquistaní de Toronto a llevar velo integral para prestar juramento y obtener la ciudadanía canadiense.
El gobierno conservador había prometido que en caso de victoria en las elecciones legislaría para obligar a las candidatas a la ciudadanía a prestar juramente con la cabeza descubierta.
El socialdemócrata Thomas Mulcair acusó al jefe de gobierno de querer dividir a la sociedad. Justin Trudeau, candidato del Partido Liberal afirmó que al Estado no le correspondía juzgar cómo "debe vestirse una mujer" y se refugió detrás de la Carta de Derechos y Libertades de Canadá.
Al llevar el niqab a la hora de votar, "mi propósito es denunciar la desigualdad entre hombres y mujeres, que a veces se acepta en Canadá", a agregó Catherine Leclerc ante las cámaras.
Para Martine, de unos cincuenta años, "las mujeres lucharon en Quebec para ser libres". Al llevar niqab, esas mujeres demuestran que "están sometidas, y eso va en contra de nuestros valores", declaró a la AFP.
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