EN COLABORACIÓN CON FUNDACIÓN LA CAIXA
Las personas privadas de libertad necesitan un impulso que les ayude a reincorporarse en la sociedad al final de su condena. No es fácil salir de un centro penitenciario y tener que enfrentarse, de golpe, a una realidad con la que, en muchas ocasiones, se ha perdido la conexión en muchos sentidos. Y es que las personas que han pasado por centro penitenciario han podido ver afectadas sus relaciones sociales, pueden tener pocos recursos económicos y deben enfrentarse a un mercado laboral que cambia a un ritmo vertiginoso.
El programa Reincorpora, de la Fundación “la Caixa” quiere dar la vuelta a la situación y ayudar a que las personas privadas de libertad tengan una nueva oportunidad al acabar sus condenas. El objetivo no solo es que encuentren un trabajo, que también, sino que puedan recuperar su vida y su posición en la sociedad, normalizando su situación y reintegrándose en la sociedad.
Este último hito necesita el trabajo y la predisposición tanto del interno como de la comunidad y del conjunto de la sociedad. El programa Reincorpora fomenta entre las empresas comprometidas la contratación de personas en situación de vulnerabilidad, ya que el empoderamiento y la reinserción de estas personas es posible gracias a ellas, además del trabajo y la labor que desarrollan a diario los centros penitenciarios.
“Cada día es una experiencia de crecimiento. Estar en contacto con estas personas nos lleva a vivir momentos en los que nos enfrentamos a situaciones distintas donde poner en práctica nuevas habilidades para buscar nuevas soluciones”, destaca Carlos García, técnico del programa Reincorpora a través de la Fundación Don Bosco en el centro penitenciario y CIS de Córdoba.
El primer paso para “un buen camino”
Después de doce años en funcionamiento, el programa Reincorpora de la Fundación “la Caixa” ya ha conseguido que un total de 8.526 personas privadas de libertad, de 84 diferentes establecimientos penitenciarios de España, hayan encontrado un empleo. “Son gente que te dice: ‘estamos aquí, apostamos por ti’”, asegura Javier Ramos, de 43 años, a quien este programa le ha servido para tomar “un buen camino”.
Mónica Palomino es la técnica del programa que le ayudó en su proceso de reinserción. Javier le pidió, una vez fuera del centro penitenciario, que lo incluyera en algún curso de formación. Al poco tiempo, Mónica lo llamó para comunicarle la posibilidad de empezar una formación de polivalencia de supermercados de tres meses.
Al acabar sus dos semanas de prácticas, Javier se dijo a sí mismo: “Aquí me tienen que contratar sí o sí”. De hecho, consiguió un contrato de trabajo en la misma empresa, en la que sigue trabajando a día de hoy. “El programa es una herramienta perfecta para reincorporarte en la sociedad”, explica basándose en su experiencia, pero también la de las 1.546 personas que, como él, consiguieron el año pasado dejar atrás su paso por un centro penitenciario y cambiar su vida.
Ganar confianza y motivación
Cuando una persona privada de libertad entra en el programa, se le hace un perfil y un currículum basado en sus experiencias laborales anteriores. “Si tú lo quieres, vas a tener muchas posibilidades”, le dijeron a Javier cuando empezó y así ha sido. Él se siente privilegiado por haber podido formar parte de Reincorpora y reconoce que su vida ha cambiado. “Me han ayudado a valorarme un poco más, porque antes no me valoraba”, reconoce.
Este programa no se basa solamente en la integración de la persona a través de la búsqueda de un empleo, sino que el objetivo es que también amplíe sus competencias y refuerce sus valores, su confianza y su motivación. Se trata de un proceso de empoderamiento de la persona que acaba de cumplir condena y sale a enfrentarse, de nuevo, con la sociedad. La clave está en que esta mejore sus habilidades personales y profesionales que culminen con su plena inclusión laboral y social.
Los diferentes itinerarios que conforman el programa se dividen en diferentes fases: posicionamiento ante el empleo; formación y prácticas no laborales; servicios a la comunidad y búsqueda activa de empleo e inserción laboral a través del programa Incorpora de la Fundación “la Caixa”. Dependerá de las necesidades específicas de cada participante su recorrido por cada una de estas etapas.
Servicios que benefician a la comunidad
Durante los años de historia del programa Reincorpora, más de 10.400 internos han participado en 2.261 acciones formativas en 261 centros que combinan formación en competencias personales y técnicas con la realización de prácticas no laborales en empresas ordinarias, un paso determinante para entrar en el mercado laboral.
Así mismo, los internos adheridos a Reincorpora participan en servicios a la comunidad dirigidos a dar respuesta a las necesidades del entorno más inmediato. Gracias a estas actividades se fomentan competencias, habilidades y valores, al mismo tiempo que se promueve la participación social y el compromiso cívico de los participantes.
Estas iniciativas incluyen acciones de atención y acompañamiento de personas mayores, tareas medioambientales, colaboración con bancos de alimentos o comedores sociales, y charlas de sensibilización a jóvenes en riesgo de exclusión social. En total, se han realizado 1.053 servicios solidarios en los que han participado 8.683 internos y se estima que han impactado de forma positiva en 134.699 personas.
Un total de 20.996 personas privadas de libertad han formado parte y se han beneficiado, de un modo u otro, de los itinerarios personalizados de inserción laboral del programa Reincorpora de la Fundación “la Caixa”, que trabaja en colaboración con el Ministerio del Interior a través de la entidad Trabajo Penitenciario y Formación para el Empleo. Gracias a 48 entidades sociales distintas, que llevan este programa hasta 84 centros penitenciarios, las personas privadas de libertad.
El subdirector general de la Fundación “la Caixa”, Marc Simón, y el secretario general de Instituciones Penitenciarias, Ángel Luis Ortiz, han puesto en valor las cifras de integración laboral que ha conseguido este programa durante sus doce años de vida y que, ciertamente, avalan su consolidación.
