De los indultos a Franco: las cortinas de humo de Sánchez 

El Gobierno de coalición siempre ha sacado de la chistera algún plan mediático o  encuentros con empresarios o la sociedad civil para frenar el desgaste político en los momentos de crisis y debilidad.

La legislatura atraviesa un momento decisivo. Todo se está decidiendo en estos días y, esencialmente, en una decisión política que ya se ha tomado: indultar parcialmente a los líderes del ‘procés’. Desde el entorno de Pedro Sánchez se destaca que el presidente va a asumir en primera persona el alto coste político que acarrea la decisión. Los barones críticos ya han alzado la voz a falta de dos semanas para las primarias en Andalucía. Sánchez, añaden, va a actuar con "determinación", "audacia" y "valentía". No le queda otra. Si ahora da marcha atrás supondría el principio del fin del Ejecutivo de coalición. Se están midiendo los tiempos para adoptar una medida de gracia que irá acompañada de otras, como el impulso a la Mesa de negociación bilateral con la Generalitat en la que se hablará de financiación. Esta es la respuesta de Moncloa a un periodo de debilidad e inestabilidad. El suelo tembló tras las elecciones de Madrid y la contundente victoria de Isabel Díaz Ayuso, y la decisión ha sido inmediata. La estrategia se vuelve a repetir.

Para entender mejor la estrategia gubernamental hay que remitirse a septiembre de 2019. Auditorio de la Fundación Telefónica en la Gran Vía de Madrid. Iván Redondo, que esta semana ha vuelto a recurrir a Sorkin para insistir en que él se tiraría por un barranco por su jefe, ofrecía, de forma inédita, detalles sobre la forma de trabajar en Moncloa. El jefe de gabinete de Sánchez explicaba que "todo lo que no se mide no me interesa". Y así se despliega su equipo. “El 80% de los votos los produce el 20% de los mensajes", contaba. El jefe, por tanto, tiene que estar conectado con la calle e, importante, de él tienen que partir los “temas de discusión” diaria. ¿Cómo se deciden esos temas? Con las opiniones ciudadanas que llegan a Moncloa, el gabinete del presidente elabora unos informes semanales (también los hay mensuales, semestrales y anual) que se trasladan a Sánchez. Todo se apoya en los datos que salen de las encuestas y de las opiniones en redes sociales, que también se analizan. Nada se deja al albur. Y a partir de esa información de primer nivel, la más valiosa, se pasa a la acción.

Moncloa asume su debilidad parlamentaria en este momento. Con Unidas Podemos tiene 155 diputados y necesita a toda una amalgama de partidos para sumar mayorías. Entre ellos se encuentra ERC y el PNV. Sánchez, que es quien finalmente ha tomado la decisión de avanzar hacia los indultos, es consciente de ello y por eso ya se está volcando en intentar “recorrer el camino” para intentar solucionar el conflicto de Cataluña. La senda es tortuosa y va a marcar el mandato sanchista pero la va a recorrer consciente de que su permanencia en el despacho presidencial pasa por una estabilidad en la relación con la Generalitat. Sin Aragonès el Gobierno se tambaleará.

Todo se apoya en los datos que salen de las encuestas y de las opiniones en redes sociales, que también se analizan.

La estrategia de acercamiento a Cataluña no es nueva y se viene desplegando desde el principio del mandato de Sánchez. Una de las primeras decisiones que toma el presidente es recibir a Quim Torra en Moncloa, con reportaje fotográfico incluido. Sánchez enseña al entonces president los jardines del Palacio y anuncia la reactivación “de inmediato” de la comisión bilateral Estado-Generalitat “tras siete años de bloqueo”. Apenas unas semanas antes los independentistas catalanes habían llevado al PSOE en volandas a La Moncloa, apoyando la moción de censura. Fue un buen inicio.

Cronológicamente, la siguiente ‘cortina de humo’ de Sánchez fue un anuncio importante e histórico si se hubiera avanzado en él. Aprovechando su primera gran cita con el Ibex 35 en la presentación del Plan ‘Avanzamos’, el presidente puso sobre la mesa una posible reforma de la Constitución para suprimir los aforamientos. El anuncio, que se hizo coincidiendo con los primeros cien días de Gobierno, quedó ahí. El movimiento ni está ni se le espera. Semanas más tarde llegaba el segundo macroplan de Sánchez: la ‘Agenda del Cambio’. Era el proyecto con el que se pretendía cambiar España de arriba abajo, el documento donde estaba proyectado el país de las próximas tres décadas. Pero volvió a quedar en papel mojado por la decisión de ERC, precisamente, de tumbar los primeros Presupuestos de Sánchez. Se acabó la legislatura.

Siempre que el Gobierno ha estado débil surge un evento o un anuncio. Es importante fijar esos “temas de discusión”. La estrategia se repitió durante el periodo intraelecciones. Por recordar: Sánchez intenta formar un Gobierno en solitario con el apoyo externo de Unidas Podemos pero Pablo Iglesias se opone. Ciudadanos, con Albert Rivera al frente, se instala en el ‘no es no’ y no es consciente de que se está jugando su carrera política. El ganador de las elecciones se presenta a una primera investidura y fracasa. ¿Qué decide entonces? Una gira de reuniones con la sociedad civil. Sánchez se ve con empresarios, sindicatos, artistas y un largo etcétera de colectivos. Pero Iglesias no cede y las elecciones se repiten.

Con los comicios ya convocados Moncloa activa la ‘Operación exhumación’. El Gobierno se volcó en sacar los restos de Franco del Valle de los Caídos y llevarlos a Mingorrubio. Una decisión histórica pergeñada y ejecutada al más alto nivel pero que no le valió a Sánchez para mejorar los resultados electorales. Al contrario, Vox consiguió sumar 52 diputados. ¿Y entonces? En 36 horas Sánchez llegó a un acuerdo de Gobierno con Iglesias. Fue el llamado “pacto del insomnio”, en referencia a las palabras del candidato socialista de que no podría dormir tranquilo con miembros de Unidas Podemos en el Consejo de Ministros.

La legislatura arrancó y Sánchez quiso volver a cuidar a ERC con una visita al Palau de la Generalitat. El presidente llevaba bajo el brazo la llamada “Agenda para el Reencuentro” y activó la Mesa de negociación bilateral. Eran días en los que el Covid se estaba expandiendo por el mundo y los primeros casos llegaban a España, según se pudo confirmar más tarde. La pandemia entró entonces en escena y arrasó con todos los planes establecidos… Hasta agosto. Moncloa volvió a convocar al Ibex para presentarles el ‘España Puede’, un compendio de reformas y medidas para avanzar en la línea del Plan de Reconstrucción que habían cerrado la UE unas semanas antes.

Sánchez tampoco tendría Presupuestos si no fuera por ERC. En ello se empeñó Iglesias, en atraer a las cuentas públicas de la coalición al bloque de la investidura y en alejar a Ciudadanos del acuerdo. La vía naranja hubiera cambiado totalmente el escenario político. Con los PGE de 2021, Sánchez logró la estabilidad que había buscado desde el principio de su mandato lo que, sumado a los fondos europeos, le invita a pensar en convocar elecciones en diciembre de 2023. Entre medias tendrá que sacar otro acuerdo presupuestario, algo en lo que ya se está pensando en el Ministerio de Hacienda.

Con los PGE de 2021, Sánchez logró la estabilidad que había buscado desde el principio de su mandato.

Las elecciones en Madrid y la victoria de Ayuso también han provocado movimientos en el Gobierno. Sánchez erró en su estrategia y las decisiones actuales son consecuencia de esta cita con las urnas. No es casual que Moncloa lanzara apenas unos días después el Plan 'España 2050' y que buscara, de nuevo, esa “foto de unidad” con el empresariado “para momentos convulsos”. Fuentes gubernamentales destacaban que "nunca un presidente había recibido tanto apoyo del Ibex". Acudieron José María Álvarez-Pallete, presidente de Telefónica, un fijo en todas estas convocatorias; Josu Jon Imaz, de Repsol, Ignacio Sánchez Galán, otro de los que siempre suele acudir a la llamada de Moncloa; Carlos Torres, de BBVA; Josep Oliu, de Sabadell; Antonio Huertas, de Mapfre... Moncloa les agradeció su presencia en un día importante.

Pero en esta última gran cita también hubo ausencias reseñables: Ana Botín, presidenta del Santander, que delegó la invitación en su número dos, José Antonio Álvarez, y en la directora del Servicio de Estudios y Public Policy, Alejandra Kindelán; Gonzalo Gortazar y José Ignacio Goirigolzarri, máximos responsables de CaixaBank, que fueron sustituidos por Enric Fernández, economista jefe de la entidad fusionada; Florentino Pérez, presidente de ACS y habitual en estos grandes actos; Antonio Brufau, de Repsol; y Marta Álvarez, máxima responsable de El Corte Inglés. Su decisión de no acudir se ha producido, y es importante, en un momento especialmente tenso en la relación entre el Gobierno de coalición y una parte de esta gran empresa, especialmente la banca, por las críticas del presidente y varios de sus ministros a los elevados sueldos que cobra la cúpula de las principales compañías. Critica Sánchez que sean “ganadores de la transformación digital" y, de forma paralela, haya planteado despidos masivos que afectarán a miles de empleados.

El Gobierno, en definitiva, atraviesa por momentos convulsos con mayorías poco clarificadas. La gran duda es conocer si el avance hacia los indultos será suficiente para que Sánchez pueda aprobar sus reformas en el Parlamento. Conocer, en definitiva, si ERC adoptará una postura más pragmática, al estilo PNV, con Moncloa. Mientras tanto a él le toca recurrir a su ‘Manual de Resistencia’. Siguiente parada: las primarias en Andalucía del 13 de junio y la reedición del duelo con Susana Díaz. El sanchismo se la juega de nuevo.