‘Operación salida’:
el virus viaja por España

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Once semanas de confinamiento, el calor del verano, el cierre de discotecas, las mascarillas, la reducción de aforos, la clausura de playas… Nada parece contener la propagación de la Covid-19 en el país. Está claro que España no vive una avalancha de casos como la que se vio en los peores días de la pandemia, pero desde que inició la ‘nueva normalidad’ los brotes no han dejado de crecer. El 22 de julio eran 124 y el 31 del mismo mes la cifra ascendía ya a 412. Con el inicio de estas atípicas vacaciones y el temor a la llegada de una nueva ola en septiembre, los científicos y políticos han hecho varios llamamientos a la precaución: Hay lugares que ya presentan focos peligrosos… y otros nuevos pueden generarse por los desplazamientos.

Usama Bilal, epidemiólogo asturiano en la Universidad de Drexel (Filadelfia), asegura a ‘La Información’ que “los desplazamientos no deberían ser un problema, pero sí existen zonas que sería preferible evitar”. La clave, para Bilal, sería detectar dónde hay transmisión comunitaria del virus -“porque allí sería preciso vivir como si todos los presentes estuviesen contagiados”- y en qué localidades solo se han detectado casos aislados. Las autoridades sanitarias solo han señalado a Cataluña y Aragón como áreas donde la transmisión es comunitaria, pero el mapa a continuación destaca a Murcia, Navarra, País Vasco y Andalucía como otras zonas de riesgo por la alta incidencia reportada en los últimos días.

A partir de ahí, parece razonable preguntarse dónde va la gente. Este periodo de vacaciones no será como todos. Los españoles no son bienvenidos en algunos países, el calor se mezclará con las mascarillas y muchas actividades se tendrán que reservar con antelación. Las apuestas para la remontada del sector turístico están puestas en los nacionales, y los lugares más visitados el año pasado pueden dar una pista de qué destinos serán los más concurridos durante los meses más calurosos de 2020. Como se puede observar en el gráfico siguiente, algunas de las zonas más demandadas, como Barcelona, Madrid, Granada y Sevilla tienen o se encuentran cerca de varios brotes. Los epidemiólgos insisten en la necesidad de respetar todas las medidas dictadas por las autoridades para evitar incidentes… Ya se han visto en España escenas como la de un cumpleañero que contagió a 80 de los invitados que acudieron a Cataluña para celebrarlo.

Bilal pone igualmente énfasis en que los destinos vacacionales de algunos son los lugares de trabajo de otros: “En el bar donde entras a consumir trabaja alguien y en ese hotel donde todos se quieren quedar hay un grupo de personas que limpia. Los trabajadores son los más expuestos al virus por el alto número de contactos que mantienen con clientes y objetos. Muchos brotes tienen que ver con estas personas que, lastimosamente, muchas veces no cuentan con los equipos de protección adecuados para ejercer sus labores de forma segura. Todos podemos decidir si nos tomamos unos días libres o no, pero esa elección no existe a la hora de trabajar. Hay que comer. Solo hay que mirar a América Latina. Localidades atractivas como Cancún experimentaron sus primeros brotes por la llegada de turistas europeos y sus focos se expandieron de forma drástica a través del personal que los atendía y después se llevaba el virus a casa. Hay que cuidarse y cuidar”.

¿Algún remedio? Al aire libre y con mascarilla. Esas han sido las recomendaciones más repetidas por el epidemiólogo de la Universidad de Navarra, Gabriel Reina, sobre cómo actuar en las localidades anfitrionas. Reina ha expuesto a este medio que los jóvenes de entre 15 y 30 años conforman ahora mismo el grueso de los nuevos infectados y son peligrosos vectores de propagación del virus porque suelen reunirse en grupos más numerosos que los adultos: “Un joven que va a una fiesta probablemente interactúa con más de 10 personas y estas se convierten automáticamente en una puerta de entrada para el virus en esos 10 hogares”. Lo más peligroso es, en definitiva, el contacto.

Hay más. Los rumores sobre los vehículos de contagio pusieron en peligro el baño en las playas durante unos días. Algunos expertos se plantearon si el agua tiene la capacidad de propagar el virus, pero el doctor Reina aclara que el agua del mar o de la piscina destruyen al patógeno por la sal y el cloro que contienen. Las actividades que pueden poner en jaque todo el terreno ganado al virus son las que se dan en lugares cerrados y con poca ventilación como los bares y discotecas: “Suponen un riesgo muy elevado porque son zonas donde el distanciamiento físico no se suele dar, la música alta obliga a hablar con más fuerza y expulsar más gotas de saliva, hay mucho contacto físico… Todos son factores que favorecen la circulación de la Covid en el ambiente”

“UN JOVEN QUE VA A UNA FIESTA PROBABLEMENTE INTERACTÚA CON MÁS DE 10 PERSONAS Y ESTAS SE CONVIERTEN AUTOMÁTICAMENTE EN UNA PUERTA DE ENTRADA PARA EL VIRUS EN ESOS 10 HOGARES” Gabriel Reina, epidemiólogo de la Universidad de Navarra

Las restricciones de aforo, la obligatoriedad del uso de la mascarilla y el cierre de locales nocturnos pueden “incomodar” a algunos, pero el propósito de estas medidas es doble. Bilal recuerda que algunas restricciones se dirigen a velar por disminuir el número de contagios, como el límite de ocupación, y otras el riesgo de infección. Para la segunda, tanto el Gobierno central como las autoridades autonómicas han lanzado campañas que persiguen fomentar la higiene de manos, el distanciamiento social y el uso de mascarillas.

La precaución es la clave para que la curva no vuelva a crecer. Sobre todo porque no hay forma de saber quién está ‘blindado’ contra el virus y quién no. Reina detalla que “tenemos evidencia de que muchas personas pasan la enfermedad de forma asintomática o con un cuadro leve y las pruebas arrojan resultados negativos”. Además, si algo quedó claro tras el estudio de seroprevalencia es que solo el 5% de la población ha estado en contacto con el virus y una buena parte de los afectados perdió sus anticuerpos en tan solo dos meses. La segunda ola del virus está prevista para septiembre, pero un descontrol en los contactos pudiera desatarla antes, y todavía no ha llegado la vacuna. La moderación y la obediencia a las normas sanitarias son las únicas armas para contener el caos, según los epidemiólogos, que aseguran que todavía “estamos a tiempo para hacer las cosas bien”.