Los tres órdagos que se juega España en Ucrania

En pleno intento por salir de ómicron, una posible guerra en la frontera comunitaria con Rusia  amenaza la estabilidad del Gobierno de coalición, la recuperación y la estabilidad europea.

En 2003 el Congreso aprobó con el apoyo unánime de 183 diputados del Partido Popular la proposición no de ley que defendía la entrada de España en la guerra de Irak. Un respaldo que no pudo experimentar Tony Blair dentro de su partido, por la inexistencia de la disciplina de voto dentro de la Cámara de los Comunes. Hoy, el presidente Pedro Sánchez se encuentra en una situación mucho más ventajosa que ambos exmandatarios. A las puertas de un conflicto entre Ucrania y Rusia tiene detrás a todo su partido y, además, cuenta con el apoyo del líder de la oposición, Pablo Casado. Sin embargo, también tiene que hacer frente a una desventaja: el multipartidismo. Su socio de coalición, Unidas Podemos, lidera -bajo el eslogan de ‘No a la guerra’- su rechazo a la entrada en dicho conflicto, mientras que la tercera fuerza del parlamento, Vox, no ha mostrado una posición firme sobre este asunto.

“Hay elecciones a la vuelta de la esquina (en Castilla y León) y esto es un elemento más por parte de los partidos por sacar un perfil propio o remarcar su identidad para diferenciarse del resto de partidos”, dice Ignacio Martín, vicepresidente de la Asociación Española de Ciencia Política y de la Administración. El politólogo asegura que “ahora mismo cada partido está fijando su posición: Casado apoya al Gobierno para mostrar que es un partido de Estado y para generar división dentro de la coalición, Podemos busca abanderar el ‘no a la guerra’ y el PSOE intenta defender que su posición forma parte de lo que ha determinado la Unión Europea. Así, cada uno, de cara a sus votantes, justificaría su posición”.

Mientras cada partido se posiciona, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ya ha dado luz verde al envío de tres buques de guerra -Blas de Lezo, Sella y Meteoro- que se dirigirán hacia el Mar Negro. Un refuerzo militar por parte de nuestro país que sorprende si atendemos a los pocos envíos que han hecho otros países de nuestro entorno: Dinamarca (Peter Willemoes), Italia (Carlo Margottini), Turquía (TCG Gösku) o Holanda (HNLMS Rotterdam). Juan Tovar, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad de Burgos, afirma que “España no tiene intereses vitales en lo que está sucediendo en Ucrania, pero sí que está intentando alcanzar un cierto protagonismo. Este movimiento hay que interpretarlo en una doble clave. La primera es que este mismo año la cumbre de la OTAN se va a celebrar en Madrid y al Gobierno le interesa presentarse como aliado que contribuye al funcionamiento de la organización y la segunda es que sirva para que la organización preste más atención al flanco Sur”.

La economía europea

La situación de tensión, como la que sufre ahora mismo la Unión Europea en su frontera, suele trasladarse al comportamiento de los agentes económicos. Pero, pese a que la UE es una unidad política, luego cada territorio afronta económicamente el problema de forma distinta. Así, en el Índice IFO, -que mide la confianza empresarial en Alemania a partir de una encuesta a 7.000 empresarios alemanes- se aprecia que desde abril de 2020 (cuando explotó la Covid), la confianza ha ido aumentando de forma escalonada desde los 74 puntos hasta llegar a superar -el pasado 24 de enero- los 100, un dato que no se daba desde finales del año 2018. Sin embargo -y coincidiendo con la tensa situación que se vive en Donbass (Ucrania)- la cifra en los últimos días ha vuelto a caer hasta situarse en los 95 puntos. Una cifra que sigue considerándose positiva. En cambio, España, en los últimos meses ha sufrido una disminución de confianza en uno de sus agentes: las familias. A partir del Índice de Confianza del Consumidor (ICC), que publica de forma mensual el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), la confianza del consumidor ha pasado del 97,3 en el mes de octubre hasta el 81,3 en el mes de diciembre.

Aunque Alemania es, posiblemente, la economía más fuerte del continente, nuestro país parte con una ventaja en este conflicto: su limitada dependencia del gas de Rusia. Esta realidad ha hecho que el país -que lideró en su momento Angela Merkel y que ahora dirige Olaf Scholz- se vea con las manos atadas ante este conflicto, como así lo demostró el fallido acuerdo de Minsk II (2015). El presidente ruso, consciente de la debilidad de Europa -con el endeble tripartito alemán, los escándalos del primer ministro británico Boris Johnson o el duro año electoral al que se enfrenta Emmanuel Macron- aprovecha el momento para intentar asestar un golpe definitivo en Ucrania. En medio de esta amenaza está el gas, que podría disparar, aún más, la inflación no solo en Europa sino también en España, que recibe entorno al 10% de su suministro.

La recuperación de España

Como en toda fase prebélica, el PIB es uno de los principales indicadores al que se recurre para tratar de predecir la coyuntura económica. Sin embargo, si empleamos como método de análisis la economía comparada, observaremos que en el año en el que estuvo más presente nuestro país en una guerra (como fue la de Irak en el año 2003) el PIB interanual apenas se vio afectado. Lo mismo ocurre en la guerra de Crimea del año 2014.

Una realidad que, aún así, no invita al optimismo. Desde finales de 2019 hasta el tercer trimestre del año 2021, el PIB de nuestro país cayó un 6,6%, la renta familiar un 6,3%, la bolsa un 7,2% y la inversión un 6,5%. A estos datos pesimistas se le une la deuda pública, que supera el 122% del PIB, un déficit estructural del 4,5% y una inflación del 5,5%. Por lo que este delicado cuadro macroeconómico lo último que necesita es “la inestabilidad y la incertidumbre” que puede crear una guerra. Dos causas -estas últimas- que podrían provocar un aumento en los costes (vía precios energéticos) que supondrían un ‘shock’ para la propia inversión y para los puestos de trabajo.