Los giros de tendencia en Wall Street suceden más rápido de lo que uno imagina. Y la disrupción creada a escala global por la pandemia, con una economía más centrada en las conexiones por videoconferencia o los viajes en electrones, está acelerando cambios que se veían venir hace solo cinco años. Entonces ya se decía que Tesla y la reducción del coste de producción de energía a partir de fuentes renovables iban a provocar un cambio en la demanda de combustibles fósiles.
Ya está aquí, a la vista de la valoración de las 25 mayores compañías cotizadas que se dedican en EE UU a la producción de petróleo y gas natural. Perdieron una tercera parte de su capital bursátil en 2020, con Exxon Mobil dejándose el 45% este año. Equivale a 575.000 millones de dólares combinados, similar al tamaño de una economía como Polonia. La contracción es como PIB de España tomando como referencia el pico a final de 2013.
El contraste es aún mayor cuando se compara con la evolución de Tesla. El fabricante de coches eléctricos formará parte del índice S&P 500 a partir del 21 de diciembre, de una sola vez pese a su tamaño. Los títulos de la compañía de Elon Musk se apreciaron cerca de un 600% este año y su capitalización bursátil ronda los 550.000 millones de dólares. Es el triple de lo que vale Exxon Mobil, que hace solo siete años era considerada la más valiosa del planeta.
La petrolera llegó a tener una capitalización de 446.000 millones a mediados de 2014, la última vez que el barril de crudo se negociaba por encima de los 100 dólares. Ahora, sin embargo, está mostrando una enorme dificultad para adaptarse a la nueva realidad creada por la pandemia. Aunque el precio del petróleo y el gas natural se recuperaron en los últimos meses, siguen estando casi un 30% por debajo a los niveles que se pagaban a comienzo de 2020.
En este contexto, Exxon Mobil anunció el pasado lunes que durante los próximos cuatro años tendrá que recortar drásticamente el gasto en exploración y producción para “reconstruir” la capacidad de respuesta de su balance ante el nuevo ciclo. La inversión de capital pasará así de 23.000 millones en 2020 a unos 17.500 millones el año próximo. La del presente ejercicio ya se había recortado de 33.000 millones y se limitará después a unos 22.500 millones anuales hasta 2025.
En paralelo, abandona proyectos no estratégicos en los Apalaches y las Rocosas, Oklahoma, Texas, Luisiana, Arkansas, Canadá y Argentina. Eso le generará cargas de 20.000 millones por la depreciación de activos en el negocio de gas natural. Es algo que también hacen otros grandes rivales como Royal Dutch Shell, BP y Chevron. La pandemia borró ya 80.000 millones del balance de las principales energéticas, por la revisión a la baja de las perspectivas.
Es una maniobra inusual para Exxon Mobil, aunque inevitable tras haber registrado tres trimestres consecutivos en pérdidas. Y no solo se debe a la parálisis económica provocada por el coronavirus. China, por ejemplo, ya está recuperando los niveles de actividad previos a la crisis pero la demanda de combustibles fósiles es menor. El otro factor es la transición energética. La mayor parte del ajuste en el caso de la petrolera de Texas se explica, de hecho, por la adquisición de XTO Energy
La situación es muy diferente a la de hace once años, cuando bajo la dirección de Rex Tillerson adquirió la gasista por 41.000 millones. “No es una decisión a corto plazo”, dijo el ejecutivo anticipando un incremento significativo de la demanda, “es para los próximos 10, 20, 30 años”. El gas natural se veía entonces como la promesa para ayudar a reducir las emisiones de dióxido de carbono. Eso fue antes de que la revolución del fraking inundara el mercado con energía barata.
Ahora las petroleras se concentran en activos que aguanten mejor los bajos precios durante la transición a las fuentes renovables, como señalan los analistas de Berstein. La pandemia está provocando, además, que decenas de compañías se declaren en bancarrota. La más sonada fue la de Chesapeake Energy. Y la caída en la actividad provoca, a su vez, recortes de plantilla. El sector perdió la mitad del empleo que tenía a comienzos de 2015. La revisión estratégica de Exxon Mobil se llevará por delante a 14.000 empleados, el 15% de la plantilla global.
El sector de la energía, por tanto, mengua. Representaba el 16% del índice S&P 500 en 2008, cuando el petróleo tocó su último máximo por encima de los 140 dólares el barril. Actualmente no llega al 2,5%. Exxon Mobil fue retirada incluso en agosto del índice Dow Jones, tras nueve décadas de presencia. “Ya no es ni de cerca lo que era”, comentan desde CFRA Research. Y más en un momento en el que los inversores prefieren apostar por compañías amigas del medio ambiente.
Exxon Mobil no solo tiene un problema de imagen al ser vista como parte del problema del cambio climático, tampoco hace mucho por ser parte de la solución. Los analistas de Bernstein anticipan, en todo caso, que el precio del petróleo volverá a subir con fuerza en los próximos años como resultado precisamente de esta fuerte caída en las inversiones de capital en nuevos proyectos. Eso planteará, por tanto, un problema al equilibrar la oferta y la demanda.