La Eurozona aguantará mejor el shock económico pero la inflación se fortalecerá


La frase “Eppur si muove” (“y sin embargo se mueve”) se atribuyó durante siglos al científico italiano Galileo Galilei (Pisa, 1564-Arcetri, 1642). Contaban que la pronunció cuando la Santa Inquisición le obligó a retractarse de su teoría heliocéntrica, por la que la Tierra se movía alrededor del sol. En aquella época seguía vigente la visión aristotélica que colocaba a nuestro planeta en el centro del Universo. “Y sin embargo se mueve” ... a pesar de todo. Se mueve a pesar de una inflación galopante, de una crisis energética que según la Agencia Internacional de la Energía (AIE) se agravará el próximo invierno. A pesar de la guerra en Ucrania, de la escalada de los alimentos y de que las roturas de las cadenas de suministro siguen sin solucionarse casi dos años después del estallido de la pandemia... Y se mueve pese a que los costes de financiación se han encarecido a un ritmo sin precedentes desde la creación de la moneda común.

A pesar de todo y de todos, la economía de la zona euro ha seguido creciendo entre julio y septiembre (al 0,3%, una décima más de lo previsto por Eurostat) y los indicadores recientes apuntan a que el deterioro será menos intenso de lo previsto en el cuarto trimestre. La economía ha seguido rodando y al Banco Central Europeo le toca la difícil tarea de evitar que una política demasiado restrictiva detenga ese tímido movimiento, empezando por su reunión del próximo jueves.

De momento, el Indicador de Sentimiento Económico que elabora la Comisión Europea avanzó un punto en noviembre hasta los 93,7, en su primer movimiento al alza desde febrero, cuando se produjo la invasión de Ucrania. Este dato apuntaría a una caída del PIB más modesta en el último trimestre del año, apuntan desde CaixaBank Research. En la entidad resaltan también el hecho de que las expectativas de precios sigan reduciéndose, sobre todo en el sector manufacturero y entre las familias. Para ello fue esencial la moderación de los precios energéticos el mes pasado, que alivió seis décimas la tasa anual de inflación. El IPC pasó de dispararse al 10,6% en octubre (su techo hasta la fecha) a subir al 10%. La inflación subyacente, que excluye de su cómputo la energía y los alimentos frescos, se mantuvo en el 5%.

La presidenta del BCE, Christine Lagarde, ha reconocido que en la entidad esperan aún cierto recorrido al alza de los precios, ha hecho hincapié en que ni siquiera una eventual recesión frenaría su escalada y ha instado a los gobiernos a que acompasen sus medidas fiscales a la política monetaria que está aplicando el emisor para garantizar un crecimiento económico sostenible, en medio de las incertidumbres que marcan el escenario global. Desde el Instituto de Estudios Bursátiles contemplan una inflación persistente a lo largo del año próximo, que impedirá al BCE situarla mas cerca de su objetivo a medio plazo del 2% antes de 2024.

Esto es así, en parte, por el decalaje de año y medio o dos años que existe entre las decisiones de política monetaria y su impacto en la inflación. La reunión del próximo jueves será solo una muestra. Desde A&G Banca Privada contemplan un alza de tipos de 0,5 puntos, si bien recuerdan que la entidad tendrá que seguir restringiendo su política monetaria para controlar el aumento del coste de la vida. En cualquier caso, el emisor está dispuesto a sacrificar crecimiento económico y empleo para frenar la escalada de precios. En lo segundo, en el empleo, es donde se dan las mayores divergencias entre las grandes economías del euro.

Mientras que en Alemania se sitúa en el 5,3%, en España alcanza el 12,67% de acuerdo con la última Encuesta de Población Activa. “Con una actividad económica que pierde vigor, hay escaso margen de mejora en el mercado laboral”, advierten desde el IEB. La tasa de desempleo del conjunto de la región se mantendría, así, en el entorno del 7% el año que viene. La capacidad de resistencia del mercado laboral ha sido una de las señas de identidad de esta crisis frente al desplome del empleo que trajeron consigo la crisis financiera y la de deuda.

Pese a la previsible caída de la inversión empresarial, la relajación de los cuellos de botella en la oferta y la depreciación del euro supondrán un acicate para las exportaciones a países fuera del área del euro. Sin embargo, la región no será inmune a la desaceleración de la economía mundial y a su impacto en el comercio a lo largo del próximo ejercicio. Así y, pese a que el PIB del conjunto de los Diecinueve mantendrá el pulso en este cuarto trimestre, organismos internacionales y analistas no descartan un escenario de recesión moderada el año próximo. Recesión moderada, como leve será también la recuperación, según los gestores de DWS. La robustez del mercado de trabajo permitirá que los ingresos de los hogares se mantengan en buena medida y con ellos, el consumo.

Así, en la gestora alemana prevén que el PIB del conjunto de la zona euro avance un 0,3% en 2023 y un 1,2% en 2024 (ligeramente por debajo del 0,4% y del 1,3% que calculan para Estados Unidos). En un entorno de costes de producción más elevados y de encarecimiento de la financiación, a la industria europea también le costará recuperarse. Para el conjunto de la economía mundial el producto industrial es ahora 6,7% más elevado que en diciembre de 2019, antes del inicio de la pandemia en China. Mientras, el peor comportamiento a nivel regional lo tiene la Eurozona cuya producción industrial sube desde diciembre de 2019 un 3,5%, y presenta una ligera bajada (-0,30%) si se toma como referencia enero de ese mismo año, tal y como apunta el economista Juan Ignacio Crespo.