La tormenta de la recesión en Alemania amenaza a España

Las previsiones oficiales avanzan que la economía germana se encamina hacia otra crisis. El efecto arrastre de la pérdida de actividad en el motor de la Eurozona hace temblar los cimientos de los países del área euro.

Quién te ha visto y quién te ve, Alemania. La crisis energética y la guerra en Ucrania han puesto patas arriba a la primera economía europea por tamaño, con un PIB que representa el 25% de la riqueza de la Unión a Veintisiete. Como al resto, a la locomotora europea le toca lidiar desde hace meses con una inflación disparada que, en su caso, es además el peor de sus fantasmas en lo económico desde la República de Weimar, en pleno periodo de entreguerras (1918-1933). Las previsiones oficiales avanzan ya sin tapujos que el país se encamina a una nueva recesión y el efecto arrastre que esa pérdida de actividad puede tener en el resto de socios europeos hace temblar los cimientos de otras grandes economías del euro. ¿Cómo puede afectar a España ese escenario?

El Gobierno de Olaf Scholz da por hecho que el país entrará en recesión en 2023, con una contracción de su PIB del 0,4%, y que la inflación se mantendrá de media el año que viene en el 7%. Los precios se han disparado al 10% en septiembre, su nivel más elevado desde la reunificación, según la oficina de estadísticas germana (Destatis). Los efectos por el corte del suministro de gas por parte de Rusia a Occidente están siendo bien visibles, pese a que sus depósitos se encuentran ya a más del 90%. El Ejecutivo federal presentó a finales del mes pasado un paquete de estímulo de 200.000 millones de euros destinado a familias y empresas, que recibirán una ayuda equivalente a la factura de un mes de gas y electricidad.

Con una industria tan dependiente de ambas hay temor a que se produzcan parones de actividad e incluso deslocalizaciones. Que el “Hecho en Alemania” se sustituya por "Hecho por una empresa alemana", en palabras de Thomas Meier, gestor de fondos de MainFirst. Por el efecto arrastre, la industria española que se vería más afectada sería la de la automoción y los componentes, como explica a ‘La Información’, Daniel Fuentes, director de Kreab Research. De acuerdo con los datos del ICEX, España exportó el año pasado 5.491 millones de euros en automóviles y motos a Alemania, otros 5.133 millones en frutas y legumbres y 5.004 millones en productos químicos.

Que las industrias intensivas en energía se ven obligadas a reducir su producción en Alemania (aunque no se llegasen a producir parones) provocaría una nueva disrupción en las cadenas manufactureras europeas, puesto que podría haber escasez de algunos insumos o componentes, añade a este diario Daniel Cardoso, economista Jefe para España de BBVA Research. “Esto puede alargar los plazos y reducir la producción en España”, apunta. Sería otro problema añadido a las roturas de las cadenas de suministro o la falta de semiconductores que generó la pandemia de covid-19 y que no han terminado de solucionarse.

Otro punto evidente es el efecto que una contracción de la actividad en Alemania puede tener sobre la demanda de exportaciones españolas y que afectaría tanto al gasto en bienes como al de servicios. De particular importancia puede ser el impacto sobre el gasto turístico extranjero. En un 2021 marcado aún por las reaperturas, Francia, Alemania y Reino Unido fueron los principales mercados emisores de turistas a España, según los datos de Frontur, la Estadística de Movimientos Turísticos en Frontera que elabora el INE. Tradicionalmente, los dos primeros escalones del podio los ocupan ingleses y alemanes, y en ambos casos la crisis está causando estragos –con ceses incluidos en el seno del Gobierno de Liz Truss-.

Sin embargo, existe coincidencia en los análisis en que España podrá resistir mejor el embate. Pese a que el Fondo Monetario Internacional (FMI) contempla también ese el escenario de recesión en Alemania e Italia, prevé que España crezca al 1,2% frente al exiguo 0,4% que le otorga a Francia. La economía nacional resistirá aparentemente mejor porque “va más retrasada en la recuperación de la pandemia”, explica Fuentes. De hecho, es una de las pocas entre las de mayor tamaño que aún no ha logrado superar niveles precovid. A la vez, el país contará con el oxígeno de los fondos Next Generation, que habrán podido salvar los cuellos de botella iniciales y cuyo efecto será más visible el próximo ejercicio.

Mientras tanto, hay serias dudas sobre la posibilidad de que la subida de los precios haya tocado techo en Alemania. El índice de gestores de compras del sector servicios revela un aumento en el número de los que prevén que la tasa general supere el 10% en octubre. Johannes Müller, responsable de Macro de la gestora DWS recuerda que el mayor sindicato alemán, IG Metall, ha propuesto un alza salarial del 8% para cerca de 4 millones de trabajadores de cara a la próxima ronda de negociaciones con la patronal. Otra de las principales organizaciones sindicales, Ver.di, que representa a trabajadores de los servicios, va más allá en sus demandas y reclama una subida del 10,5% para otros 2 millones de trabajadores.

El riesgo de estanflación (crecimiento negativo o nulo combinado con una inflación persistentemente elevada) planea sobre la locomotora europea y su impacto en las decisiones de compra de los hogares puede también afectar a las importaciones alemanas de productos españoles. Al final, la concatenación de crisis ha llevado a nuestro socio a tener que replantearse algunos de sus principales tabúes. Se ha enfrentado a los miembros más ortodoxos con su paquete multimillonario de ayudas de Estado; el Ejecutivo de Scholz se abre a discutir la creación de un fondo financiado con deuda conjunta para apoyar a los países en problemas; y en el ámbito energético, Berlín y Madrid han hecho pinza para presionar a Francia con el proyecto del gasoducto MidCat. Quién te ha visto y quién te ve, Alemania.