25 aniversario del primer dominio .com

  • La carrera por hacerse con un buen nombre en Internet arrancaba hoy hace un cuarto de siglo, aunque quizá nadie pudo preverlo

Cualquier ordenador o dispositivo que está conectado a Internet tiene un número que lo identifica llamado dirección IP y que puede compararse perfectamente con el número de teléfono de alguien.

E igual que sucede gracias a las agendas de contactos de los teléfonos, que evitan que tengamos que aprendernos ya ningún número de teléfono, con lo que a veces nos cuesta incluso acordarnos del de casa, en Internet hay un sistema similar que evita que tengamos que sabernos esas direcciones IP.

Así, podemos teclear www.lainformacion.com en un navegador sin necesidad alguna de saber que se corresponde con el ordenador con dirección IP 92.122.207.169, pues el Domain Name System, el Sistema de Nombres de Dominios, se encargará de traducir el nombre en ese número de forma totalmente transparente.

Eso también permite que un servicio de Internet cambie de dirección IP porque se muda a otro servidor o proveedor de acceso sin que los usuarios seamos conscientes de ello.

El DNS no funciona solo para la web, sino para cualquier servicio de Internet, como por ejemplo al enviar un correo electrónico a alguien @gmail.com. De hecho, otra de las funciones básicas del sistema, aparte de indicar la dirección IP de los ordenadores, es la de indicar a qué máquina tiene que ser enviado el correo dirigido a un dominio, que es lo que queda a la derecha de la arroba en una dirección de correo electrónico y es en la práctica como el domicilio virtual de una empresa, institución, organización, etc, en Internet.

25 años
Como nadie quería aprenderse estas direcciones ya en la ARPANET, la red predecesora de Internet, lo que se hacía era mantener a mano un fichero en cada ordenador llamado HOSTS.TXT en el que aparecían las direcciones IP junto con los nombres de los ordenadores asociados, pero obviamente esto se volvió muy poco práctico e inmanejable en cuanto empezaron a multiplicarse los ordenadores conectados a la Red.

Estaba claro que era necesario disponer de un sistema que funcionara automáticamente, y para ello Paul Mockapetris diseñó el DNS en 1983 a petición de John Postel, que era la persona que desde los primeros días de ARPANET se había encargado de gestionar las direcciones IP y asignárselas a los ordenadores que se iban conectando a la red.

A grandes rasgos, con el sistema DNS, cuando tecleamos una dirección en el navegador, nuestro ordenador se conecta a un servidor de nombres, probablemente el de nuestro proveedor de acceso o el de nuestra empresa, que mira si tiene el dato de a qué dirección IP se corresponde la dirección que hemos puesto.

Si es así, envía el dato a nuestro ordenador, que acto seguido se conectará al ordenador en cuestión usando su dirección IP.

Si no es así, el servidor de nombres que estemos usando le preguntará a su vez a otro servidor que está más arriba en la jerarquía de estos, y así sucesivamente hasta llegar a los servidores raíz, que son como "e;los tacañones"e; del sistema, y que son capaces en última instancia de dirigir la petición al servidor de nombres adecuado.

En la actualidad hay 13 de estos servidores raíz cuyo nombre va de la A a la M -aunque físicamente son más de 130 ordenadores, pues se utilizan múltiples máquinas por servidor raíz para agilizar su respuesta- que son capaces de redirigir las peticiones a otros servidores más específicos, y además nueve de ellos aparte de contar con múltiples máquinas están repartidos geográficamente en varios lugares para asegurar la robustez del sistema.

Cuando falla el sistema, lo que afortunadamente es muy raro porque está diseñado de una forma muy robusta, y normalmente es más bien culpa de un proveedor de acceso que comete un error o sufre un fallo en sus equipos, es como si quedáramos desconectados de Internet o de parte de esta aunque en realidad podríamos seguir usándola si nos supiéramos esos números.

La primera versión del sistema fue escrita en 1984, aunque no sería hasta 1985 cuando se registraron los primeros nombres de dominio en él. El primero fue nordu.net, el 1 de enero, aunque justamente hoy se cumplen 25 años del registro del primer dominio .com, symbolics.com, aún activo en la actualidad.

Negociando con los nombres
Aunque tardó en arrancar, hasta el punto de que hasta finales de 1987 no se pasó de los 100 dominios registrados, en la actualidad hay cerca de 122 millones de dominios genéricos registrados, y otros cuantos millones de registros territoriales.

Así, hoy en día los nombres de dominio no sólo son básicos para nuestro uso cotidiano de la Red, sino que han servido incluso para generar todo un modelo de negocio para los conocidos como domainers, que son personas que se dedican a hacerse con nombres de dominio buenos y luego venderlos al mejor postor.

De hecho, uno de los dominios que más dinero se asegura que ha generado en la historia de la Red, sex.com, ha cambiado varias veces de manos, con denuncias y procesos judiciales por medio, lo que ha dado incluso para escribir un par de libros, y a partir de este próximo viernes sale a subasta, subasta en la que sólo se puede entrar presentando por adelantado un cheque conformado por un valor de un millón de dólares.

Esto ha sido posible porque, en especial en el caso de los dominios .com, hacerse con un dominio era y es tan sencillo como ser el primero en pedirlo, lo que ha supuesto que haya habido casos de empresas que por llegar tarde a la Red se han encontrado con que sus dominios estaban registrados a nombre de otra persona y que esta les pedía dinero para poder recuperarlo.

Por el otro extremo, ha habido normativas tan restrictivas en ese sentido como la española para hacerse con dominios .es que se han pasado por el otro lado y al final han conseguido que estos estén muy poco valorados en España.

Otra opción para los domainers e incluso para algunos proveedores de acceso poco escrupulosos es la de hacerse con nombres de dominio parecidos a otros populares como por ejemplo googgle.com y aprovecharse de los errores de la gente al teclear para sacar dinero con publicidad insertada en estas direcciones "e;equivocadas"e;.

No se si John Postel y Paul Mockapetris llegaron nunca a imaginar la importancia que su idea iba a tener ni que podría convertirse en un negocio millonario, pero desde luego hoy en día el DNS supone una parte fundamental de la Internet, aunque sea una de esas partes invisibles de la que sólo nos acordamos cuando no funciona.

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